El Laberinto

La rama

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Recuerdo aquellos relatos de personas mayores, y no tanto, contando como habían aprendido a nadas y el “método” consistía básicamente en lanzarlos a la piscina siendo unos niños para que su propio instinto de supervivencia los sacara a la superficie…O algo así, que la ventaja de conocer esas historias de viva voz es saber que por lo menos no acabaron tan mal, pues si no habría narrador. He de decir que me hicieron algo similar, de quitarme la tabla flotadora estando ya en el agua y que todo acabo en gritos, chacotazos y una niña que hasta la fecha no quiere nadar.

El mismo patrón reproduce la leyenda aquella del halcón que no quería volar y que volvió locos a los sabios de algún país o tiempo donde serlo te da prestigio y no hambre, que no hallaban el modo, la cosa escalo, se ofreció a una princesa a cambio y un jardinero llego y sencillamente corto la rama.

Podemos sacar en limpio de ambos ejemplos que existen dos factores no tangibles para desencadenar la dependencia de las personas: el miedo y el soporte y un elemento indispensable para poder vencerlos, la sorpresa y que a partir de ese momento, una vez que el ser dependiente vislumbra su capacidad, las cosas dejan de ser como eran y pintan para mejor, ya que se supera el susto y la crisis.

Hay que tomar en cuenta, para que este método funcione y no termine en niño ahogado o halcón descalabrado, que primero se tiene que tener la certeza de que tiene las herramientas para sobrellevar la situación, es decir que el niño tenga nociones básicas de natación y un buen estado de salud o que el halcón tenga sus alitas completas y el viento a favor, porque hay dependencias que no se eligen, como las que provienen de la edad, de las circunstancias externas o de la discapacidad física o mental.

Pero incluso en estos casos es necesario saber que se tiene que dar el mínimo de cuidados y el máximo de independencia, por dignidad para el cuidado y por salud para el cuidador.

Muchas veces, no nos damos cuenta del daño que le hacemos al resto a sostener sus canastas par que no se cansen, al resolver sus problemas o solapar sus miedos e inseguridades y entonces un acto de amor acaba siendo en realidad una traba difícil de superar, peor aún, hay quienes alevosamente o inconscientemente  las fomentan, para limitar la libertad del otro y acrecentar el poder propio o simplemente para sentirse útiles y acompañados.

Vaya que los puntos medios son complicados, aunque en la realidad los actos de independencia y desapego son mucho menos de vida o muerte que mis ejemplos y pueden ser simplemente comer solo, tender la cama, pagar sus gastos, tirar la basura, algo que si sale mal no es el fin del mundo y que se puede perfeccionar, habremos de pensar si nuestra protección no está afectando a alguien o si estamos demasiado cómodos siendo protegidos por otros y eso aplica a muchas escalas.