Histomagia

ÁNGELES VIGÍAS

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Guanajuato es un lugar con perros, sí, esta ciudad es cuidada por perros, está sitiada por esos ángeles que no tienen alas, pero sí sus patitas peludas y sus ojos que ven más allá de lo que nosotros podemos ver, son los vigías de los que se quedan aquí e inspeccionan que los que se van al más allá no regresen y si regresan los mantienen a raya, en las calles, afuera de las casas, y lejos de sus amados dueños.

Pues bien, mi amigo Beto me ha contado algo increíble de lo que fue testigo ahora que su tía Adela ha estado muy enferma, con diagnóstico de cáncer terminal. Los doctores le han dicho a la familia que ya no tiene remedio, que está ya en su etapa final, por lo que se la llevaron a pasar sus últimos momentos a su casa. Precisamente el jueves, estuvieron en casa de su tía, ya resignados a sus últimos días en cama. Él se quedó a dormir esa noche acompañando a sus primas, por si la hora fatal llegaba, estar ahí y ayudarlas con lo que se necesitase en esos casos. Pues bien, me cuenta Beto que en cuanto su tía se quedó dormida, todos salieron de la recámara para dirigirse a sus respectivos lugares a dormir, a él le tocó dormir en la sala, tristes y esperanzados en que sucediera un milagro, se despidieron esperando poder dormir, aunque sea un poquito.

Me cuenta mi amigo que estaba ya acostado, acomodándose en el sillón ya para dormir, cuando escuchó que el perro de la casa comenzó a ladrar, su ladrido era intenso, como enojado, era raro porque el animal era muy tranquilo, pero esa noche estaba ladre y ladre. Nadie pudo dormir de inmediato. Ya entrada la madrugada, el perrito se calló, y el silencio de la noche se apoderó del lugar. Beto dio gracias a Dios y se dispuso a dormir. Estaba en la duermevela cuando escuchó que desde afuera alguien musitaba afuera de la ventana cercana a la cabecera del sillón: “Adela, Adela, ya venimos por ti, ya sal para irnos, no podemos entrar porque el perro no nos deja, ya vente, hermana, vámonos”. Mi amigo sintió un frío por todo su cuerpo y de un salto se puso de pie, y por la cortina transparente de la ventana logró ver a tres mujeres que platicaban entre sí musitando algo, se les notaba desesperadas, eso sí, se encontraban hasta la otra acera, no cerca de la ventana, como que solo se acercó una para decirle a Adela que la esperaban, pues el perro estaba gruñéndoles, no las perdía de vista.

De un momento a otro, las señoras voltearon hacia la ventana donde estaba mi amigo, lo vieron y al instante y a la vez, las tres subieron su vista y sonrieron al ver que el espíritu de Adela bajaba, al bajar ella fue con su amado perro quien la esperaba moviendo su cola, contento, sin ladrar, ella lo acariciaba en su pelaje dándole las gracias por cuidarla en vida y aún ahora que ya se iba. Hecho esto, se fue con su hermana y amigas que la esperaban contentas, la abrazaron, gustosas de estar juntas; no tardó mucho en que una luz brillante surgió en el fondo del callejón guiándolas hacia ella, todas, alegres se fueron hacia la luz, el perro estaba viendo también y cuando la luz desapareció, el can dio dos vueltas a su camita y se echó a dormir. Beto, siendo testigo de esto y al caer en la cuenta de lo que había pasado, subió rápidamente las escaleras despertando a todos para ir al cuarto de su tía Adela, y efectivamente, ella ya había trascendido, ya se había ido, su rostro esbozaba una pequeña sonrisa. Al final su muerte fue tranquila, al saberse querida por todos y su mascota que la defendió hasta en su muerte.  

Es cierto que los animales de compañía son mucho más para cada uno de nosotros que tenemos la suerte de amar a dos o más mascotas, que más que mascotas son nuestros compañeros de vida. Aquí en esta ciudad, cada día y noche en la cañada que tiene el caserío los ladridos del mejor amigo del hombre se escuchan como avisando a los fantasmas, espectros, y muertos que no se acerquen, que ellos están dispuestos a dar su vida por sus amos, por sus compañeros humanos que les dan los cuidados y amor que les es posible. Ellos sí son ángeles, sean perros o gatos, ellos son seres de luz, inocentes y amorosos que merecen ser correspondidos en su amor incondicional. Y sí, nos cuidan, vivos o muertos, yo doy fe, de eso, estoy viva gracias a todas las almas gatunas y caninas que he rescatado, sé que es así y cuando yo muera, los veré de nuevo y les daré las gracias por su eterno amor. ¿Quieres oír a los guardianes de esta ciudad?, ven, lee y anda Guanajuato.