Desde el Faro

¡A BAILAR!

Compartir

En el kiosco del Jardín de La Unión, el grupo de músicos instala sus instrumentos, mientras abajo, la gente parece estar ansiosa, inquieta; es el mediodía de un sábado cervantino, el sol cae a plomo; de repente, se escucha algo que dice así: “corazón de melón, de melón, melón, melón, corazón…”. Así, de forma imprevista, el ambiente, comienza a calentarse más, las parejas se animan a bailar, el optimismo se contagia y explota el entusiasmo.

La vieja melodía penetra los oídos de adultos mayores y jóvenes, llega hasta la profundidad del ser e incita a todos a mover los pies, caderas, y de paso darle un masaje al cerebro, porque esas son algunas de las ventajas de la música y el baile, rejuvenecen las neuronas, estimulan el sistema nervioso y a la actividad mental; son pura medicina contra las dolencias físicas y sicológicas.

Quienes observan a las parejas moverse con entusiasmo, parece que también tienen deseos de liberar el estrés, de borrar sus emociones negativas, fundirse en sentimientos positivos para sentirse bien y arrojarse al torrente de emociones.

El ritmo sabrosón que produce la Danzonera Pegaso, proveniente de la Ciudad de México, con el sonido de la clave – ese instrumento tan básico, formado solo por 2 palitos de madera- , las tumbadoras y metales, emite algo que suena como un son montuno en la voz de Benny Moré – “El Bárbaro del Ritmo” – : “mi chiquita quiere bailar, mi chiquita quiere guarachear, mi chiquita quiere bailar….”.

Después de casi 2 horas el entusiasmo no decae, por el contrario, el guateque continúa con mambos, cha cha chás, rumbas y salsa, ese ritmo que es como una mezcla de todos; bailadores y oyentes piden más, y el grupo musical ofrece un auténtico regalo: “Camino de Guanajuato”, a ritmo de ¡danzón!, interesante resulta el arreglo a la obra del gran José Alfredo, un tanto sensual, cadencioso.

La oportunidad de recetarse unas cuantas cucharadas de la pócima que combate todos los males físicos y sicológicos no es desaprovechada por los bailarines, como la pareja que ilustra este mensaje – ella, de Mérida; y él, de Villahermosa – ; y es que así es el baile, elimina todo lo negativo; esa es una de las herencias del Festival Cervantino.