Histomagia

Presencia subterránea

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Paty me lo describió no sin antes ver en ella una mirada de miedo, como no queriendo recordar, pero era necesario para dar fe de lo que vio, de lo que vivió...

La vida en Guanajuato es aventurada porque siempre han pasado cosas inexplicables que ponen en duda si la ciudad es real o es tan mágica que es real, es decir, la magia la constituye como es y aquí todos lo paranormal existe. Los túneles que transitamos cada día nos llevan por segundos a un viaje en el tiempo que hace que en verdad amemos este lugar por esas corrientes de bovedilla que hacen un paseo inolvidable.

Pues bien, mi amiga Paty me dice que ha vivido una historia oscura en las calles subterráneas de esta ciudad. Me dice que una de esas veces que se te hace muy noche en la fiesta bohemia, en estas noches que en Guanajuato el frío cala hasta los huesos, decidió dejar su carro en la subterránea para poder llegar pronto a su casa ahí cerquita de Peñitas y del Callejón del Beso. Dice que por los efectos de las bebidas espirituosas se bajó de su carro sin la chamarra, por lo que ya iba caminando hacia las escaleras para subir rápido, pero el helado viento la hizo regresar de inmediato al carro, cuando giró se dio cuenta que la calle que hace un momento estaba iluminada, se encontraba en tinieblas, no le importó y se dirigió al auto directamente, pues había apretado la alarma automática del carro por lo que la luces y el click de las puertas, la guiaron. Abrazada a sí misma porque el frío terrible le calaba hasta los huesos, llegó a la puerta de su auto y en ese momento sintió como “alguien” la aventó levemente hacia atrás, como no dejándola acercarse, pensó que era un viento desatado de esos que circulan por la ciudad, sin pensar se acercó otra vez y esta vez sí sintió cómo algo estaba prohibiéndole el paso. De pie entre ella y su auto, estaba “algo”, Paty me lo describió no sin antes ver en ella una mirada de miedo, como no queriendo recordar, pero era necesario para dar fe de lo que vio, de lo que vivió. Dice que era un ser alto, porque en la penumbra la silueta que le prohibía ver hacia dentro del auto se dibujaba perfectamente y sólo atinó a tocar con sus manos el contorno de “eso”, que no se inmutó y seguía entero, de pie, ante ella. Paty dice que su piel era como gelatinosa y olía a muerte. De inmediato mi amiga se echó a correr hacia las escaleras, se agarró del barandal y subió a zancadas para llegar en segundos a la Plazuela de Los Ángeles que estaba, sí iluminada, pero completamente vacía, no había nadie, sólo el viento helado que corría por los callejones. Se volvió a abrazar porque el frío calaba y se enfiló a su casa rapidito, los vericuetos de los callejones hacían chiflar el aire y hacía remolinos en sus esquinas, subió rápidamente pues sentía que ese ser venía por detrás siguiéndola, no se podía quitar la sensación de haberlo tenido cerca, no quería que la siguiera que supiera donde vivía. Llegó al portón de su casa, atribulada abrió el portón con fuerza pues el viento no la dejaba en paz, entró y en el recibidor iluminado se sintió segura, esa seguridad que da la luz después de estar en plena oscuridad. Volteó a cerrar las pesadas hojas de madera del portón, y cuál fue su sorpresa al ver en la lejanía a una sombra grande que venía rápidamente acercándose a ella, desesperada y en el colmo del horror, cerró la puerta rogando porque eso no llegara a traspasarla, las luces de su casa tintineaban como recibiendo una energía maligna. No recordaba muchos rezos, pero jura que rezó y hasta se hincó atrás del portón para que eso no llegara hasta ella, no quería sentirlo de nuevo en sus manos, no quería saber nada de él. Con los ojos cerrados pidiendo a Dios la protegiera de todo mal y así fue, aterrorizada se dio cuenta en segundos que el viento se calló, las luces volvieron a la normalidad, y una de sus amigas bajó las escaleras centrales diciéndole que callara su escándalo que no dejaba dormir. Paty no dijo nada, se puso de pie y se fue a su cuarto, no le contó nunca nada a nadie, sólo hoy que le pregunté si la ciudad era mágica, ella me dijo: “sí, pero mágica tenebrosa” y me contó su historia.

¿Quieres pasear por las noches en estos túneles mágicos, recorrerlos, saber de catacumbas y demás espectros y entes que viven aquí? Ven, lee y anda Guanajuato.