Ecos de Mi Onda

Misceláneos en las redes sociales

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Un político divide a las personas en dos grupos: en primer lugar, instrumentos; en segundo, enemigos.

Friedrich Nietzsche (1844-1900) Filósofo alemán

En estos tiempos de redes sociales, en los que se hace alarde de la existencia de herramientas de comunicación, como nunca antes las había tenido disponibles la humanidad, lo que permite democráticamente, según se dice, expresar ideas, opiniones, sugerencias, e incluso cruzar alabanzas o insultos, dependiendo del caso, viene a resultar que en realidad nuestras palabras, como gotas de agua que caen en esos meses de lluvia, se integran a las escorrentías que se conducen hacia las cuencas y desembocan en los ríos marchitos por las sequías previas, infiltrándose entre las arcillas lodosas, o siguiendo las corrientes que finalmente confluyen en los mares y entonces ¿qué pasa con esos mensajes que trataron de armarse con argumentos sólidos, tal vez sarcásticos, iracundos o jocosos, buscando ser justamente imparciales, o quizá, definitivamente construidos en actitud de defensa o ataque faccioso?

Bueno, pues pronto se da uno cuenta que todo ese entramado de vocablos que estructuró un mensaje, sin que en realidad importe si hubo o no una correcta ortografía y sintaxis, más pronto que tarde, es atraído por una especie de remolino que lo succiona voraz y lo conduce a un limbo informático, después de haber logrado tal vez algunos “likes” en el intervalo de unas cuantas horas, quizá alguien le amplio la supervivencia al compartirlo, puede ser factible que incluso llegara a ser “trending topic”, pero de cualquier forma, en un muy corto plazo, ese mensaje viene a ser tragado por el remolino cibernético.

Creo que vale la pena resaltar que esto es impersonal, no es discriminatorio contra alguien en particular que participe en estos ejercicios comunicativos, no, en realidad le pasa a todo mundo. El mismo presidente de la república, todos los días expresa sus sentires, comparte sus “otros datos”, y finalmente todo el cúmulo de sus palabras cotidianas en poco tiempo se desvanece, lo que le permite entonces, construir castillos de promesas sin preocuparse de ofrecer explicaciones en el caso de no cumplirlas, hacer predicciones sin la zozobra de equivocarse, o de culpar a alguien por algún delito sin necesidad de comprobaciones, pues como dice la cita popular, las palabras se las lleva el viento, si bien en algunos casos, siempre deja algo de duda.

Así, lo importante es que hoy, en esta bendita democracia contemporánea, todos tenemos la oportunidad de expresarnos, opinar, responder, replicar, juzgar, criticar, proponer, ofender, atacar, defender, haciendo uso de los admirables servicios de redes y medios sociales, que permiten ese registro electrónico fugaz que se evapora y sube hacia la nube cibernética, donde ¡cuidado!, no debe olvidarse que es posible pasar un mal rato, si la actitud mostrada en un determinado mensaje, tiene los condimentos suficientemente atractivos, como para comprometerse en controversias mediáticas y tener que soportar entonces un indeseado hostigamiento cibernético, si bien hay muchos a quienes les encantan participar en las diatribas.

Lo que resulta cierto, es que todos podemos opinar sobre cualquier tema que surja en las redes sociales y dar rienda suelta a estructurar nuestros pensamientos, que tienen que formularse en mensajes cortos, pues un mensaje relativamente largo difícilmente llamará la atención de los cibernautas, ávidos de frases breves e imágenes muy directas en la pequeña pantalla de los celulares. Sin embargo, es claro advertir que en la inmensa mayoría de los casos las opiniones se dan como cosa juzgada y sentenciada, no hay lugar para un debate mesurado de opiniones, aportando argumentos sólidos y respaldados por evidencias fidedignas. Así, finalmente la posibilidad de generar espacios de análisis y discusión, se convierte en un barullo donde “todos hablan, pero nadie escucha”

Me retiro a un rincón y pienso en los temas actuales en los que me gustaría opinar, pero ¿para qué?, ¿para quién? ¿tendré una actitud real de aportar un criterio de valor, o será sólo una postura de soberbia tratando de ganar en una discusión?, ¿será mi juicio objetivo, o producto de filias o fobias?, ¿estaré tratando de demostrar que tengo razón sin escuchar las versiones de los demás? Bueno, concluyo que puedo hacer un ejercicio teniendo como objetivo ordenar mis ideas, colocándome también como un interlocutor crítico, que me obligue a razonarlas y a derivar conclusiones imparciales y justas. Es difícil, pero al menos queda cierta satisfacción en el intento.

● Revocación de mandato: sin duda que este asunto pronto escalará en importancia en pocas semanas, con millones de personas cruzando opiniones a favor y en contra ¿Qué me digo yo? El escritor y filósofo francés Edmond Thiaudière (1837-1930) expresó que “La política es el arte de disfrazar de interés general el interés particular”. La revocación de mandato se define como una herramienta democrática mediante la cual los ciudadanos deciden si un funcionario, que fue electo para un período preciso, prosigue o no con el ejercicio de su mandato. Se considera que, si los ciudadanos observan que el funcionario no está realizando su tarea de manera eficiente, existe constitucionalmente la posibilidad de rescindir formalmente su nombramiento, si se cumplen las condiciones de un resultado vinculante en la consulta. El presidente manifestó desde el inicio de su mandato, su interés particular sobre este asunto, respaldándolo con la consigna de que “El pueblo pone y el pueblo quita”, de tal forma que en el Congreso se apresuraron a oficializar esta propuesta del Ejecutivo Federal y a establecer las reglas y fechas para el procedimiento.

Pero, me expreso mis inquietudes. El presidente tiene un índice de aprobación mayor del sesenta por ciento en las encuestas, por lo que echar a andar la maquinaria de una consulta que le costará al erario nacional algunos miles de millones de pesos, parece ciertamente algo de locos en estos tiempos críticos de pandemia. Es muy curioso y evidente que existe más interés por parte del partido Morena y del mismo presidente, porque la consulta se realice. De hecho, es este partido político y los seguidores del presidente, quienes afanosamente se han dado a la tarea de hacer algo que deberían de estar haciendo los ciudadanos inconformes con el régimen: la recolección de firmas ciudadanas, que deberá significar un número equivalente al 3% del padrón nacional de electores, alrededor de dos millones y medio de solicitantes, como requisito previo para que el Instituto Nacional Electoral (INE) formalice la convocatoria, a petición ciudadana, y se encargue en su momento de la logística del proceso, hasta la emisión de los resultados de la revocación.

Entonces, ¿cómo interpreto esta situación? La revocación de mandato es una figura democrática con un fin totalmente específico, pero por lo que se aprecia, incluso en las mesas ya instaladas para la recolección de firmas, los interesados no están convocando a la revocación presidencial, sino a manifestar su aprobación, de tal suerte que la figura resulta manoseado, tratando de usarla propagandísticamente como “aclamación de mandato”, lo cual sería un problema menor, si no hubiera de por medio una cantidad multimillonaria, que se desperdiciaría sólo para una exaltación ególatra, ¿tendré razón en mis apreciaciones? No sé, pero creo que sería conveniente que privara una mayor sensatez entre quienes reclaman que la revocación de mandato se lleve a cabo, y que, por otra parte proclaman jactándose, austeridad republicana.

● Cuarta ola: la pandemia ha provocado grandes daños a la salud, con una mortandad que en cifras cautas ronda el medio millón de fallecimientos. En economía la situación también resulta crítica, al grado de que se decidió oficialmente declarar el verde en los semáforos de riesgo, con el fin de alentar la producción y consumo de bienes y servicios, pero por desgracia, sin que esta necesaria determinación se acompañara de una campaña gubernamental firme, de verificación al cumplimiento normativo de seguridad para reducir los riesgos de cadenas de contagio. Ahora, cuando la pandemia no ha sido de ninguna manera completamente controlada y además, precisamente cuando se presentan informes fiables de la aparición de una nueva cepa del coronavirus, denominada ómicron, sobre la cual no existen aún datos que nos indiquen su grado de peligrosidad, ´pero que está distribuida en muchos países y probablemente ya se encuentre en México, el presidente de la nación invita a la población a reunirse en el zócalo para escuchar su informe periódico, para repetir lo que dosifica cotidianamente en su foro mañanero, por supuesto con sus propios datos que difieren a conveniencia, incluso de los mismos números oficiales, tanto en materia de inseguridad, como en salud, economía y combate a la corrupción, mostrándole a la nación todo lo bien que, desde su punto de vista, avanza el progreso en el país.

Hoy en el zócalo se reunieron miles de personas asistiendo al amlofest, en donde las normas de salud quedaron a discreción de los ciudadanos, puesto que en este aspecto para el popular presidente “está prohibido prohibir”. Sus seguidores lo vitorearon y gozaron de la fiesta con música y baile. Confiemos en Dios, no puede ser de otra manera, que esto no vaya a tener un impacto significativo en el incremento de contagios y se haga efectiva la temida cuarta ola.

● Dádivas asistenciales: para los seguidores fieles, los programas asistenciales de la mano presidencial ´son el fruto de la justicia social, en lo cual uno puede estar de acuerdo. Sin embargo, es lamentable que una parte muy importante de la población mantenga la idea de que las dádivas provienen del gobierno y no de los recursos que se generan en el país; así también, que no haya conciencia de que estos recursos no son de ninguna manera auto sustentables y que se agotarán en el corto o mediano plazo. Para muchos de nosotros, la mayor parte de estos programas de asistencia, no cuentan con objetivos claros, ni estrategias de operación y evaluación, por lo que su impacto favorable en el desarrollo del país es ciertamente muy dudoso.

Un maestro muy querido me comentaba que, en épocas de cambios sociales, los sectores acomodados añoran el pasado en el que se sentían seguros y le temen al futuro, en el que ven el riesgo de ver perjudicada sus posiciones de privilegio. Son los conservadores, que oponen resistencia a las transformaciones en el desarrollo social. Es curioso observar que en apenas 3 años, quienes actualmente se consideran beneficiados a través de las becas asistenciales, hoy se ven impulsados a defender al gobierno debido a un beneficio cuestionable y ven el peligro de perderlo si este régimen no continúa. Son los efectos de convertir la “justicia social” en un medio cínicamente electorero, abusando de una población que han aplanado y convertido en “conservadora” de un “privilegio perverso seductor”.

En fin, temas misceláneos que esperemos no sólo queden en discusiones estériles en las redes sociales.