Desde el Faro

KELLY LLORENTE, JUGLAR DE DIOS

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Ya está en todas las plataformas y redes sociales

Se formó en las calles en medio de una infancia difícil, violenta, sin oportunidades; por ello es aguerrida, rebelde, solidaria; y a través del rock, esa música estruendosa para algunos, y liberadora para otros, ha logrado transmitir sus experiencias, su descontento hacia una sociedad “injusta, llena de avaricia”.

Y aunque no tuvo educación musical, siente la música y la utiliza como herramienta para expresar el sentido social de la vida con energía, sin perder la buena vibra con la que ha conquistado a la “banda” que la sigue en Guanajuato capital. Los títulos de algunas de sus rolas dan una pista acerca de su compromiso con las causas que considera justas: “Absurdo”, “Mala Fama”, “Fuera de Control”, “Perversa” o “Mundo Material”. En “Mala Fama” dice : “todos dicen que no tienes alma, pocos saben lo que te pasa, solo hablan sin entender, dicen que eres mala mujer, quien te ataca sin piedad no le importa dónde estás….eres mujer de mala fama..”

Pero si ha creado rolas donde manifiesta el rechazo de la sociedad hacia un sector de las mujeres, también se siente comprometida con los migrantes centroamericanos; en otra canción, titulada “Sucio Vagón”, dice: “ahora que has iniciado tu viaje en el tren, ni siquiera sabes si vas a volver, el diablo llamó para tu alma vender, mientras tu madre reza porque estés bien; todos tus recuerdos y risas de ayer, hoy se vuelven llanto y risas también, esta madrugada sabes que llegarán, ahí viene la tira, escóndete bien”.

Ella conoció de cerca esta situación al ver el trabajo de “Las Patronas”, esas mujeres que ayudan a los migrantes con alimentos; desde entonces, las escenas de “La Bestia”, con su lomo lleno de hombres, mujeres y niños, no se apartan de su mente, por ello, compuso la canción.

Si sus textos tienen ritmo, la música creada junto con los integrantes de su grupo – “Los Hijos de la Mala” – penetra el ánimo de quienes la escuchan. Una vigorosa batería, el bajo, el teclado y la guitarra mueven, alteran cuerpo y alma, hasta los enemigos del rock son “tocados” al escuchar esta música.

Tanto en los “toquines” al aire libre, como en sus grabaciones, producidas en un estudio casero, ubicado en un callejón de Guanajuato, pueden sentirse emociones diversas: rabia, esperanza, amor; por ello, bien podemos llamar a Kelly Llorente como una juglar de Dios porque alivia, aunque sea por momentos, la tragedia del mundo.

DE BARRIO BRAVO

Es originaria de la Ciudad de México pero creció en un barrio bravo de Ciudad Neza; en un ambiente lleno de cosas que ninguna niña debería ver y vivir, sin embargo, la música le ayudó a “sanar el alma”, y en Guanajuato se ha convertido en la potente máquina que arrastra, jala al rock.

Llegó por primera vez a la ciudad en el 2016, tocó en la Plaza de Los Angeles, en el Cervantino; regresó un año después para unirse a la lucha que por entonces realizaban «El Caballo» García Ledezma y la Hermandad Vivos por el Rock en busca de un espacio para impulsar la música rock, el metal en especial. Hubo que derrumbar algunas buenas conciencias y lo lograron, a medias; ahora, esa “música estruendosa” se escucha con mayor frecuencia.

A través de sus canciones el escucha puede darse cuenta que ella no es ajena a lo que sucede en su entorno; ella está en condiciones de salir de sí, ver por los demás, por ello es solidaria, fraterna, cooperativa…