Incendio de poesía en el Juárez la noche del sábado

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Los Tiempos Pasados (ensamble) y Pedro Vázquez Nieto (poesía)

Jorge Olmos Fuentes

Guanajuato, Gto. 9 de agosto de 2010.- Dentro del programa “Todos al Teatro” y como primera actividad del Corredor Literario “De Cervantes al Quijote”, en los que interviene decisivamente el Instituto Estatal de la Cultura, la noche del sábado se presentó un espectáculo poético que fue un verdadero incendio en el Teatro Juárez. La poesía tomó los ropajes de la música antigua y del poema contemporáneo a través de la interpretación musical de Los Tiempos Pasados, uno de los buques insignias de la Universidad de Guanajuato en materia de grupos artísticos, y en la autoría y lectura de obra propia de Pedro Vázquez Nieto, hermano mayor de los poetas guanajuatenses, cuya sencillez expresiva no deja indemne.

Grupo Los Tiempos Pasados (Foto: Especial)

De acuerdo con el programa, la presentación corrió a cargo del grupo que dirige Armando López Valdivia e incluyó la participación del poeta. Importa señalar ese hecho pues constituye una respuesta a la expectativa que inquiría por el modo en que habría de solucionarse la convivencia de las dos manifestaciones ya señaladas: la música antigua y la poesía contemporánea. Tal vez alguien llegó a imaginarse que habría alternancia entre las artes, que regirían ambas en el programa a la par, con momentos específicos para el desempeño en calidad de solistas. Pero no fue así.

La mano la llevó entonces la agrupación musical (que tiene casi cuarenta años de trayectoria), que tuvo a bien integrar en sus secuencias la palabra intensa y enamorada y asombrada del poeta que es también fotógrafo (cuya madurez creativa está fuera de toda duda). Y no hubo ya necesidad de oponer algún remilgo. La corriente sonora de otro tiempo tomó la plaza, cautivó a los cerca de trescientos espectadores del patio de butacas, a quienes hizo partícipes de su incendio. Y es que la sesión, incesante y creciente, sin resquicios para el descanso, parecía conducirse según las consignas de un arrebato, la fruición reinaba. De las maderas y los metales, de las cuerdas y las voces, pendía la respiración, en sus lomos cabalgaba la imaginación en su intento de figurarse lo concreto de una época extinta (de lapsos medievales y renacentistas), rediviva por obra de las partituras y los instrumentos, de las canciones y la cifra de sus días.

Pedro Vázquez Nieto, poeta (Foto: Especial)

Allí, entre la decena de integrantes del ensamble, todos de negro, junto a la figuración femenina, Pedro Vázquez Nieto, con el pecho albo, aportó el brío de sus versos. En los remansos de la orfebrería musical, la voz del poeta ofrecía indicios, señales claras del rumbo, testimonios de su vivencia; junto a la energía de lo hispánico-moro-judío, brindó sus razones para el asombro, jirones verbales del cautiverio de su corazón, palabras claras para referir su condición. Y con ella, la condición del hombre. La suya fue una intervención decisiva para historiar un periplo, desde la región sentimental del hombre, que nombró la fuerza mayor, la presencia inabarcable, y también los pormenores de la existencia a ras de piso. Claro, los detalles dotados de vigor significativo, como la pregunta por el origen y el destino de la propia existencia, como la maravilla de la vivencia del amor, el miedo y el gozo, como el desconcierto natural de quien se sabe efímero y pequeño.

En esta iniciativa tuvo mucho que ver, por supuesto, el conocimiento del poeta y del director de Los Tiempos Pasados, de las entretelas del oficio que ejecutaban. Ambos, seguramente, en un acuerdo favorable realzaron la flexibilidad del poema y encontraron una superficie de contacto. Los poemas contemporáneos de Pedro Vázquez Nieto fueron ajustados al gusto de la arcaica poesía lírica: en ese sentido eligieron (o eligió el poeta) los de altísima condensación y brevedad expansiva, de los que entresacaron originales estribillos. De esta forma, moldearon el poema contemporáneo a la usanza antigua, lo impregnaron de la atmósfera musical, y el continuo resultante no se resintió ni mostró carencias.

Armando López Valdivia (Foto: Especial)

Nada que reprochar, por lo tanto. El experimento triunfó sobre las individualidades expresivas. No obstante, como la poesía es algo tan personal e íntimo, quizá faltó el espacio exclusivo del poema en la voz de su creador. El espacio para el poema solo, como lo tuvo tantas veces la música sola. Vázquez Nieto pudo en todo momento volcar verbalmente su emoción (incluso leyó un poema dedicado a la creación en la persona de Armando López Valdivia, que éste no esperaba, según mostró su reacción), sin embargo en todo momento estuvo ésta subsumida no obstante su clara intensidad, su nítida intención como palabra que cohesiona lo que discurre.

Instalados pues en esa noche nadie tuvo posibilidad distinta que dejarse llevar por esa corriente de poesía. Y así como alguien gritó en perfecto clamor entusiasta “bravísimo” a Los Tiempos Pasados y a su director, desde esta página vaya para Pedro Vázquez Nieto la misma exclamación: “Bravísimo, Poeta”.