El Laberinto

Apremio

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¡Despierta, córrele, apúrate! escuchaba todavía medio dormido, aturdido, alguien le pasó la ropa y cuando llevaba dos prendas ya le estaba pasando los zapatos, quiso pasar al baño a lavarse la cara los dientes, no había tiempo, ni de detenerse ante la nevera para tomar un refrigerio, ya estaban a medio camino cuando se sintió lo suficientemente consciente para  darse cuenta de que su celular se había quedado en el buró, junto con sus llaves y su cartera, no había ya vuelta atrás, ni siquiera paraban en los semáforos por que eran los únicos en la carretera. Al llegar, cuando aún faltaba bastante para que siquiera se asomara el sol, bajaron y se sentaron sucios, somnolientos, incomunicados y sin dinero para comprar algo, aunque las tiendas de todos modos no estaban abiertas ¿Cuánto dices que falta para que inicie el juego? Empieza al mediodía.

Suena absurdo, innecesario y hasta como el principio de un cuento apocalíptico, ustedes me perdonarán que este abril se ha sentido un poco así, pero retomando el hilo y antes de irme igual de rápido que los del mini relato de arriba, hablemos con calmita sobre las prisas.

Ser previsor está bien, pero no siempre, igual es una buena idea tener avanzados los trabajos finales unas semanas antes de que acabe el semestre, tener dinero ahorrado por si se presenta alguna eventualidad o algunas latas con distantes fechas de caducidad en la alacena por si un día se nos complica hacer las compras, muchas veces nos ahorra dinero, tiempo y dolores de cabeza. Pero a veces es todo lo contrario.

No puedes comprar con tanta anticipación los ingredientes de una cena, ni peinarte o arreglarte desde la semana anterior para ir a un evento, no puedes cara al pollo de su cascarón antes de estar listo, se muere, al igual que la fruta si no ha crecido, igual te falten temas del programa si haces el trabajo final a medio semestre o mil cosas por vivir si te casas a los dieciséis.  A lo mejor llegas tan temprano a la fiesta que ni el de la casa está.

Procesos son procesos y a veces no se puede aquello de saltarse pasos, el fuego lento tiene diferentes resultados que el muy alto y aún así, ambos son necesarios. Pero no para lo mismo.

A donde quiera que vayamos, no dejemos que otras voces nos presionen y sobre todo, no salgamos sin cerciorarnos de que tenemos llaves, teléfono, cartera y que vamos bien desayunados.