Distrito Capital

Una historia de Navidad

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O una de las tantas historias a las que nos estamos, lamentablemente, acostumbrando como mexicanos. Y es que en política internacional, a este Gobierno no se le escapa una, sino muchas. Amigos y amigas, como nos lo recuerda Charles Dickens desde 1843, al publicar su novela corta “A Christmas Carol” —donde un hombre avaro y egoísta llamado Ebenezer Scrooge se convierte tras ser visitado por una serie de fantasmas en Nochebuena —, en estos tiempos los cambios y las tendencias a nivel internacional desde y hacia nuestro país no se hacen esperar.

Al parecer, el fantasma de la Navidad pasada nos trajo lo mismo que ya venía esperando, y es la procastinación de la ratificación del T-MEC por parte del Senado de Estados Unidos. Sabemos —qué mala suerte — que lo ahora importante para el vecino del norte es el seguimiento al impeachment, que como lo comentaba su servidor en esta columna desde la semana pasada, ha incrementado —qué buena suerte — en mínimo seis puntos la percepción positiva del Donald para los gringos, pasando del 45% al 51% acorde a Gallup. Y con los rumores de los nexos de Pelosi y su familia con empresas de Ucrania, entre otros líderes demócratas, hay otros temas para rato.

Porque con el fantasma de la Navidad presente, al haberse proclamado Palacio Nacional en contra de los bolivianos entre otras cosas, ante las molestias -disculpe usted- al proteger dentro de la embajada mexicana en el país andino a los ex funcionarios de Evo Morales con diversas órdenes de aprehensión —a sabiendas, quiero pensar, de las operaciones de la CIA y de la intromisión de Estados Unidos desde hace décadas en el combate al comunismo y al Foro de Sao Paulo —, y con la intervención de España (sí, de España, de aquellos #QueNosDebenPedirPerdónPorLaConquista) mediante sus policías del Grupo de Operaciones Especiales para escoltar a SU embajadora de la casa de NUESTRA embajadora mexicana, se vino a enturbiar más el ambiente que en términos de lo que nos compete, peor parados nos dejará en las exigencias del senado estadounidense, el ministerio canadiense y los chinos particularmente, en lo relativo a los temas de producción y exportación de aluminio para los vehículos y la supervisión de condiciones laborales hacia nuestro país.

Por último, lo que el fantasma de la Navidad futura nos depara es lo mismo de cada cambio de régimen: inflación al inicio del año producto del incremento del salario mínimo, una inversión extranjera casi nula, un pronóstico de exportaciones con el vecino del norte súper regulado por la mano de obra (con el único propósito de retirar las inversiones extranjeras en el país y llevárselas a Estados Unidos) y un conveniente ataque desde la federación, tanto en recorte de programas como en proyectos presupuestarios (para quitarles los recursos y luego reclamarles del no hacer) a los estados que, como en algún momento sucedió con Cataluña en España o Quebec en Montreal, tienen una ideología distinta basada en mayor prosperidad económica en nuestro caso, al nivel de Aguascalientes, Querétaro, Tamaulipas o Guanajuato.

Por supuesto, no todo está perdido: tenemos la valiosa oportunidad de trabajar desde nuestras trincheras, para hacer de nuestro país un México mejor día con día. Recordemos uno de los mantras de Stephen Hawking: “mientras hay vida, hay esperanza”. ¡Feliz Año 2020!