Histomagia

Viven conmigo

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Hasta el día en que me contó Shantal este relato, no daba crédito a que ya se habían corporeizado estos seres…

Cuentan que muchas de las veces que estamos dormidos, almas y espectros se aparecen y nos ven dormir. En Guanajuato es común que suceda esto, pues la ciudad está llena de espíritus que vagan en busca de su bienestar, aunque eso signifique que el nuestro se perturbe.

Me cuenta mi alumna Shantal que en su casa siempre hay aparecidos, espectros, fantasmas que se quieren hacer presentes. Dice que su familia ya se ha acostumbrado a que les apaguen las luces, a que les muevan de sitio las cosas, incluso a que los miren dormir, pero a lo que sí no estaban acostumbrados es a lo que recientemente le pasó a su mamá y a su hermanita.

Así, ella narra que la semana pasada, ya dispuestos a irse a la cama después de cenar y de la sabrosa plática de sobremesa, su hermanita le pide a su mamá que si se puede quedar con ellos en la su recámara, que quiere dormir plácidamente y segura esa noche, porque ya eran varias noches que algo en su cuarto no la dejaba dormir. Al escuchar tal petición, todos se quedaron en silencio, porque pareciera que, particularmente esa semana, los espectros habían decidido molestar a toda la familia, incluso a sus padres. Decidida a no contarle nada a su hija pequeña, la madre le dice que sí, que no hay problema, que sólo tenga paciencia ante los ronquidos de su papá. Todos ríen y se van a sus respectivas recámaras.

Cansados del largo día, llegan a la recámara principal, se lavan los dientes, se acomodan para dormir, apagan las luces. Una tenue luz del farol de la calle, entra e ilumina tímidamente el rostro de la hija pequeña, ahora era ella, la mamá quien miraba con dulzura la duermevela de su hijita. Le acaricia el pelo, la niña abre los ojos, sonríe, y los vuelve a cerrar.  La madre le da un beso, se reacomoda y, es en ese instante, en que ve con horror cómo es que jalan a su hija de los pies y quieren tirarla al suelo, ella, en su amor materno infinito la alcanza a agarrar del brazo, pero es entones que la lucha comienza, en un estira y afloja, ella la jala para recuperarla, pero el ente es fuerte y no cede, el padre sigue profundamente dormido, la madre le habla, y no reacciona, por lo que la lucha por su hija se vuelve entre ellos dos: el ente y ella. Desesperada la mujer se pone a rezar las más oraciones que su mente horrorizada puede recordar, el espectro entonces suelta a la niña, hace acto de presencia y se manifiesta en forma de sombra, esperando asustarlas aún más. Es cuando la madre toma el crucifijo que siempre tiene en el buró y le ordena que se vaya de esa casa, se escucha una risa estruendosa, ellas cierran los ojos, piensan que ya no van a poder soportar más, y es cuando un viento helado las recorre, al igual que el silencio de la noche que vuelve a escucharse en la casa, ambas se abrazan y lloran desconsoladas hasta el amanecer.

Hasta el día en que me contó Shantal este relato, no daba crédito a que ya se habían corporeizado estos seres de manera que pudieran jalar con tanta fuerza a su hermanita. Sólo esperan que, en esta semana santa y de pascua, al menos, ya no se aparezca, porque después, dice: “después no sabemos maestra”. ¿Quieres conocer la casa de Shantal? Ven, lee y anda Guanajuato.