El espacio de Escipion

Faltan 539 días para el cierre del sexenio, ¿qué tanto han cambiado los electores?

Compartir

+ Raúl Padilla López y la democratización de las universidades públicas

+ Inflando cuentas de redes sociodigitales

Sí, faltan casi 17 meses, 76 semanas y al momento de esta opinión 539 días para concluir el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, el que inició el 1 de diciembre de 2018 y cerrará el 1 de octubre de 2024, dos meses antes de lo acostumbrado debido a una reforma política que poco se ha comentado.

Tres meses antes, los partidos, la sociedad en su conjunto, los sectores productivos, los grupos de interés económico y hasta el crimen organizado habrían explotado su máximo esfuerzo para influir en el resultado de una elección presidencial que parecería, en este momento, no generar ninguna sorpresa en lo más de 95 millones de ciudadanos empadronados, pues el partido Morena y cualquiera de sus candidatos parecen ir encaminados a una victoria segura en la presidencial, mas no así en los otros cargos, entre otros, la jefatura de Gobierno y los legisladores del Congreso de la Unión.  

Y es que los factores que alterarían el entusiasmo del morenismo están latentes y no todo podría ser miel sobre hojuelas o un día de campo electoral.

De acuerdo con las estadísticas del INE, el poder del voto ciudadano registra más del 62 por ciento a favor de la alternancia; esto es: un partido que gana una elección tiene apenas en posibilidad de refrendar el voto uno entre tres.

El 2 de junio de 2024, además de la presidencia, 30 de las 32 entidades federativas tendrán elección a alguno de sus poderes estatales o municipales. Estas elecciones, si no ocurre nada extraordinario en la querella por el plan B o alguna drástica decisión en el renovado Consejo General del INE, serían  organizadas por los Organismos Públicos Locales de Elecciones de cada entidad.

Mucho ojo, el ejercicio de poder desgasta y varios de los gobernadores, alcaldes y legisladores están entre los peor evaluados y se esperaría voto de castigo. ¿Qué tan satisfechos están los ciudadanos con su desempeño? ¿Han sido respetuosos del mando ciudadano los que llegaron al cargo de elección o sólo siguieron su agenda partidista o personal? Eso, sin duda, contará para definir las elecciones.

Si los mexicanos mantenemos el mismo entusiasmo por la democracia liberal, podríamos participar alrededor del 75% del padrón. Pero hay más que considerar, pues partidos y candidatos pasan de largo que para el 2024 la composición del padrón electoral ha tenido variaciones en tres segmentos que pueden definir el resultado de la elección.

Por ejemplo, los primeros votantes, los jóvenes que para entonces cumplirán 18 años y serán las primeras elecciones en que participarán. Son alrededor de seis millones de nuevos ciudadanos que, sumados a la población menor de 35 años, constituyen más de la mitad del padrón del INE:  algo así como 54 millones de potenciales sufragantes.

¿Qué ofrecen los partidos y sus candidatos a la llamada “generación de cristal”? ¿Qué tanta certeza les han dado sobre futuro como ciudadanos de este país? ¿Qué tanta empatía tienen los políticos viejos con las aspiraciones de estos jóvenes?

Frente a ellos están quienes ya superan los 35 años de edad y que componen otros 50 millones de potenciales votantes, pero también donde se registra el mayor índice de abstencionistas y nulistas, que en 2018 fue superior al 60%, lo cual también cuenta y define victorias.

Hay que tomar en consideración que el número de mexicanos en el exterior, por ahora empadronados alrededor de un millón 300 mil, podría subir a 8 o diez millones si los consulados se aplican y se registran para participar en la elección del 2024. Los aportaciones de las exitosas remesas tienen sentimientos encontrados con respecto al actual gobierno y quizá sea el momento que los paisanos quieran hacer sentir su influencia, como lo hacen votantes de otros países de América Latina, llámese Panamá, El Salvador, Guatemala u Honduras, donde sus votos han definido elecciones.

Más allá de las agendas sociopolíticas y socioeconómicas que deja el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, muchas de ellas cargadas de simbolismos que nos tiene todos los días discutiendo su agenda, o de los saldos de la pandemia, la llamada Cuarta Transformación tiene el reto de igualar los 30 millones de votos obtenidos en 2018 y superar los 20 millones que obtuvo su partido en 2021 sin el nombre del presidente en la boleta. Pero antes, antes… este mismo año, los partidos aliados, Morena, PT, PVEM, PES y algunos otros más, deberán superar la inconformidad de los no beneficiados por las misteriosas grandes electoras de sus candidaturas: las encuestas.  

Mientras responden las interrogantes, la clase política tiene aquí algunas claves para resolver en el corto plazo.

Raúl Padilla y la democratización de las universidades públicas

Cuando actores sociales multifacéticos mueren como Raúl Padilla López, ex rector de la Universidad de Guadalajara y presidente de la prestigiada Feria Internacional del Libro de Guadalajara, emergen opiniones contrastantes: héroe para algunos, villano para otros, claudicante para unos más.

El deceso de Raúl Padilla, más allá de las conjeturas sobre los motivos de su presunto suicidio, se genera en una coyuntura donde al interior de las comunidades universitarias se debate sobre la intención “de democratización” empujada por el partido mayoritario del momento, Morena, y la cual incluye a la Universidad Nacional Autónoma de México, sometida ahora a una campaña sucia llena de ingratitud desde el poder político.

Y es que la trayectoria política de Padilla López no hubiera sido posible explicarlo sin su paso como líder de la Federación Estudiantil de la UdG y luego, con los amarres políticos suficientes, para tener bajo su liderazgo el control de la mayoría de los 183 consejeros universitarios que votan “libre, secreta y directamente” por quién será el rector de una de las instituciones educativas de mayor influencia en México: la Universidad de Guadalajara, según dicen sus estatutos.

Lo misma lógica opera en otras universidades donde la democratización ha sido aprovechada por corrientes hegemónicas que terminan perpetuándose por largos periodos en las rectorías, los sindicatos administrativos y académicos, las organizaciones estudiantiles y las posiciones político –partidistas que  dicen merecer sus líderes y rectores. No todos han sido rectorías ejemplares ni han tenido el mismo legado educativo, cultural e ideológico afín a la izquierda que construyó Raúl Padilla López, pues muchas veces es la politiquería la que domina sobre los intereses académicos.

+ Inflando cuentas de redes sociodigitales

En esta coyuntura electoral tan acelerada y los ajustes técnicos de las redes sociodigitales como Twitter, Instagram y Facebook, que no dejan de ser órganos reguladores de campañas políticas y de la información, han sido aprovechadas por estrategas mercadológicos con el fin de inflar cuentas con troles y bots que pretenden generar tendencias y “conversaciones”. De ahí que se hace necesario que se analicen a quiénes responden y quiénes pagan por inflarlas. Hay un abuso excesivo de las cuentas y blogs para denostar, desinformar y deformar el debate libre de la blogósfera.

Contacto: feleon_2000@yahoo.com