Histomagia

MUROS MUERTOS

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Los días de lluvia llegan de nuevo a Guanajuato. El chipi chipi hace que las plantas sean felices porque el agua les llega como el maná del cielo, completa el verdor de los cerros que rodean esta ciudad mágica que siempre recibe a todos con una energía increíble, pues sabe que la naturaleza le da lo que necesita a ella ya su pueblo. Cantarina el agua, baja por esos cerros y nutre a la ciudad completa, ya que las sequías luego se quedan un buen rato aquí, ahora, como vemos, ya se fueron.

Ayer tuve una conversación vía zoom con una amiga que vive en Mineral de Cata, recibe ese nombre porque ahí está Cata, una mina que sigue activa produciendo plata, tiene su propio templo aun lado de ella donde se venera al Señor de Villaseca, milagroso y cuida de los enamorados, pues se dice que salvó la vida de una pareja en tiempos de la colonia convirtiendo la comida que ella llevaba a su amor en flores para que el padre de ella no la castigara y alejara del amor de su vida.

Pues bien, me platicó que recientemente el río de Cata lleva mucha corriente, que tanta que hasta tiró la barda de una de las casas viejas que se ubican en su ribera, todos en la zona estaban preocupados porque no paraba de llover. Es cierto. En Guanajuato hubo días y días que la lluvia llegó como bendición y acabó la sequía, pero el hecho que ya reblandezca las casas es preocupante en ciertas zonas, sobre todo en aquéllas antiguas en donde la mayoría de las casas están construidas con adobe, una especie de tabique hecho de lodo y pastura de vaca, comprimidos, y que durante muchísimo tiempo fue el alma de las construcciones.

Mi amiga me dijo que esa alarma de los vecinos los llevó a reforzar sus muros, y en su casa no fue la excepción: su papá se puso a resanar un muro viejo que se ubica al final de su patio, que colinda con la habitación de su abuelita solamente, o al menos eso creían. La casa de mi amiga, así como las otras, se ubican a un lado del cerro, pegaditas, pues es su sostén para que no caigan al río. En esas estaba su papá cuando con la palita de resanar, pica por accidente el muro provocando que se caiga un pedazo. Molesto llama a su hija para que le ayude a recoger los adobes que quedaran enteros para montar el muro otra vez y seguir su labor. Mi amiga fue de inmediato a ayudarle, y sacando el poco escombro descubre que ese muro cubría una pequeña habitación. De inmediato le dice a su papá quien, incrédulo, se acerca y efectivamente ese espacio que pensaban daba al cerro, era una habitación oculta. Con la luz de su celular, mi amiga ilumina el estrecho lugar y observa cómo estaba ahí en el suelo una pequeña cuna de lo que alguna vez fue madera, ahí envuelto en su momento un rebozo, ahora era un despojo, un pequeño esqueletito de un bebé. Había juguetes por el suelo, juguetes tallados en madera, y un platito que algún día tuvo algún líquido tal vez leche. Sorprendidos por el descubrimiento, se preguntan el por qué estaría ese lugar ahí, por qué precisamente en su casa. Ambos deciden entrar y limpiar el lugar para poder usarlo de bodeguita o de cocina, no saben por qué les sucedió tal evento, pero lo agradecen ya que la familia ha crecido y les comento que en Guanajuato las familias viven todos juntos, solo hacen cuartos y más cuartos para poder estar cercanos, es una costumbre de aquí.

Mi amiga me platicó y muy seria me preguntó que por qué antes hacían tal forma de entierro de un bebé. Yo le dije que anteriormente era difícil encontrar lugar de entierro en esta ciudad de peñas, la piedra dura hacía casi imposible la creación de cementerios, de ahí que aquí sean pocos los muertos que descansan en tierra, pues la mayoría lo hacen en gavetas hechizas en la pared. Además, los minerales de la tierra y la oquedad de las gavetas son los causantes de la peculiar forma de momificación que existe en esta ciudad, así que, en los tiempos antiguos, cuando un bebé moría, emparedaban ya sea su recámara -las personas ricas- o espacios pequeños -las personas pobres- para que los inocentes descansaran bajo el cuidado de sus madres.  Un tanto extrañada por esta explicación, mi amiga quedó conforme y me extendió una invitación para ir a conocer ese nuevo espacio en su casa, yo solo sonreí y le dije que sí, pero que, por favor, dejaran sus juguetes y cuerpecito ahí, escondido, que lo dejen seguir descansando en ese lugar, para que se eviten los sonidos de correteos y risas por toda su casa al liberar el alma de ese pequeño niño que murió hace más de doscientos años. ¿Quieres conocer Cata? Ven, lee y anda Guanajuato.