50 aniversario del túnel Presidente Gustavo Díaz Ordaz

Compartir
Fotografía de Dos Ríos después de la construcción del túnel. Imagen de archivo.

Guanajuato registra en el devenir de su historia múltiples inundaciones que han dejado a su paso una estela de muerte y destrucción. De acuerdo con la información recuperada por don Ezequiel Almanza Carranza en su libro Tragedias y bellezas de Guanajuato, nos recuerda lo ocurrido el 25 de junio de 1965 cuando después de una colosal tormenta que cayó sobre los cerros de Sirena, Santa Anita, Mellado, Cata, Valenciana, San Juan de Rayas y Garrapata, se produjo una tremenda avenida de agua que no pudieron contener los dos ríos: el de Cata y el de San Javier.

El desbordamiento fue inevitable y se produjo una inundación que afectó, principalmente, las áreas de Hacienda de Escalera, San Matías, San Luisito, Dos Ríos, Salgado, Cinco de Mayo, Avenida Juárez, Pardo y el Cantador. La lluvia que cayó se calculó, según la misma fuente, en 120 metros cúbicos por segundo y se prolongó por casi una hora. Muchas viviendas y negocios resultaron afectados y se perdieron muebles y productos.  La zona inundada cubrió una parte de la calle subterránea y desde el Cinco de Mayo hasta los Pastitos.

En atención a tan lamentables acontecimientos se iniciaron las obras para liberar el cauce de los ríos referidos, se dinamitaron algunos tramos para darles mayor profundidad y anchura y se embovedó parte del arroyo de San Javier para integrarlo al túnel que conduce el agua que corre por debajo de la calle subterránea Miguel Hidalgo que había sido inaugurada el año anterior 1964.

Embovedado del Río a la altura de la Hacienda de Salgado. Fotografía de archivo.

En 1967 ocurrió una situación similar con consecuencias más graves, la crónica de don Ezequiel Almanza Carranza nos dejó testimonio de lo ocurrido y refiere que la lluvia comenzó poco antes de las cinco de la tarde y fue más intensa que la de 1965 y que, en consecuencia, los daños materiales fueron mayores, pero lo más grave fue que, lamentablemente, varias personas perdieron la vida, entre ellas dos jóvenes y tres niños. En esta ocasión la inundación se extendió por la calle subterránea hasta poco más arriba del puente de San Ignacio en el barrio de los Ángeles.

La población y las autoridades decidieron tomar medidas para prevenir más inundaciones en esa zona de la ciudad. Un grupo de decenas de vecinos encabezados por la señora María Isabel Aranda de Cantero lograron llamar la atención de las autoridades estatales y federales y expresaron que la amenaza de las inundaciones era frecuente y que era necesario actuar con prontitud.

El entonces presidente de la República Gustavo Díaz Ordaz atendió la petición al igual que el gobernador del estado Manuel M. Moreno que anunció, como refiere don Ezequiel Almanza, “…iniciar la defensa de la ciudad mártir por las continuas riadas que venía sufriendo la parte noreste de la ciudad…”.

Para atender la problemática se conformó un Comité pro-túnel que estuvo conformado por algunas personalidades entre las que destacaron las siguientes: el ingeniero Edgardo Meave Torrescano como presidente, los ingenieros Estanislao Zarate, Holdo Morven, Pánfilo Dávila Cordero, Miguel Izaguirre Mendoza, el ingeniero topógrafo hidromensor César Baltazar Piña Álvarez responsable de los trabajos topográficos y la asesoría del ingeniero Tiburcio Álvarez Hernández a los que refiero siguiendo con puntualidad la crónica ya referida.

Imagen recuperada del libro: Tragedias y bellezas de Guanajuato de Ezequiel Almanza Carranza.1976.

Los trabajos preliminares a la gran obra iniciaron en el mes de mayo de 1970 y consistieron en desazolvar el arroyo de Cata desde el puente del Divino Rostro. Para principios del mes de julio, la prensa informaba que se habían iniciado las obras del túnel que libraría a Guanajuato de los estragos e inundaciones causadas por las aguas broncas de los arroyos de Cata y de Santa Rosa y anticipaba también que el túnel tendría una longitud de unos 1200 metros, seis de ancho y cinco y medio de alto.

Llegó el15 de julio de 1970, era miércoles y en punto de las 14:00 horas el gobernador Manuel M. Moreno detonó una carga de dinamita en el lugar donde comenzaron los trabajos de perforación, justo en donde se juntan los dos Ríos y terminaría en la entonces salida de la ciudad, en el arroyo de Rocha, muy cerca de la huerta del señor Juan Hernández Calvillo. Para realizar la obra fue necesario demoler algunas casas.

En el principio de la obra estuvieron 40 mineros guanajuatenses que avanzaron desde dos Ríos y por el arroyo de Rocha avanzarían otros 40 perforistas que se encontrarían en algún punto bajo tierra.

La obra avanzó con rapidez, a principios de agosto los ingenieros responsables sugerían que podría estar listo quizá en febrero o marzo de 1971, se tenía un avance de unos 50 metros. Debemos destacar también que los “rezagos” o la piedra que se extraía del proceso de construcción fueron donados, por una concesión del jefe de las obras, el ingeniero Edgardo Meave Torrescano, a la Universidad de Guanajuato para que rellenara los caminos que daban acceso al campo de fútbol de la institución.

El 12 de septiembre la obra fue inspeccionada por el licenciado José López Portillo que entonces era Subsecretario de la Presidencia de la República, quien mostró mucho interés en los trabajos. Luego de la visita los ingenieros Edgardo Meave, Estanislao Zarate y Pánfilo Dávila le informaron que, en breve, al concluir la temporada de lluvias, comenzarían a atacar por los dos frentes el de arroyo de Rocha y el que ya estaba iniciado de Dos Ríos y se iniciaría la obra del túnel 2 que encausaría las aguas del arroyo de Las Piletas hasta el arroyo de Durán.

Lamentablemente, pocos días después de esa visita ocurrió un derrumbe en las obras que ocasionó la muerte de dos personas y cuatro más que resultaron heridos por lo que tuvieron que redoblarse las medidas de seguridad.

Trazo del túnel compartido por el Arq. Fernando Zamora Valdés.

En octubre llegó una máquina Jumbo con tres perforadoras automáticas montadas sobre una plataforma, que facilitó las labores. Se trabajaba las 24 horas y se hacían dos barrenaciones al día con un avance de 24 pies cada una, que permitía pensar que, en efecto, la obra concluiría en febrero del siguiente año.

A la par se trabajaba también el túnel complementario, el número 2, con una longitud de 650 metros, ese túnel corre ahora desde la cuenca de Las Piletas hasta el arroyo de Durán. La obra principal, la de Dos Ríos avanzaba poco a poco y de acuerdo con las declaraciones a la prensa de la época del ingeniero Holdo Morven, director de Obras Públicas del Estado, se vencían las dificultades del terreno en la zona de Dos Ríos.

Era mayo de 1971 y la obra aún proseguía, se reportaron algunas dificultades en la zona de la estación del ferrocarril donde se encontró terreno suave y se presentaron algunos derrumbes. El día 15 de ese mes se anunciaba la conclusión del túnel número dos, el que comunica las cuencas de Las Piletas y Durán, correspondió al gobernador Manuel M. Moreno hacer la detonación que unió los frentes de ese túnel número 2. La explosión de las tres descargas ocurrió unos 500 metros bajo la tierra en el sitio que habían definido a la perfección los ingenieros guanajuatenses.

Ese túnel número 2 tiene una longitud de 630 metros y un diámetro de 2.50 por 3.0 metros. En su construcción trabajaron 58 obreros repartidos en tres turnos desde el 27 de octubre de 1970 hasta ese 15 de mayo de 1971 que referimos. Se removieron 5,500 toneladas de roca y cuenta con un muro de contención curveado para canalizar el agua desde Las Piletas hasta Durán y de ahí hasta Dos Ríos donde se encausará por el túnel principal.

El domingo 23 de mayo de 1971 a las 12:45 el gobernador Manuel M. Moreno oprimió el botón que hizo la detonación que unió los túneles de Dos Ríos y de Arroyo de Rocha por donde corren las aguas de las cuencas Norte y Oriente de la ciudad. La obra tiene una longitud de 1234 metros. Un diámetro de 6 metros de ancho por 5.40 de altura y una pendiente de 1.6%. Restaba solo concluir el revestimiento del túnel para concluir la obra.

Ese día fue de alegría para la población entera y especialmente para los mineros que trabajaron en la obra y los ingenieros responsables de su desarrollo. ¡Viva Guanajuato¡ gritaban mientras brindaban con tequila y mezcal, como refirió don Ezequiel Almanza Carranza en su emotiva crónica.

La obra fue inaugurada el 13 de agosto de 1971 por el presidente de la República Luis Echeverría Álvarez mediante la develación de una placa de bronce que especificaba los datos técnicos del túnel principal y del túnel secundario. El costo de las obras fue de 12,500.000 de los cuales ocho fueron de aportación federal y 4.5 del Gobierno del Estado de Guanajuato. Los túneles fueron construidos por los extraordinarios operarios mineros de nuestro Guanajuato y por los excelentes ingenieros guanajuatenses.

Dos días después cayó sobre la ciudad un tremendo aguacero que puso a prueba el túnel que operó de manera adecuada.

A cincuenta años de prestar servicio a Guanajuato, reconocemos la labor de los participantes en la importante obra que salvó a Guanajuato de muchas tragedias. Algunos de los participantes fueron referidos al inicio de la presente crónica.

Grupo de mineros que colaboraron en el túnel presidente Gustavo Díaz Ordaz. Imagen recuperada del libro: Tragedias y bellezas de Guanajuato de Ezequiel Almanza Carranza.1976.

 © J.E.V.A.2021. AGOSTO 13.