El espacio de Escipion

AMLO está en su cuarta campaña presidencial: 2022.

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Nunca abuses del poder humillando a tus semejantes,

porque el poder termina y el recuerdo perdura.

Benito Juárez

Andrés Manuel López Obrador está ya montado en su cuarta campaña presidencial para salvar a su gobierno y para evitar que MORENA y sus aliados terminen siendo debilitados por sus propios demonios y excesos de soberbia. A estas alturas su alianza podría ser la más votada en las elecciones intermedias, pero no le garantizaría la mayoría calificada en el Congreso, que es lo que supuestamente necesita para continuar lo que llama su proyecto “transformador”. 

Sin embargo, el temor que ronda es que el 2022 sea el escenario ideal de nueva mayoría para impulsar la revocación de su mandato (para ello falta la ley reglamentaria, donde el INE requiere que la consulta la solicite al menos el 3% de los ciudadanos inscritos en la lista nominal del Registro Nacional de Electores; es decir 2.7 millones de personas de al menos 17 entidades del país). Si ello ocurre, entre febrero y mazo del 2022, el país estaría nuevamente en elecciones y el INE sin descanso y pocos recursos.

Y es que las expectativas hasta ahora no son alentadoras para los partidos aliados del presidente de la República, pues ya no tendrán todas las gubernaturas como pensaban al inicio, si acaso podrían ganar de 6 a 8 de las 15 en disputa; y para los diputados federales, siendo generosos, oscilaría entre el 45 y 48 por ciento, si nos atenemos a las tendencias de los estudios de opinión más profesionales hasta ahora publicados. En lo local, las condiciones son todavía peores, donde mejor nos reservamos las proyecciones por entidad.

El presidente López Obrador está en una actitud similar a dos de sus antecesores con los que nunca hubiera querido parecerse. Por un lado, con Vicente Fox en 2003, cuando convocó a los ciudadanos a no votar más por el PRI (“Quítale el freno al cambio”) llamando ahora a evitar que el “partido conservador” evite regresar al poder. Por el otro, como Felipe Calderón cuando ordenó armar el espectáculo político alrededor de Jorge Hank Rhon para mostrar lo que representaban el PRI y sus cuadros impresentables, tal cual quieren hacer ahora con García Cabeza de Vaca.

Como estos dos ejemplos, el morenista también está reiterando todos los días recordatorios de que todo tiempo pasado fue peor y que él es garantía de un futuro feliz. Mañana a mañana escuchamos el ramillete de logros de su gobierno, el desfile de presentaciones de resultados —aunque sean netamente neoliberales— y promesas, muchas promesas como si apenas buscara la presidencia de la República. Abrazando niños, elogiando la IED, recorriendo sus nichos electorales, atacando a sus adversarios, anticipando inauguraciones como el aeropuerto Felipe Ángeles o comprando una refinería como la de Texas, o forzando el regreso a las clases presenciales.

El 17 de agosto del 2020, publicamos en este espacio ¿Es suficiente el súper AMLO para salvar la 4T? en los siguientes términos:

“En menos de un mes quedó claro que Andrés Manuel López Obrador es un político muy probado, que cuando su olfato detectó que estaba yéndosele la oportunidad de pasar a la historia como el motor de la cuarta transformación de México, sin reconocerlo ni consultar a sus seguidores, supo maniobrar, tejer fino y recuperar la administración de los temas mediáticos”.

La capacidad de maniobra que tuvo para centrar a su administración, correrla más a la derecha y neutralizar a los “radicales”, no funcionó para su partido, pues éste navega por los desatinos de su dirigente, la pésima comunicación y los conflictos que explotan cotidianamente, sin contar con los desatinos en manejos de crisis como el manejo de la pandemia, los impactos socioeconómicos negativos de la pandemia, la guerra contra el huachicol, la Línea 12, los normalistas rurales de Mactumactzá, el viaje del EZLN, Bartlett, Salgado Macedonio, el crimen desatado, Ovidio, la DEA, entre otros. Aún no concluye el proceso electoral y ya leemos que están buscando culpables de las derrotas en entidades donde perderán.

Perdió el monopolio de la protesta social, tampoco ya es de AMLO ni de los suyos. Las protestas feministas fueron la principal piedra en el zapato presidencial. Las mujeres, los desempleados, los normalistas, los ambientalistas, los defensores del agua y familias de desplazados y desaparecidos son una agenda de protesta que no paran ni están en el interés de la agenda de la 4T.

Hay que apuntar que también ya no dominan el monopolio discursivo de “la salvación de la patria”, porque para bien o para mal, ya lo tiene “el partido conservador”, como lo apuntó Julio Astillero:

“@julioastillero Exhibo la incongruencia de los ‘salvadores de la Patria’, que antes la hundieron y buscan regresarla a esas honduras, pero igualmente crítico los errores de #Morena – #4T – #AMLO: las aberrantes candidaturas, el gabinete de floreros, Bartlett, Pío, las insuficiencias en Salud.”, escribió en su Twitter.

Las alertas de lo que significa la debacle electoral la dio uno de los asesores más influyentes en el presidente de México, Epigmenio Ibarra, al acusar que “la obtención de la mayoría en el Congreso les dará a los conservadores, además del control del presupuesto público y la fuerza para detener la transformación, la plataforma para intentar un golpe constitucional y expulsar de Palacio Nacional a Andrés Manuel López Obrador”.

El escenario de la debacle de MORENA y sus aliados tiene nerviosos a todos, sobre todo porque no se sabe cómo responderá el presidente de la República ante el nuevo mandato de la mayoría ciudadana.

Algunos aventuran que habrá una estrategia de cooptación de cuadros de la oposición o cambio de operadores políticos por gente más pragmática con el fin de no caer en el extremoso escenario de la revocación de mandato en el peor momento de su sexenio. Muy pocos apuestan por un jefe de Estado con capacidad de asumir los resultados y tejer una nueva relación con sus opositores, detractores y disidentes internos, lo cual suena imposible, conociendo la historia de López Obrador de no saber aceptar las derrotas. 

¿Entonces que vendría después del 6 de junio?

Benito Juárez, supuesto guía espiritual del régimen de la 4T, como buen oaxaqueño conocedor de lo que es el principio de la autoridad, expuso en uno de sus múltiples discursos de qué significa para él el cargo presidencial: “la autoridad no es mi patrimonio, sino un depósito que la nación me ha confiado muy especialmente para sostener su independencia y su honor”.

Que así sea.

Contacto: feleon_2000@yahoo.com