Histomagia

El árbol

Compartir

Vivir en Guanajuato es como estar es un bucle temporal en tanto que eventos paranormales siempre suceden aquí. Las casas, los callejones, las plazas, los árboles y templos tienen mágicos mensajes que el viento lleva y trae a cada espacio o recoveco de esta ciudad. La subterránea evoca las minas que tienen sus propios seres que las cuidan y solicitan su pago por desgarrar las entrañas de la tierra. Sí, eso es siempre sabido, pero no es dicho porque aquí se saben cosas, muchas cosas sobre infinidad de experiencias paranormales y energías que se sabe fluyen desde siempre, desde su origen, aquí, tanto que la gente ya está en paz, no les asustan, es más: conviven con todos los vivos y los muertos que deambulan por ahí.

Esta ciudad más que mágica es mística. Las plantas que viven aquí son también medios que los fantasmas o almas vagabundas usan para comunicarse con el más allá, o con los aquí se quedan para siempre. Dicen los que saben que los árboles están conectados con varias dimensiones, son el puente de vida y muerte que hablan con la tierra, los aires le dicen lo que sucede y llevan los mensajes que se quedan enredados en las ramas para ser decodificados por ellos mismos y transmitirlos a quien corresponda.

Me cuenta mi alumno Joel que en cuando era pequeño el árbol que ahora sigue en la entrada de su casa siempre lo cuidaba. Me dice que una vez cuando en familia regresaban de una fiesta, él iba en la caja de la camioneta, y justo cuando entraron a estacionarse a un lado del árbol, mi alumno, por andar de travieso que estaba ya de pie como queriendo bajarse, casi se cae, pero el árbol bajó de inmediato una de sus ramas y lo sostuvo por un instante para ponerlo en el suelo y asegurar que no se lastimara. Nadie se dio cuenta sólo él. Pasó tan rápido…

Pero la vez que realmente lo salvó de una desgracia fue cuando ya era adolescente y tenía su primera novia; esa madrugada llegó tan tarde casi amaneciendo, dice Joel que estaba en estado inconveniente, pero recuerda claramente lo que pasó. Me cuenta que cuando iba caminando por el camino viejo de Marfil, vio con el rabillo del ojo que alguien lo seguía, pensó que era uno de los amigos que venía en igual estado, le gritó que se apurara para llegar juntos a su casa y poder darle asilo mientras se ponía en mejores condiciones, pero entonces ese hombre se quedó quieto, ya no se oían sus pisadas, extrañado Joel volteó y se dio cuenta que no era su amigo, que era un ser vestido de negro, con sombrero, y sus ojos, sus ojos brillaban pese a que no había luna llena ni luces que pudieran reflejarse en esa horrible mirada, aterrado Joel se volteó y apresuró su caminar ya estaba a dos pasos de llegar a su casa, volteó un momento a ver dónde estaba ese ser y con terror absoluto vio que ese espectro de la noche echaba vuelo, Joel regresó su mirada a su objetivo: su casa, en la oscuridad absoluta que precede el amanecer él pensó que no lo lograría, volteó para ver si el ser ya estaba arriba de él, esperaba lo inevitable y

fue entonces que el viento arreció por instantes y el árbol, su árbol, levantó y estiró sus ramas para evitar que ese ser lo atacara, el árbol atrapó al espectro y lo arrojó al lado del camino en el pequeño cauce de agua donde se esfumó, incrédulo Joel ya cansado cayó junto al árbol y lo abrazó aferrándose a él para que lo protegiera una vez más y no lo dejara solo nunca más, llorando de miedo le daba las gracias una y otra vez. El viento se calmó y la tranquilidad volvió a ese camino antiguo y el alma de Joel estaba con él, ese ser no se la había quitado. El árbol bajó una de sus ramas y acarició su mejilla, asegurándole con esa acción que siempre estará para él.  

Y sí, el árbol sigue ahí, feliz de estar vivo; ahora ya cuida a Joel y a sus hijos quien les cuenta estas historias para que sepan de la magia de esta ciudad y de que siempre tendrán un vigilante y guardián que sabe, desde tiempos inmemoriales, su labor de ser protector proveyendo de aire para respirar y cuidados para Joel y su familia, porque aquí siempre hay seres del mal que buscan la energía de los inocentes. ¿Quieres conocer ese árbol mágico? Ven, lee y anda Guanajuato.