En la FILUG 67 hay novedades editoriales, y obras como ésta, que siguen vigentes
Se publicó por primera vez en 1955, a partir de entonces ha dado la vuelta al mundo con 40 traducciones en diferentes idiomas, no es una novedad editorial, pero sigue viva como si lo fuera, la obra más importante de la literatura mexicana. Lleva 21 reimpresiones, y según los editores, aún tiene un camino largo por recorrer.

Desde la primera página, atrapa, seduce, sólo hay que recordar las 2 primeras líneas: “vine a Comala porque me dijeron que aquí vivía mi padre, un tal Pedro Páramo…”; la carga sicológica del protagonista está ahí desde el principio, hay un claro rechazo al padre ausente. Líneas más adelante esto se corrobora con la declaración de la madre moribunda: “no vayas a pedirle nada. Exígele lo nuestro. Lo que estuvo obligado a darme y nunca me dio… El olvido en que nos tuvo, mi hijo, cóbraselo caro”. “Así lo haré, madre”.
No hace falta ser un sabiondo para digerir con placer la lectura, un ejemplo de las bellas imágenes que hacen volar la imaginación y demuestran que el español tiene mucha riqueza, se observa cuando el visitante dialoga con el arriero que le acompaña: “hace calor aquí”, le dije; “sí, y esto es nada – me contestó el otro -; cálmese, ya lo sentirá más fuerte cuando lleguemos a Comala; aquello está sobre las brasas de la tierra, en la mera boca del Infierno, con decirle que muchos de los que ahí se mueren, al llegar al Infierno, regresan por su cobija”.
Luego, vienen escenas de un pueblo solitario, con sus casas vacías, puertas desportilladas, invadidas de hierba, donde a pleno sol del día, se mueven sombras que de inmediato desaparecen junto con los perros callejeros, famélicos.
Es una lectura que atrapa, como le sucedió al visitante que llegó a la Feria Internacional del Libro de la Universidad de Guanajuato; en el stand del Fondo de Cultura Económica tuvo que escarbar hasta el último peso de sus bolsillos para reunir 160 pesos, casi el monto de un día de salario, y se quedó sin dinero para el autobús de regreso a casa; pero el recorrido fue gratificante, ahí hay charlas, talleres para niños y adultos, música, cine, y muchos, muchos libros.
Sin duda que la FILUG 67 tiene muchos problemas de organización y los espacios son muy pequeños, pero como sea, se promueve la lectura.