Histomagia

LUNA

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Andar por Guanajuato, conocer sus interminables callejones y saber que siempre bajando llegas al corazón de la ciudad es una aventura que debes de vivir. La vida en este lugar es mágica, en serio, es mágica porque suceden cosas que no pasan en otros lugares. En verdad pensé que ya, entre tanta histomagia, no iba a existir algún relato o historia que me sorprendiera tanto y me hiciera cuestiona qué sucede cuando las fuerzas de la naturaleza y el amor incondicional de una sola persona se conjuntan y crean vida de la muerte, eso mismito pasó aquí. Lo juro.

Me cuenta mi amiga Lulú, quien vive por el callejón del Tecolote, que esa vez estuvo ante un suceso hasta ahora inexplicable.

La parte de arriba del callejón del Tecolote tiene paso a los autos, hasta cierto límite, pues luego el acceso se cierra y el callejón comienza y baja hasta la calle Cantarranas. Este callejón es famoso por ser la entrada principal a la ciudad de Guanajuato durante la independencia de México, de hecho, hay una pintura del maestro Rubén Reséndiz que plasma el Camino Real, que incluso fue imagen de uno de los billetes de circulación nacional, que dan fe de su existencia. Era el Camino Real de Tierra Adentro por donde salía el mineral para llegar hasta la ciudad de Santa Fe, en Estados Unidos de América.

Pues bien, ella me dice que ahí hasta arriba, colindando con la panorámica que da al Pípila, hace varios años había una casucha construida con cartones, palos y láminas, ahí vivía doña Luisa, una viejecita que se dedica a curar y resolver problemas amorosos con sus pócimas mágicas y salmodias dichas para encausar las energías hacia el bien de lo que se le solicitara. Ella era feliz en su casita, siempre estaba pendiente de ayudar a cualquier ser vivo que lo necesitara desde humanos, plantas hasta animales. Lulú en ese entonces era una niña intrépida y de vez en vez se escapaba de casa y jugaba en los alrededores de la casita de la mal llamada “bruja” de doña Luisa, por eso es que Lulú se dio cuenta de cómo salvó a aquel gato negro que vivía ahí mismo. Me dice que esa vez ella estaba jugando arriba de uno de los árboles, cansada se acunó en una de sus ramas y viendo desde arriba al gatito jugar con unas hojas al viento, ella dormitaba, en eso pasa de repente uno de los autos que se estacionaban en el tope del callejón, y le pasa por encima, ante esto Lulú no gritó, se tapó la boca, y angustiada quedo inmóvil al no saber qué hacer ante tan trágica situación,  el cuerpecito del gato quedó tendido a la mitad del camino, el homicida ni siquiera se inmutó, estacionó su auto y bajó el callejón como si nada, como si la vida del animalito no valiera aún más que la de él, por lo visto. Entre el rencor que sentía por el asesino y la pena de la muerte del gatito, las lágrimas se asomaron por sus ojos, al igual que se asomó Doña Luisa y vio a su michito muerto. Moviendo la cabeza de un lado a otro como lamentando y negando la situación, doña Luisa se acercó al gato muerto, lo acarició, se acercó al muertito y le dijo unas palabras a su oído, Lulú pensó que estaba despidiéndose de él y agradeciendo todo lo que él la cuidó y protegió, como debe de hacerse con las plantas y animales de nuestra compañía,  y lamentó una vez más la muerte del gatito negro; atenta a la situación, y ya de plano llorando, vio incrédula como, doña Luisa hizo un ademán con su mano derecha como levantando algo con ella, y de inmediato el gato se incorporó y se fue corriendo para dentro de la casucha. Doña Luisa sólo sonrió y se metió a su casita con su animal de compañía, llamándole por su nombre: Luna.

Al quedar sola ya en el callejón, con las pinceladas naranjas que avisan la llegada de las sombras nocturnas, Lulú se bajó como pudo del árbol y se fue corriendo a su casa. “Doña Luisa resucitó al gato”, se decía en su mente Lulú, si se lo hubieran contado jamás lo hubiera creído, pero ella fue testigo, ella vio todo y supo desde ese momento que la magia es real, que sí existe, que no debemos de juzgar la antigua tradición que muchas personas aún la practican en beneficio de los seres vivos, porque sí, al magia es para todo, si todos tenemos esta vida que de por sí es mágica porque no sabemos realmente su origen, entonces debe de respetarse esa misma vida, y sus misterios que son sólo para algunos, para esos de alma limpia que ayudan incondicionalmente a todos.

Doña Luisa representa la magia que trasciende el tiempo y la distancia, yo estoy segura que aún después de su muerte, ella sigue ayudando, pues la incondicionalidad, lo sé, es infinitamente eterna como el amor a los demás que ella demostró al resucitar a su querido gato, su animal de compañía, y en términos mágicos, su familiar. Te pongo fotos del Camino Real de Guanajuato, ¿quieres conocerlo? Ven, lee y anda Guanajuato.