Hace 124 años llegó el cine a México*

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Enriqueció a una sociedad con “serios problemas… porque había un elevado índice de alcoholismo y de suicidios ocasionados por el tedio y la monotonía de la vida porfiriana”: Aurelio de los Reyes, del Instituto de Investigaciones Estéticas.

Rafael Paz UNAM   

©Gaceta UNAM

Cuatro días después de la Nochebuena de 1895 el mundo conoció el cine, era el 28 de diciembre y los hermanos Louis y August Lumière están listos para la primera exhibición de su nuevo invento.

“El Gran Café alberga a un grupo estupefacto o curioso. El señor Lumière va a mostrar un invento que comparte con su hermano Augusto: sobre una pantalla comienzan a moverse unas figuras. Primer comentarista de noticieros, Lumière aclara que aquel grupo de personas que aparecen moviéndose temblorosas sobre la tela blanca son los obreros de su fábrica de Lyon. A la gente, sin embargo, no parecía interesarle tanto lo que aquello pudiera tener de noticia, como lo que, sin duda, tenía de mágico”, así narra Paco Ignacio Taibo I ese primer encuentro del público con el cine en el libro Historia popular del cine: Desde sus inicios hasta que comenzó a hablar.

La magia –y fama– del invento de los Lumière pronto comenzó a cruzar fronteras, enviados de los hermanos viajaron por el mundo capturando paisajes, costumbres, políticos y noticias, todo aquello que cruzó frente a su lente. Sin embargo, en México “no había ninguna expectativa porque la prensa no comentó la exhibición de los hermanos Lumière”, comenta en entrevista el investigador Aurelio de los Reyes, del Instituto de Investigaciones Estéticas.

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El primer espectador mexicano de la nueva invención fue Porfirio Díaz, y un grupo selecto de invitados, quien recibió a Bernard y Gabriel Vayre, enviados de los hermanos Lumière, la noche del 6 de agosto de 1896 en el Castillo de Chapultepec. Díez días después sucedió la primera función pública en el número 9 de la calle de Plateros, en un local al interior de la Droguería Plateros. La función fue un éxito.

La llegada del cine a nuestro país “significó un enriquecimiento de las diversiones públicas al haber llegado en un momento en que escaseaban, con serios problemas en la sociedad porque había un elevado índice de alcoholismo y de suicidios ocasionados por el tedio y la monotonía de la vida porfiriana”, asegura Aurelio de los Reyes y agrega:

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“Llamó la atención que en las primeras funciones asistiera un público heterogéneo en condición social, a pesar de cobrar cincuenta centavos la entrada, el mismo que se pagaba por ir a sombra en los toros o al primer piso del teatro más importante de la Ciudad de México. Dicha heterogeneidad de público molestó a un sector de la sociedad, que pidió sesiones especiales los jueves a doble del precio, lo cual seleccionó al público. Cuando proliferaron los saloncillos de cine en los barrios populares de la ciudad se percibió que en los alrededores bajó el índice de alcoholismo, fenómeno que también se observó en Guadalajara.”

“Desde luego que las películas agradaron como en todo el mundo. Sorprendió ver reproducida la realidad tal cual el ojo humano la percibe, el movimiento de los seres humanos. Sorprendió la exhibición en reversa de un muro recién derruido, era como recuperar el tiempo pasado. Si mal no recuerdo, se comentó “¡es fenomenalmente extraño!”, por primera vez gracias el celuloide congeló el tiempo y se podía jugar arbitrariamente con él, dando a la película hacia adelante o hacia atrás, acelerando o desacelerando la velocidad, al arbitrio del operador porque eran proyectores-toma vistas manuales. Se giraba una manivela,” apuntó el autor de Los orígenes del cine en México (1896-1900).

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Los Vayre no sólo tenían la misión de exhibir el archivo de los Lumière, sino que dedicaron buena parte de su tiempo a filmar vistas y evento de importancia en aquellos días. Entre las filmaciones que realizaron en México se encuentran: Alumnos de Chapultepec con la esgrima del fusilUn amansador (título filmado en Guadalajara), El canal de la VigaSeñorita AndreaProceso del soldado Antonio NavarroDesayuno de indiosJarabe tapatíoLanzamiento de un caballo salvajeMangoneoEl presidente de la república despidiéndose de sus ministros para tomar un carruajeEl presidente de la república entrando a pie al Castillo de ChapultepecEl presidente de la república paseando a caballo en el Bosque de ChapultepecEl presidente de la república con sus ministros del 16 de septiembre en el Castillo de Chapultepec, etcétera, como lo asienta el investigador cinematográfico en su libro Filmografía del cine mudo mexicano 1986-1920.

En total, “filmaron cerca de 35 películas y se conserva alrededor de una docena”, detalla Aurelio de los Reyes y, como lo explica en el libro arriba mencionado, la visita de los empleados de los Lumière provocó que los primeros trabajos de producción nacional los imitaran:

“Había una especie de mimetismo, iniciándose al copiar las películas que los camarógrafos enviados por los hermanos Lumière habían explotado con éxito durante su estancia en México, adquiridas posteriormente por los cinematografistas mexicanos, por ejemplo, la de un jarabe tapatío bailado en la calle, escenas costumbristas y vistas del presidente Porfirio Díaz.”

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La incipiente cinematografía mexicana debió competir durante esos años con los productos llegados del extranjero, un fenómeno que se mantiene a más de cien años de la llegada del cine a nuestro país, “la desorganización del mercado incidió para que la producción de películas mexicanas fuera escasa. Las películas nacionales fueron durante el porfiriato un complemento del programa. Pocas tuvieron el honor de ser programadas solas, esto es, que fueran el único atractivo. Sólo algunos reportajes de viajes de Porfirio Díaz gozaron de tal privilegio”, asienta De los Reyes en el libro Medio siglo de cine mexicano (1896-1947).

Fue en esa época que comenzaron a involucrarse con el fenómeno cinematográfico algunos de los los primeros grandes nombres que marcarían a la industria mexicana, personajes como los hermanos Alva (Salvador, Guillermo, Eduardo y Carlos), Salvador Toscano, Guillermo Becerril, Enrique Rosas, Jesús H. Abitia, Carlos Mogrand, Juan C. Aguilar, entre otros. Mucha de la producción nacional de aquellos años se perdió debido a diversos factores, incluyendo la Revolución Mexicana. Instituciones como la Filmoteca de la UNAM y el Instituto de Investigaciones Estéticas trabajan actualmente por rescatar y conservar la memoria fílmica del país.

Hermanos Lumiere. Foto: National Geographic.

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* Tomada de Gaceta UNAM. Publicada con fines no lucrativos. Si usted está interesado en estos temas, visite el sitio: https://www.gaceta.unam.mx/hace-124-anos-llego-el-cine-a-mexico/