El espacio de Escipion

El futuro de la incertidumbre post #Covid19

Compartir

Con aciertos, limitaciones y mucha improvisación, diversos gobiernos del mundo y del país han decidido retar a la pandemia y reactivarse. Han conformado un almanaque de protocolos sanitarios para que sus sectores productivos “esenciales” ya se activen y no se prolongue más la situación económica y moral por la que atravesamos. ¿Pero lo estamos haciendo bien? ¿Entendimos que era regresar por regresar nada más con un trapo con desinfectante o “regresar a la actividad mientras encuentran la vacuna”?

La lección de la pandemia no fue entendida del todo y a pesar de que se han desarrollado ya diversos análisis y recomendaciones para que los responsables de tomar decisiones las apliquen, éstos parecen entender parcialmente lo que sigue y está pasando la oportunidad para reinventarnos como sociedad.

Por una parte, no pocos gobiernos han entendido que se avecinan diversos fenómenos: la peor crisis de desempleo, la ampliación de la desigualdad social, el aniquilamiento de las formas de convivencia colectiva en los espacios públicos y una nueva oleada de delitos en ascenso, desde el común hasta sofisticadas operaciones del crimen transnacional, y por lo mismo están preparándose para enfrentarlos; pero no serán suficientes sus esfuerzos para amainar las secuelas del largo aislamiento social.

Sin duda estamos ante una catástrofe global: “el coronavirus, fase superior y destructiva del capitalismo”, podríamos haber titulado esta columna para explicar que esta pandemia vino a poner en jaque el sistema financiero internacional, al modo de producción occidentalizado predominante, al evidenciar la gravedad del daño al medio ambiente provocado por los humanos y al tumbar en tres meses varios de los íconos de la globalización consumista, tan frívolos y tan efímeros.

Frente una crisis de esta naturaleza, la solución está en la autogestión colectiva y de ahí brincar a acciones de solidaridad nacionales hasta llegar a algo global. Por tanto, juntos, en comunidad, en acción solidaria y en la redefinición de nosotros mismos como sociedad están las respuestas.

Lo anterior implica, por una parte, un cambio de diversos paradigmas: la integración social, la educación pública, el uso del espacio (urbano, rural, laboral, entretenimiento), la diversificación de tecnologías de la información y de la inteligencia (que serán de gran trascendencia), el acceso a servicios públicos y derechos de vivienda, salud, educación, cultura y hasta de entender nuestra fe.

El coronavirus del 2020 vino a hacer sucumbir el sistema económico mundial, lo que no lograron las movilizaciones sociales, las ideas políticas ni las teorías revolucionarias. Sin embargo, mientras no existan los diálogos para llegar a esos acuerdos colectivos, en lugar hacer sociedades mejores haremos un modelo capitalista que hará sucumbir a la humanidad o, peor aún, un modelo de Estado policial que busque el telecontrol de todas nuestras acciones.

¿Qué hacer? Llevar a cabo revoluciones nacionales implica la suma de muchas voluntades, algo que difícilmente podrá ocurrir mientras las personas de poder no sean capaces de entender qué está pasando.

Pero en lo local, en lo estatal, podrían hacerse muchas cosas en pro de un cambio positivo. En lo inmediato, los estados podrían iniciar un replanteamiento que implica el reordenamiento social para nuevas ciudades post Covid19, que evite el hacinamiento (vivienda, escuela, espectáculo, entretenimiento, los espacios laborales, tanto industriales, comerciales como burocráticos); también podrían impulsarse radicales planes de reconfiguración de los espacios públicos (transporte público, reordenamiento vial, espacios deportivos, el comercio informal regulado espacialmente, nuevas normas para vialidad, una reingeniería de la seguridad pública (por ejemplo, la desaparición de algunas que son inoperantes) y la integración de un “Ejército de Sanidad” no con fines represivos sinos con fines de imposición de la salud pública, y la suma de que los accesos a servicios de internet sea libre, barato y universal.

La solución es caminar juntos hacia la salida y este es el momento de empezar de nuevo. La oportunidad puede ser la última.