El Laberinto

Pues cavando más

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En el episodio once de la quinta temporada de Los Simpson Homero detective (1994), al final el ladrón conocido como “El Gato” estafa al pueblo entero para escapar enviándolos con una ambigua referencia de una equis, a buscar un inexistente tesoro y cuando se ven todos sumergidos en un inmenso agujero sin escaleras o medios para subir de nuevo, alguien pregunta: ¿y cómo vamos a salir? y responden, pues cavando más.

Aunque en un principio me causó mucha risa la frase, ahora que la pienso profundamente me doy cuenta de que todos lo hacemos en diversas situaciones de nuestras vidas, pero no lo evidenciamos tanto, por ejemplo: al curarnos  la resaca bebiendo más, incluso llegando de nuevo al punto de partida de todo: al sabroso y pernicioso estado de ebriedad;  cuando esperamos que quien nos rompió el corazón nos consuele por ello, lo que normalmente termina en peores desencuentros y nuevas formas de tortura emocional; al pelear con otros por que estamos enojados y terminamos más enojados y con nuevos problemas; si  perdermos  la paciencia con una herida  y entonces  le arrancamos constantemente la costra esperando que así sane, dejando mayor cicatriz y prologando la convalescencia.

Frente a nuestros ojos entonces nos encontramos con falsos tesoros que nos hacen perder el tiempo e ilusionarnos en balde y ahí estamos, gastando nuestra energía y tiempo, metiendo a más personas en nuestros embrollos esperando que al final de todo esto nos espere el botín, pero no es así. Tan solo queda un agujero donde quedamos atrapados. Y se repite mientras esperamos que algo debajo de una equis nos transforme la vida.

Romper ciclos es tremendamente difícil, con frecuencia preferimos el dolor de lo conocido que el alivio que podría traernos el misterio, irónicamente por miedo a seguir sintiendo una pena de que todos modos sigue ahí,  muchas veces esperamos resultados nuevos de las mismas acciones y es que es tan difícil conseguir otras herramientas que no sean las clásicas palas para hundirnos, por que requieren trabajo y auto observación y no todos estamos dispuestos a hacerlo.

Porque somos aferrados y seres de costumbres y nos parecemos al mono que no puede soltar la fruta para sacarla del recipiente y que la mira frustrado, al no poder comerla.

No vamos a salir cavando más, a menos que lleguemos a China, como en los dibujos animados y si lográramos eso, nos representaría mucho más trabajo que la simple acción de trepar para lograrlo. Que nos quede de lección.