El espacio de Escipion

El momento de defender la soberanía… ¿y también para llamar a la unidad nacional?

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+ Felipe Calderón y la oportunidad de quedarse callado

+ Encuestitis inverosímiles

Días de nubarrones en las políticas de seguridad y de relaciones exteriores, donde el espíritu de la nueva colaboración entre México y los Estados Unidos en el combate contra los cárteles productores y traficantes de las drogas, han generado conjeturas conspiracionistas y especulaciones alarmistas que, sin fundamento, hablan de una invasión a nuestro territorio, aunque sí, lo más seguro es de que quizá vengan a imponer sus líneas estratégicas sin condiciones.

Si la semana pasada fueron los republicanos trumpistas los más agresivos contra México, como lo comentamos y por lo redituable políticamente hablando, ahora tocó el turno a Bob Menéndez, senador demócrata, reconocido por su influencia política, quien se sumó a los grupos duros de su país que cuestionan y exigen más resultados al gobierno de México en materia de detención de capos y de control del mercado de las drogas.

La presión va en aumento, sin duda, porque como dijimos el alto consumo de fentanilo ya es tema de seguridad nacional. Un informe de seguridad nacional del 2023, elaborado por las principales agencias de inteligencia de los Estados Unidos (FBI, CIA, DEA, NSA y el Pentágono) identificaron a la producción y distribución de esta droga con los daños que causan las armas de destrucción masiva, es decir, que lo eleva al mismo nivel de preocupaciones como China, Rusia, Corea del Norte, las armas de destrucción masiva y el cambio climático, según colocó en su primera plana el diario Milenio de este lunes 13 de marzo.

Por ello, porque aunque no está en riesgo la invasión, la campaña antiMéxico sí requería respuestas y el gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha lanzado una estrategia diplomática, que según trascendió incluyó a los 52 cónsules en Estados Unidos encabezados por Marcelo Ebrard, quien no desperdicia el foro internacional que le brinca el corcholatómetro para envolverse en la bandera nacional, tomar la espada desenvainada y advertir que sobre su cadáver permitiría la entrada de tropas estadounidenses a nuestro país.

Claro, la bravuconada de nuestro canciller tuvo una respuesta seca del secretario de Estado Antony Blinken quien no lo recibió y sólo vía telefónica le reiteró los mensajes de llamar a la seriedad al gobierno mexicano, y reforzar la cooperación contra el fentanilo.

Bueno, el clima está propicio para lanzarse sendos mensajes nacionalistas y en defensa de nuestra soberanía nacional, que es positivo, pero falta que se teja hacia adentro del país, hacia la conciliación y a cerrar filas con nuestro gobierno.

Si bien es exagerado considerar que estamos ante un riesgo de invasión como las sufridas entre 1846 y 1848 o como dicen algunos extravagantes que se consuma un “golpe de Estado blando”, o que las fuerzas del fascismo internacional terminen por doblegar a millones de compatriotas. En este momento, en que la cuarta transformación se desvive por presumir la inversión extranjera directa y los beneficios de la prosperidad de los tratados comerciales, todo lo anterior suena imposible.

Sin embargo, habría de ir tejiendo fino para que la división sociopolítica nos divida o nos haga claudicar en la defensa de nuestros intereses como nación. Por ello, habrá de recordar que el último rumor de una inestabilidad ocurrió entre 1995 y 1996, cuando la presidencia de Ernesto Zedillo estaba en su momento de mayor crisis producida por los ajustes de cuentas con su antecesor y, sobre todo, por los desajustes económicos globales provocados por el “efecto tequila”.

Y antes, dos momentos han sido convocantes a la unidad nacional: el 12 de septiembre de 1940, y en el marco de la Segunda Guerra Mundial, cuando la Cámara de Diputados declaró presidente electo a Manuel Ávila Camacho, cuyo mandato debería basarse en la conciliación y la unidad nacional; y en el sexenio de Adolfo López Mateos, cuando el milagro mexicano requería también la supresión de las libertades políticas, obreras, campesinas y sociales so pretexto de no entorpecer el crecimiento del país.

Hoy las circunstancias están diferentes, los movimientos obrero y campesino prácticamente son inexistentes y aunque se descalifican las protestas y algunos paros de trabajadores, muy lejos estamos de un clima de inestabilidad social de alta consideración. Sin embargo, hay circunstancias que sí alertan, porque hay riesgos a nuestra soberanía por la transnacionalización del crimen organizado y las imposiciones que los factores de poder estadounidense quisieran para México, so pretexto del combate a los cárteles del narcotráfico.

A unos días de la celebración del 18 de marzo en el Zócalo, cuando se dé un nuevo acto al egocentrismo presidencial, se prevé esté cargado de mensajes patrióticos, pero no de unidad de los mexicanos. Al respecto, conviene recordar que a mediados de 1996, Andrés Manuel López Obrador, entonces candidato a dirigir el PRD nacional, hizo circular un manifiesto titulado «La defensa de las instituciones y rechazo a la renuncia presidencial», en el cual planteaba la necesidad de un acuerdo político y de unidad encaminado a una transición democrática, debido a las señales de un presunto golpe de Estado en contra del entonces presidente Ernesto Zedillo.

“El presidente podría tener el apoyo del pueblo mexicano, de nosotros mismos, pero no se la quiere jugar del lado del nacionalismo, de la defensa de los intereses patrios, de la atención a reclamos sociales de justicia, democracia, libertad y paz», convocaba AMLO ene ese entonces. Por lo que le proponía al presidente Zedillo un “acuerdo de unidad y apoyo político”.

El 2 de junio de 1996, Andrés Manuel López Obrador, como candidato a dirigir el PRD nacional y explorando al país, hizo circular este documento en el cual denunció que se fraguaba un golpe de Estado contra el entonces presidente Ernesto Zedillo.

“Si para salvar a la República tenemos que apoyar la Presidencia, no vamos a titubear en hacerlo, la ocupe quien la ocupe. Si el presidente Zedillo tiene sensibilidad política, si no se confunde con nosotros, si no se crece al castigo, sepa él y sepan los mexicanos que nuestro partido es uno solo para defender las instituciones y que todos sus militantes y dirigentes somos también soldados de la República”.

«Está en marcha un proyecto para deponer al Presidente Ernesto Zedillo, inspirado y promovido desde el extranjero y vinculado a grupos políticos y económicos que traicionan al régimen para apoderarse del País, esencialmente de los yacimientos petroleros», advertía.

Decía entonces que era necesario cerrar filas en torno a las instituciones del país, entre ellas la Presidencia y el sistema republicano.

“No queremos alianzas con el presidente Zedillo. Deseamos acuerdos donde se comprometa con el pueblo y con la nación, y nosotros a construir una verdadera transición democrática. Queremos acceder al poder, pero no sobre el cadáver de la República. Queremos un nuevo proyecto nacional, pero ello sería imposible si perdemos la nación”.

¿Imaginemos que en esta coyuntura, un líder opositor llamara a cerrar filas con el presidente de la República, como ocurrió allá en el lejano 1996, cuando la rumorología anticipaba un golpe de Estado contra el entonces presidente Ernesto Zedillo, según las versiones por parte de los grupos duros de los Estados Unidos y sus aliados salinistas mexicanos?

El azar y la causalidad, el acuerdo secreto del zedillismo y el obradorismo; la verdadera historia saldrá a la luz tarde o temprano, pero después de este llamado de unidad AMLO ganó el PRD nacional sobre el líder histórico que era Heberto Castillo, después rompió “la democracia selectiva” del salinismo para que el PRD ganara el GDF y tres gubernaturas, además de ser la segunda fuerza electoral nacional, y para cerrar, fue un cuestionado candidato a jefe de Gobierno sin tener la residencia de ley.

+ Felipe Calderón y la oportunidad de quedarse callado. Lo hemos reiterado muchas veces, pero si algunos personajes hacen daño y entorpecen cualquier intento por ser competitivos a los opositores en el 2024 son los ex presidentes Calderón y Vicente Fox. Ambos tienen corresponsabilidad en el desmantelamiento de la inteligencia policial (Fox y Gertz Manero, tienen mucho qué decir), la administración de la inseguridad con fines político-electorales (ahora todos miran a García Luna, pero faltan muchos más, como Marisela Morales, de la que nadie habla) y la inserción de improvisados en las tareas de seguridad pública además de una corrupción permisiva en altos niveles policiales, donde se edificó una hermandad que sigue vivita y coleando.

+ Encuestitis inverosímiles. Vienen y van, mes a mes las encuestas para saber cómo van los suspirantes para los cargos de gobernadores, jefatura de gobierno de la CDMX y la presidencial. Algunas disparadas, otras rellenas de nombres que nada tienen qué hacer y otras que incluyen a personajes que son meros chistes. Pero las de marzo, ahora sí están todas disparatadas, tanto por su dudosa metodología como las conclusiones que arrojan. Ahí están las poco estrictas encuestas telefónicas (aún las hacen, a pesar de sus sesgos), las digitales (tan limitadas o más que las telefónicas), una más feisbuquera (en serio) y algunas que no se sabe si son reales o son mensajes patrocinados. A estas alturas del debate sobre el rumbo de la democracia en México, habrá de exigirle más a estas empresas y comenzar a depurar el universo del análisis demoscópico con rumbo al 2024.

Contacto: feleon_2000@yahoo.com