Histomagia

Espectro en casa

Compartir

Muchas de las veces cuando salimos de viaje, pedimos el regresar con bien a casa. Guanajuato tiene muchos caminos que hablan –los que saben dicen– de muertes violentas que no permitieron en su momento, que las personas tuvieran una despedida que encausa el alma a ir directo a un lugar mucho más feliz, donde el espíritu sea libre. No, al parecer se quedan en este mundo, en el camino que murieron e intentan poder regresar a sus casas o, lo peor, vuelven a pasar por la misma experiencia una y otra vez, infinitamente.

A lo largo del tiempo de vida aquí en la ciudad, me han contado muchos taxistas de la aparecida que se sube al carro cuando pasas por el puente de la carretera libre a Silao; o de los espectros que se suben a tu carro en la carretera Guanajuato-Dolores Hidalgo, por citar algunos casos.

Hace poco, mi amiga Tere me contó que hubo un tiempo en que la pasó muy mal, en lo que a movimiento de energías se refiere. Me contó que en su casa sentía estar siempre acompañada por una especie de espíritu que por las noches se encargaba de arrastrar las pesadas sillas de su comedor, hacer ruidos en los lugares más inimaginables y deshoras, con el fin de poder mantener el miedo en todos los habitantes de su casa. Tan cotidiano era ese fenómeno que llegó un momento en que decidió no hacer caso de esos episodios y siguió su vida conviviendo –queriendo y no– con esos seres o ser que de repente se les apareció en su vida.

Una tarde que estaba sola en su casa, me cuenta que cuando llegó de la escuela su hijo mayor, en la puerta de la cocina, ella lo abrazó dándole la bienvenida para comer, y al fundirse en el amoroso abrazo, cerquita, muy cerquita de sus rostros,  ambos escucharon una vocecita de una niña pequeña que decía: “mamá, mamita…”. Los dos, aterrorizados, atinaron a decirse: “¿escuchaste?” y sin pensarlo ni un segundo, se salieron de la casa a esperar a que llegaran sus hijas, para poder estar ya todos juntos en la casa, al menos así no se sentía tanto ese ente.

Lo más macabro fue que así se pasaron meses: ese ente dueño de la casa, moviendo cosas y hablando lo que quisiera, y mi amiga ya muy mal. Tan mal estaba que dice que todas las mañanas le daba terror quedarse sola. Pues en cuanto la última de sus hijas se iba a la escuela, Tere se quedaba en la cocina inmóvil, miedosa, como en espera de que el espectro se manifestara de algún modo. Esto le ocasionó depresión en una espera interminable de que ese ser se fuera.

Un día, ya en el colmo del terror, decidió que ella pelearía por su casa. Y así fue. De inmediato fue con un sacerdote para pedirle consejo y se lo dio. No me contó qué iba a hacer por medio de la oración, pero sea lo que fuera que hizo le dio resultados. A la fecha ningún ser se manifiesta en su casa. Al preguntarle ¿cómo imagina que llegó ese ser a su casa? Ella me dice que de seguro fue uno de esos seres que andan en las carreteras, pues su marido viaja mucho, tanto que en una de esas veces pidió regresar a casa con bien, alguno de los fantasmas de la carretera aprovechó y se subió a su auto para hospedarse en su casa. Afortunadamente ese espectro ya se fue y todo volvió a la normalidad y paz en su hogar,

¿Quieres conocer la manera en que los espectros se suben a los autos aquí en este lugar? Ven, lee y anda Guanajuato.