Histomagia

Bendita bendición

Compartir

Salir a jugar por la noche, no siempre es bueno. Muchas personas creen que los juegos de niños son juegos inocentes, pero en verdad, las rondas que se cantan son invocaciones a la lluvia, a los seres naturales que pueden ayudarnos o no dependiendo de lo que pidamos. Porque sí, si pedimos las cosas, corremos con el riesgo de que se te cumplan.

Me cuenta Joel que cuando él era pequeño siempre salían por las noches a jugar con sus amigos al callejón; jugabas cebollitas, a las escondidas, incluso a las momias de Guanajuato, que consistía en caminar a manera de muerto viviente persiguiendo a tus amigos. Una de esas veces en que estaban jugando con los carritos en los escalones de la casa de la vecina, hicieron unos montoncitos de tierra que funcionaran como montañas, uno de sus amigos al verlos, de la nada quiso emular la crucifixión, extrañados todos le dijeron que con eso no se juega, pero a él no le importó, siguió jugando con las cruces, como si fueran personas y le habla y les pedía que por favor no lo dejaran solo nunca. Joel siguió con sus carritos y sus amigos también, todo iba bien hasta que de repente el amigo de las cruces comenzó a emitir sonidos que oscilaban entre un grito ahogado y un gruñido, asustados voltearon y vieron cómo detrás de su amigo estaba una sombra enorme que amenazaba con cubrirlo. Al unísono todos le gritaron por su nombre: “Jesús quítate de ahí”. El niño no respondía de ninguna forma, ni volteaba a verlos, ni apartaba las miradas de esas cruces. Asustados los niños corrieron a la casa más cercana a hablarle a sus mamás, era una tiendita de barrio, de Doña Reyes, sorprendentemente no estaba nadie. En el colmo del terror, en tropel, los niños se metieron a la tienda al ver que Jesús no se movía y la cosa esa se lo estaba ya tragando. Dicen que pensaron que se lo llevaría con él. Llorando ya, los niños comenzaron a rezar lo que fuera, en cuclillas, escondidos y amontonados detrás del pequeño mostrador. Afuera solo se escuchaba cómo surgió un grito de su amigo, y de pronto, silencio, absoluto silencio. Musitando entre sí, se preguntaban qué había pasado, pasaron los minutos y decidieron salir a ver el callejón, y fueron y ahí vieron cómo Jesús seguía jugando como si nada con las cruces, el ruido del callejón del trajín de los vecinos volvió a su sonido normal, Doña Reyes se asomó desde la tiendita llamando a Jesús, su hijo, para cenar. Sorprendidos vieron cómo el niño se levantó, y como si nada, tomó sus crucecitas y se fue corriendo rápidamente a su casa. Doña Reyes los invitó a cenar también, pero ellos dijeron que no, que ya se iban a meter a su casa, que ya era tarde. Y en realidad sí, eran casi las doce de la noche.

En grupo fueron subiendo el callejón y entrando cada uno a sus casas, Joel era el último, su casa estaba hasta arriba del callejón, la distancia de un metro de puerta a puerta se le hizo un camino eterno, llegó a su puerta y al querer abrirla tomando la manija, una mano oscura se lo impidió, le aventó la mano, volteó y a su lado derecho estaba ese ser sombra queriendo abrazarlo, llevarse con él su alma. Joel en el horror total alcanzó a gritar y su mamá salió de inmediato pensando que se había resbalado afuera, pero no, lo encontró pálido, pálido, sin habla, y sólo señalando su lado izquierdo, esperando que su mamá viera a esa presencia también, pero no, el ser seguía ahí y su mamá no lo veía. Llorando abrazó a su mamá y ella comprendiendo el susto de su hijo, sólo atinó a consolarlo diciéndole: “¿Ya ves Joel?, te he dicho que ay cosas que no puedes explicar si sales tan noche a jugar”. Y al ser sombra, aunque no lo veía, sólo le dijo: “En el nombre de Dios nuestro Señor, te envío a donde perteneces, deja a mi hijo y gente en paz. Te bendigo con la palabra de Dios. Él te perdonará”. Al instante la sombra en un rictus de horror desapareció, dejando el callejón completamente solo, y totalmente tranquilo.

Bien dicen que la bendición de una madre puede ayudarte y protegerte, pero jamás pensé que el poder y su capacidad de bendecir, también limita los daños que un ser sombra o cualquier presencia maligna quiere hacer a los inocentes, esos que cada noche salen a jugar o a caminar o a divertirse. Sí, la Magnífica sirve, pero nada como el poder de cuidados de una madre desde la vida o desde la muerte, pero si bien esta historia nos permite ver que hay límites en las peticiones que hacemos a lo inanimado porque a Jesús se lo concedieron: ya jamás estuvo solo, siempre su ser sombra, estará con él. ¿Quieres conocer el callejón de Barrio Alto? Ven, lee y anda Guanajuato.