Desde el Faro

ASÍ ES NUESTRO GUANAJUATO

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Hay historias de la ciudad, que salen al paso con solo caminar un poco y voltear a los lados para que surjan y estallen frente a nosotros, una de ellas la protagonizan el doctor Olmos y sus pacientes, las vendedoras de productos del campo. Entre nopales, calabacitas, cilantro y flores de calabaza, el médico las atiende.

Por lo menos una vez a la semana, él va al encuentro de sus enfermas, las revisa con cuidado y si es necesario, les proporciona gratis la medicina que otras personas le han regalado. Sus rumbos son los alrededores del Mercado Hidalgo, y sus pacientes, muchas.

Ellas llegan de La Sauceda, Cañada de Bustos, El Capulín, Puentecillas o Campuzano; todos los días se instalan sobre la amplia zona que va desde el mercado hasta Tepetapa; su presencia, colorea la ciudad, fortalece las economías de sus familias y de los consumidores, además, proporciona sanos alimentos al pueblo; con ellas se identifica el médico, y se conecta hasta tener efectos positivos en los tratamientos.

Pareciera que el médico y sus pacientes se conocieran de años, esto, por la forma en que se tratan, con mucha confianza, con diálogos que entremezclan las historias del rancho y las de la ciudad, y claro, en la plática, el doctor suelta sus consejos sobre la nutrición. Así es parte de la vida de este médico, jornada que asegura, es su fortaleza.