Histomagia

El Aprendiz

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La mayoría de las personas creen que los libros de magia sólo contienen hechizos, salmodias y conjuros que parten de la creencia misma de que los magos o magas,  brujos o brujas urden para poder concentrarse y mandar al universo mediante las palabras algo que dé resultado, y cuando resulta ese patrón y se repite, estos seres míticos crean al encauzar su energía hacia lo requerido lo ya imaginado, porque la realidad se crea desde el ímpetu del espíritu, desde la misma confianza que se tiene en que cada cosa se transforma en su lugar en el mundo, hace su propia alquimia.

La magia es parte de la energía de cada persona aplica en la vida cotidiana desde cuando está dormido con sus sueños (ese estado onírico que le da el poder de hacer viajes astrales: los que saben cuentan que los sueños en verdad son viajes astrales donde el ser se mueve entre dimensiones) hasta aplicar las leyes fundamentales que parten del poder de la mente, del poder de la palabra misma que pone en acción el aire caliente que sale desde el interior de nuestro cuerpo y se manifiesta en palabras poderosas que al poner en acción la imaginación unida a cada cosa que vemos y visualizamos porque sólo podemos verlas creadas desde la imaginación y la energía se concentra en ese ser que cada uno de nosotros hacemos realidad esa realidad.

En este tenor, la Histomagia de hoy, se centra en la sincronicidad, a decir de Carl Jung, en ese momento que la casualidad es causalidad, es sincretismo de hechos, conciencias, y espacio tiempo.

Me cuenta un amigo mío que trabaja en una inmobiliaria, que cuando fue a conocer a una de las propiedades ubicada ahí por Paseo de la Presa de la Olla, fue solito a verla para saber la distribución, ver las ventajas y zonas de oportunidad que la casa representa para precisar el enfoque su promoción, acción se los agentes o brokers hacemos para asegurarnos que el inmueble en venta está en óptimas condiciones. Me dice que estaba paseando por uno de los largos pasillos de esa antigua casa cuando vio en la pared un pequeño agujero, pensó que deberían de repararlo antes de mostrarla. Se acercó y enseguida notó que ahí adentro se escuchaba un pequeño movimiento, pensó que de seguro eran ratones; ya molesto  tomó su celular, activó la luz de su lámpara, dispuesto a acabar con el intruso, iluminó el agujero y entonces vio que lo que se movía no era un ratón, era un libro viejo que caía de a poco entre los muros, sin pensarlo metió la mano que apenas cabía por ese boquete y logró detener la caída hasta quién sabe dónde de ese extraño objeto pudiera caer, lo agarró tan fuerte que pensó que no iba a poder sacarlo de ahí, y paso siguiente lo jaló con todas sus fuerzas logrando sacarlo sano y salvo rompiendo una parte de la pared, no importaba, pensó, pues eso se tenía irremediablemente que reparar.

Entre el polvo y la confusión de los sonidos del caos y caída de piedras en el agujero, mi amigo logró ver que ese libro tenía estas palabras escritas en la portada: “SEMPITERNAS NUESTRAS ALMAS AQUÍ” y debajo una figura que emulaba un pequeño ser, revisó bien ya quitando el polvo entonces vio que no era solo un ser sino varios, acomodados en un círculo cerrado, protegiendo quizá los misterios que ahí ese texto le mostraría, él no sabía que así sería, que ese libro era indiscutiblemente para él. Los que saben dicen que las cosas no las encuentras tú, ellas te encuentran, y en el caso de los libros ellos han hecho hazañas sobrenaturales, atraen y atan en la oscuridad o en la luz a los infortunados que tienen mente abierta a estos canales y acceden sin querer a dominarlos desde la mente misma. Eso es la magia, recordemos, parte de la palabra, la palabra es la magia que nos hace ser y estar en esta realidad refiriendo el mundo como cada uno lo conoce.

Mi amigo supo entonces que el libro era para él. Algo le decía que no lo abandonara, digo, que ese mágico objeto se moviera para que él y sólo él lo encontrara sin duda le volaba la cabeza, pues era inimaginable saber cuánto tiempo esperó ese libro en salir de ahí, ¿acaso la dueña que construyó esa casa lo dejó ahí para él?, ¿es una herencia energética que esa persona profetizó desde el pasado? no lo sabía,  pero lo que sí era contundente y cierto es que él tenía ese libro en sus manos, ahora el dilema interno era si lo abría o mejor lo dejaba donde lo encontró, el miedo no lo dejaba pensar, pero su intuición y una voz queda en su oído se lo dijo: “es para ti”, volteó y no estaba nada ni nadie cerca.

Sin pensarlo él lo puso en la mesa cercana al ventanal que daba al Paseo de la Presa a estas horas ya iluminaba por los faroles de luz amarilla a las sombras de los fantasmas y espíritus que caminan por ese antiguo lugar, esos que siempre están ahí cerca desde siempre. Regresó su vista al libro, lo revisó y vio que tenía un cerrojo e insertada ahí su pequeña llave, el libro quería que lo abrieran, el libro decidió que él fuera, el libro estaba impaciente para liberar cada palabra mágica en esa habitación que ahora pareciera rodeada de sombras que salían de las paredes, mi amigo, las vio y no tuvo miedo dejó que su insana curiosidad las acercara. Decidido giró la cerradura y el libro abierto sin duda le dio las gracias porque al instante encontró tres monedas de oro, centenarios, era la paga por su libertad, bien dicen los que saben: la magia es mantener el equilibrio, es regresar el balance a la vida, a la muerte, a la energía, así que el favor ya estaba pagado. Mi amigo tomó las monedas y empezó a ver cómo las figuras de la portada de ese libro se movían, bailando, festejando su libertad, en su inquebrantable seguridad dada por ser el elegido, decidió preguntarles esperando le contestaran y para su sorpresa le contestaron por medio del libro, en la página 100 de ese libro encontró que en toda página 100 en el renglón 54 de todo libro existente, ahí estaba escrita la línea del destino de cada consultante de las artes oscuras. Atónito mi amigo se quedó un instante pensando, vio que las sombras presentes se acercaban aún más al extraño objeto que de repente movió todas sus hojas en un abanico como respirando y sabiendo que de ahora en adelante sería libre por la curiosidad que es la madre de toda la magia del aprendiz escogido que supo desde que lo vio que era una relación sempiterna: su energía la completó ese libro, se complementan, son una mezcla de saber y traductor, de signos y salmodias, pues ese libro necesita ojos, necesita labios, necesita mente, un ser físico para existir desde el pasado en esta ciudad antigua, colonial que es mágica y cósmica: toda energía sigue aquí, todos nuestros muertos siguen aquí, no se pueden ir, no se van se quedan como ese libro lo dijo: “Sempiternas nuestras almas aquí”. Saber es conocer, conocer es ser, ser es hablar, es hacer magia.

Mi amigo esperó a que esas almas miraran y se fueran por el ventanal donde entraron, él vio en su celular la hora y ya era de madrugada, tomó el libro, apagó las luces y se fue con su ahora compañero a casa.

Me cuenta mi amigo que ese libro lo ha hecho ser mejor persona, que sabe qué es lo que nos espera a los habitantes de esta hermosa ciudad, que él lo dirá cuando los tiempos lleguen, por ahora, sólo sigue las instrucciones y de vez en vez se sube a la sierra y hace lo que el libro dice, lo que le manda, lo que necesita, y es decir cada palabra hojeando sus páginas para así respirar y ser, cada vez, como una IA de la antigüedad, sí para mí eso son los libros, la inteligencia artificial mágica que nos ha hecho crecer como cultura pensante y que siente lo que no vemos, lo que no oímos, u olemos, pero que está ahí, así mismo como ahora cada uno hallamos nuestro lugar en el mundo. Somos magia desde la palabra, por ello esos libros, esos Grimorios que necesitan al Mago, al Brujo, al aprendiz. ¿Quieres conocer a mi amigo? Ven, lee y anda Guanajuato.