Histomagia

MANTO NEGRO (antes de dormir)

Compartir

Guanajuato es una ciudad que a veces no duerme, las luces, el viento, la gente, logran estar de centinelas para ver esta ciudad fascinante, de ensueño, de magia de seres innombrables que se hacen visibles cuando menos lo esperas, porque siempre han estado acompañándonos sin darnos cuenta.

La histomagia que contaré ahora, es una de las tantas que en esta pandemia se puede atribuir al encierro obligado que ella conlleva, pero por lo que he vivido, creo que no es así, pienso que es una realidad que nos hemos negado a aceptar desde tiempos antiguos.

Dormir es uno de los grandes placeres de la vida; es el descanso, el reparo del cuerpo, de la mente, en los sueños. Cierto es que, para poder dormir a pierna suelta, o debemos de estar muy cansados o de plano ayudados por algún ser arcaico, si es que el sueño se tardase por causas de fuerzas extrañas, inexplicables, tal como me ha pasado a mí.

Mi casa es pequeña, por lo que la decoración dista de ser minimalista, tiene muchas cosas, cosas básicas para poder vivir cómodamente, aunque a veces sí es molesto tener cajas con libros, variedad de cosas profusas por todo el lugar o cajas de vitropiso  -ahora que espero poner una nueva cocina- y como de noche casi nunca prendo las luces, a veces solo una pequeña lámpara es suficiente para iluminar y ver la magia de mi casa azul: las plantas, las hierbas secas de curandería, los frascos con pócimas mágicas de herbolaria, mis espejos, mis libros, mis gatos, mis perros… elementos básicos de protección contra seres de bajo astral.

Antenoche, antes de dormir, puse en la TV sonidos de lluvia y música suave con pantalla negra para poder conciliar el sueño, ya que tengo una gatita negra bebé que cuidar y el resplandor de la pantalla ilumina en las madrugadas el espacio y me da idea de ver en qué parte de mi cama se pone a dormir, para cuidarla y no lastimarla sin querer, también cuidar que los mininos y perros no la molesten. Así que envuelta en esa penumbra y tratando de conciliar el sueño, estuve mirando el techo pensando en infinidad de cosas que en este momento de mi vida hay que resolver. De pronto, a un lado de mí, con el rabillo del ojo veo pasar ondeando un manto negro, lentamente como si fuera cortina al viento. Asustada, volteo francamente y sí, esa cosa pasa cerquita de mí, ondeándose, lento en un vaivén de tranquilidad, yéndose directo al patio trasero que colinda con parte del río y los cerros de esta parte sur de Guanajuato. Lo extraño es que ninguno de mis perros ladró, ni mis gatos emitió sonido alguno, así que entre mi sorpresa y curiosidad tuve la certeza de que ese ser no quería dañarme, ni dañar a nadie de mi casa. Decidí esperar para ver si regresaba, y para mi sorpresa no pasó mucho tiempo y me quedé profundamente dormida.

Por la mañana, antes de levantarme, me quedé reflexionando un rato y juro que me quedé sorprendida por esta asombrosa experiencia sobrenatural que más que miedo me causó extrañeza y en verdad me pregunté qué sería esa cosa que oscilaba entre lo indecible del misterio en un silente movimiento ondulante, porque sí recuerdo que de momento quise pararme y seguirlo, pero creo que su paso por mi casa era meramente geográfico, tal vez ese ser ni siquiera sabe que existimos o igual ni siquiera sabe que él existe, o quizá sea, como dicen los que saben, seres que nos cuidan, que nos cubren como el manto que son, de los hechizos y seres que nos desean el mal. Creo que es así, y doy gracias por ello.

Ahora que escribo esto, recuerdo que alguna madrugada, hace años, vi que un manto más pequeñito, entró volando rápidamente al cuarto de mi hijo. Esa vez no sentí miedo, supe que ese manto lo protegería de alguna forma, por lo que sólo entré al cuarto y vi a Alex, mi hijo, dormido plácidamente. La magia existe y se manifiesta de maneras misteriosas. ¿Te ha pasado a ti también alguna de estas experiencias paranormales?, ojalá sí, cuéntame, acércate, ven, lee y anda Guanajuato.