El Laberinto

Tiembla

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Está por terminar uno de los meses que en México son de los  más queridos y temidos al mismo tiempo, el fresco septiembre en que solemos cerrar nuestras festividades patrias, que incluyen una serie de excesos gastronómicos, etílicos y hasta pirotécnicos y  que se prolongan mucho más allá de las fechas oficiales, con una telúrica sacudida, que si tenemos suerte ocurrirá con luz de día, pues la alternativa es la pasarela en pijamas y ropita interior.

Gente reacciona después de un terremoto en la Ciudad de México. 23 de junio de 2020. REUTERS/Tomás Bravo

Jocosos, como siempre solemos ser, ya tenemos el bolillo contra el susto, las croquetas en el bolsillo para que nos encuentren los perros rescatistas, la rebautizada del mes a “septiemble” y la costumbre de hacer los simulacros no muy en serio aunque después nos arrepintamos en el sismo.

El folclor es sumamente divertido, no así las teorías que buscan explicar la presunta  uniformidad de un fenómeno que no tendría que serlo, pues  oscilan,  como lámpara en pleno sismo, de la conspiración (nos los mandan los gringos con sus rayos láser) a la magia (pensando en la ley de la atracción y cómo los invocamos por qué les tememos y los representamos).

Lo interesante de poder explicarlo sería el poder hacer algo al respecto, de menos pasa saber que día llevar zapatos cómodos a la oficina para poder bajar los 14 pisos sin elevador o entender su naturaleza para construir de acuerdo a lo que sucede y saber que no pasará de una sacudida, aunque es verdad que en esos temas de prevención somos una desgracia, pues aunque esperamos un evento de manera regular, como las lluvias, no hacemos nada para pasarlo con dignidad y creo que hay un trasfondo supersticioso ahí, mucho más viejo que el new age de la ley de la atracción y es que hay cosas en las que preferimos mejor no pensar como cuando te llaman por teléfono para ofrecerte servicios funerarios y de pronto uno se siente con la espada de Damocles encima.

Lo que casi nadie dice es que estamos en un punto donde convergen cinco placas tectónicas y que esto también nos ha dado una ventaja importante sobre otros territorios, sin ser tan letal como lo imaginamos, (que si no les juro que no estaríamos en estas cifras de sobrepoblación) y es que eso ha generado el loco relieve que divide nuestras regiones y a su vez este relieve nos da diversidad de climas, de plantas, de animales y hasta cerros para subir.

Porque todo mundo dice “ay que miedo los temblores” o “ay que feo que tiemble” pero nadie dice “gracias sismos por hacernos un territorio megadiverso” no olviden que estamos según nuestros ancestros que algo sabrían de donde estaban parados ya que decidieron echar la piedra sobre el pantano, en el cuarto sol, cuya característica principal es el movimiento.