El espacio de Escipion

Vivir en el apocalipsis covid-19

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Al cierre de este artículo, en México el número de casos confirmados de COVID-19 llegó a los 629 mil 409; los decesos, por su parte se ubicaron en 67 mil 326, según datos del director general de Promoción a la Salud. Mientras, instituciones de investigación y especialistas consideran que las cifras estarían muy por debajo del impacto real de la peor pandemia que ha enfrentado el país en su historia.

A pesar de que las cifras de muertes y contagios están en su punto más alto y la credibilidad en las autoridades de salud es crítica, débil y cuestionada, la movilidad de las principales ciudades del país va aumentando día con día y con desesperación al grado de estar igual a antes de la pandemia, según datos de las propias autoridades. De las 32 entidades federativas, sólo los estados Yucatán, Quintana Roo, Campeche y Nuevo León, registran -50 en el índice de actividad pública.

En el registro de sentimientos de los mexicanos sobre la pandemia también ha cambiado respecto a la reactivación económica y sus riesgos. En julio pasado, según Beltrán y Asociados, 59 por ciento “creía que la reapertura de actividades ha provocado muchos rebrotes de coronavirus” y por ello la autoridad debería ser más estricta para el confinamiento y en medidas como usar cubrebocas. En septiembre, El Financiero destacó que “por primera vez en los últimos cinco meses, el coronavirus se ha dejado de percibir como el principal problema que enfrenta el país, al bajar de 40 por ciento en julio, a 25 por ciento en agosto, cediendo el lugar primordial a la economía y el desempleo, con 35 por ciento de menciones”.

“El mejor presidente en el peor momento” dicen los aduladores del gobierno. “El peor presidente en el peor momento” reiteran los agoreros para pronosticar el peor de los mundos. Más allá de ello, estamos en la antesala de negociaciones del Presupuesto de Egresos de la Federación 2021 y el titular de Hacienda ya informó que el gobierno mexicano enfrenta la peor crisis económica desde 1932 y que el 2021 prácticamente será un año austero y sin mucho margen de maniobra. Mientras eso pasa, una vez el pragmatismo presidencial se impone en la Cámara de Diputados, donde ya opera el bloque PRI- MORENA, negociarán y pondrán los puntos finos al PEF2021.

El acuerdo en la Cámara de Diputados es más allá de una coyuntura para un cargo sin relevancia. En realidad, parece responder a la lógica de sumar a quienes tienen control y poder en el territorio nacional, pues el PRI gobierna 11 estados de la República y MORENA seis, pero con dominio en 20 congresos locales. Sin embargo, también se perciben dos intereses político-partidistas: por un lado, disuadir cualquier intentona de una alianza opositora entre PRI y PAN-MC-PRD, y por el otro, el riesgo de excluir a los gobiernos del PAN (11), PRD (1), el independiente (1) y de MC (1) de lo que contendrá el paquete presupuestal. Un ambiente político difícil que requiere de políticos de mucho talento para evitar crispaciones y dilaciones en la entrega de recursos que tanto urgen para la federación y las entidades.

Por si algo faltara, las predicciones de qué vendrá después de la pandemia, más allá de las declaraciones entusiastas de que la entrega de dinero a los sectores pobres de la población para paliar la violencia tanto del crimen como movilizaciones sociales, el mundo está detectando nuevas expresiones que pueden salirse de control y que están ubicadas en el plano del ultraconservadorismo, que lo mismo van contra las vacunas que contra confinamientos o cubrebocas o invocan a asumir doctrinas de fe de todo tipo.  

“Hay personas promoviendo que lancemos a nuestros abuelos al matadero, que los sacrifiquemos en el altar del capitalismo”, Ekemini Uwan, teóloga pública y copresentadora del podcast “Truth’s Table” en un análisis sobre la situación de la enfermedad del covid-19. En México, por supuesto, siguen muchos negando la existencia del virus y otros más, retándolos a que “si me toca, que pase lo que tenga que pasar”.

La pandemia nos hizo pensar que iríamos a un nuevo orden económico y social que buscara resolver la crisis de desigualdades, pues es claro que los más pobres fueron quienes más murieron por falta de la atención médica, quienes más están sufriendo las divisiones de clase y los peores salarios, además de estar en situación de desempleo y subempleo durante y posterior a los confinamientos.

El problema para México es grave y nuestros gobernantes no están sopesando a fondo qué debe hacerse y cómo enfrentarse a una realidad que está por rebasarnos a todos. Cuestión de darse la vuelta por las calles donde estaban los negocios de costumbre, los restaurantes, los bares y gimnasios, de observar como en las esquinas cada vez observamos a más jóvenes y familias pidiendo dinero a cambio de limpiar el parabrisas o vender dulces o cigarros. Es la cara que comienza a asomarse por el cierre de cientos o miles de micros, pequeños y grandes empresas.

Los relatos, textos y escenarios apocalípticos de la pandemia se difunden masivamente en las redes digitales y tienden a construir corrientes de opinión difíciles de dominar, porque la concepción de “infodemia” se utilizó con fines políticos y no de políticas de Estado para controlar la mala información.

Estamos en una fase complicada, porque la desesperación por salir para trabajar para tener un ingreso seguro, para convivir y para romper nuestro aislamiento físico y psicológico, parece no estar siendo captada por quienes deben conducirnos en este oscurantismo apocalíptico.

El plan para salir adelante requiere liderazgo de personas de Estado, de mujeres y hombres creativos, que nos den el entrenamiento y el apoyo adecuado para pasar a otra fase más allá de recibir propaganda de quienes sólo piensan en elecciones o de mercaderes del internet como los llamados instagramers, YouTubers e influencers del twitter.  Estamos a tiempo, esperemos que lo entendamos todos.