Raúl Bravo
¿Qué clase de cosa es un poema? —se pregunta Josu Landa sobre la especificidad ontológica del poema, sin ignorar la respuesta que Vasarely da al fin y al cabo sobre tal vocablo: La Poésie? C’est perpetuellment autre chose.
Pensar lo poético, al parecer, tiene mucho que ver con nociones como “enigma” y “misterio”. Esto es un hecho desde siempre que puede inhibir o avivar la voluntad de quienes se adentran en este reto que envuelve el halo de la poesía.
En realidad, más allá de las palabras, uno puede llegar a vivir lo poético (el misterio tembloroso de la poesía según José Bergamín). Baste con que la intuición se instale en lo cotidiano para ocupar sin más una peculiar manera de ser.
Tal es el caso de Francisco Rangel (Celaya, 1975), quien en Jukebox se inspira en lo que él denomina una “lírica junkie” para describir una marginalidad —quesque desde la soledad del artista— inasible a las consabidas resonancias de siempre:
ya no hay soledad que convenza
se fue el paraíso de concreto
toda calle es un pueblo entero
sólo sientes el desprecio
hasta añoras alguna crisis
¿dónde quedó el respeto?
restos sólo restos del decoro
El trabajo poético de Francisco Rangel ubica la vida entre el amor y el odio, entre la candidez y el escepticismo. En Cartas a mi hija. Anotaciones para explicarle a una niña la filosofía de la historia, lo hace a partir de un trazo sencillo y sin pretensión alguna, como quien sabe que “la lluvia es sólo tiempo / que pasa moja y se va / y nunca nos mojaremos / con esa misma lluvia.”
¿Cómo explicarte la vida?
De verdad que no sé por dónde empezar.
Igual que tú, la vivo. No me gusta
padecer ni sufrir.
Como a ti, me gustan los cantos y las
risas y los juegos. Pero de pronto llegas
y me preguntas por las cosas de los grandes.
Diálogo pleno que reconoce que no hay otro camino para comprender la vida misma, sino el que reniega a explorar las grandes alturas, así como los insondables abismos, y se contenta con un puñado de palabras al que llama “poema”, como una manera de construir una poética para quien ama las superficies que tocan sus pies.
* Rangel Hernández, Francisco, Jukebox/Cartas a mi hija, realizado con el “Fondo del programa de becas en Apoyo a la Producción y Difusión Artística de Proyectos de Pequeño Formato”, del Instituto Cultural de León, Guanajuato, México, 2009.