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SERES SOMBRA

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Siempre se ha dicho que los niños son bendiciones que llegan a la casa, hay un refrán que dice que ellos “traen torta bajo el brazo”, es decir, que cuando llega un nuevo integrante a la familia la suerte es para los padres pues llegará sin duda la prosperidad a sus vidas, pienso que es verdad, al menos traen alegría y hacen que la familia salga de la rutina, de esa rutina que a veces te mata lentamente.

Pues bien, mi amigo Raúl me ha contado que cuando él era pequeño, en la casa que rentaban ahí cerca de la Presa de Los Santos, siempre estaban acompañados por los llamados seres sombras. A veces ellos pensaban que se imaginaban que algo o alguien se escondía de prisa debajo de las escaleras, o debajo de las camas, o en la esquina de los techos de esa casa. La casa era amplia, tenía tres pisos a desnivel lo que la hacía, para él, interminable, lo mejor era subir a su cuarto a descansar todas las noches. La puerta de su cuarto, en esa laberíntica estructura, daba indirectamente a la puerta de la entrada y quedaba de frente a la entrada de la cocina que no tenía puerta, pues daba mayor movilidad y paso para todos. Su cuarto era amplio, y tenía un ventanal enorme que daba directamente a la presa, por lo que en verdad tenía una vista privilegiada que por las noches daba idea de estar cerca del mar. Su imaginación era movidita, me dice.

Cuando su hermanito nació, era necesario tener en su cuarto un cuna que permitía a su mamá cuidar desde la cocina el sueño del bebé mientras ella hacía la comida o incluso si lavaba los trastes. Para Raúl no hubo problema, él estaba feliz de tener una compañía al menos durante el día.

Una noche, su mamá le dijo que por favor cuidara a su hermanito, Raúl dijo que sí que no se preocupara, que estaba en el cuarto jugando. Lo que no le dijo es que estaba absorto con sus videojuegos. Así que el tiempo pasó y él, dando la espalda a la cuna, se perdió en la ficción de inmediato.

De pronto su hermanito comenzó a llorar, él escuchó que su mamá le cantaba, casi susurrando una canción de cuna, para volverlo a dormir, por lo que seguro de que ella había subido a consolarlo, ni siquiera volteó a ver. A la vez, su mamá escuchó llorar a su hijo y luego, luego, escuchó un murmullo de la canción de cuna pensó que Raúl le cantaba al oído al bebé para consolarlo. Tranquilos, ambos siguieron en sus labores. Casi al minuto, el bebé comenzó a llorar, esta vez no se escuchó ningún canto, por lo que su mamá le gritó a Raúl que por favor viera a su hermano, él le contestó que sí, pero siguiendo en sus videojuegos, escuchó otra vez el canto casi inaudible y el niño dejó de llorar, pensó que su mamá había subido, ella escuchó al unísono ese susurro de canto y al niño callarse por lo que otra vez siguieron cada uno en lo suyo.

De repente, a los cinco minutos el niño comenzó a llorar, pero esta vez era un lloro inconsolable, tan exigente de ayuda que la mamá le gritó a Raúl ya enojada que viera a su hermano, salió al quicio de la cocina y en ese mismo instante Raúl volteó a ver a la cuna, y ambos pudieron ser testigos de que un ser sombra movía con arrullo y cantaba, ahora sí más audible, una vieja y triste canción de cuna, pero esta vez en un lenguaje antiguo tan antiguo que no lo identificaron, ambos se quedaron inmóviles, el bebé le sonreía a esa sombra, al parecer le gustaba ese canto, lo confortaba, lo aliviaba de su oquedad de niño en esa cuna inmensa.

Raúl no se pudo mover, lo jura hasta la fecha, y me narra: “Y entonces vi una sombra que estaba arrullando al niño, no era posible, ¿cómo es que aún de día ese ser se aparecía?” Du mamá casi al instante de un salto fue con su hijo y enfrentó a esa sombra que, al verla cerca de la cuna, sólo atinó a tocarle con su mano el rostro en una ligera caricia… así como llegó la sombra  la vieron que se volvió bruma y traspasó la esquina del cuarto de Raúl. Su mamá tomó al bebé y le dijo a Raúl que la siguiera. Salieron de la casa, su mamá no sabía qué pensar. Esperaron como una hora ahí afuera hasta que llegó su papá. Le contaron lo sucedido y entraron temerosos a la casa. Nada, todo tranquilo como si fuera una noche más.

Desde ese día esa sombra se aparecía por toda casa como si fuera de ella, ese ser sombra ya vivía ahí. Yo pienso que esos seres sombra son las almas de nuestros ancestros que vienen desde tiempos inmemoriales y el tiempo los ha estado desapareciendo poco a poco. Aunque solo son bultos negros que se esconden en las esquinas de los cuartos y a veces se aparecen como mantos negros y pasean por toda la casa, se esconden atrás de las cortinas largas, o debajo de los muebles, no quieren ser vistos porque ellos son testigos de la vida de sus descendientes…verlos es un privilegio dicen unos y otros dicen que es la maldición de que te están esperando para llevarte con ellos, y cuidar de ti en el más allá. Lo cierto es que esta sombra siguió en esa casa hasta que ellos se cambiaron, y aunque mi amigo no viva ya ahí, dice que esa sombra los cuida a cada uno de ellos, en donde estén, con quien estén y aunque al principio le dio miedo, ya es como de la familia. Yo sí creo que es uno de sus antepasados que no quiere ser borrado, olvidado. ¿Quieres conocer a mi amigo Raúl? Él te puede contar muchas más vivencias con ese ser sombra. Ven, lee y anda Guanajuato.