Cuéntame uno de charros, tehuanas y chinas poblanas

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Benjamín Pacheco López

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Guanajuato, Gto. 23 de septiembre de 2010.- Imágenes del popular charro cantor, la tehuana altiva y coqueta, así como la enigmática china poblana, forman parte de una muestra fotográfica para explicar la construcción de la llamada “mexicanidad” que inundó los medios masivos de circulación del siglo pasado.

Es De charros, tehuanas y chinas poblanas. Estereotipos de la nacionalidad en la fotografía mexicana, presentada en el Museo Casa Diego Rivera y como parte del ciclo “Nacionalismo”, con motivo del Bicentenario de la Independencia Nacional y Centenario de la Revolución Mexicana.

La exposición consta de 22 fotografías de diversos formatos, en blanco y negro y sepia, donde los paseantes conocen que durante las décadas de 1920 y 1930, circularon de forma masiva, a través de periódicos, revistas, cromos y postales, una serie de discursos visuales de tono nacionalista.

La intención, conforme al gobierno posrevolucionario, era promover la construcción de la llamada “mexicanidad” acorde a su ideología.

El espectador es testigo del “creciente gusto por lo mexicano” entre los diferentes estratos de la sociedad de la época, quienes consolidaron una moda en la que se adoptó la indumentaria, los objetos, la decoración y demás elementos que se consideraban propios de la herencia cultural del país.

“Ser mexicano significó vestir y vivir como tal, aunque poco se comprendiera el trasfondo social que había detrás de las manifestaciones populares.

“En este sentido, las imágenes del charro, la china popular y la tehuana, se transformaron gradualmente pasando de ser una referencia netamente local hasta adquirir una carga simbólica que los posicionaba como íconos de la identidad nacional”, según se explica en la ficha técnica de la exposición.

Del conjunto, destacan tres imágenes de Frida Kahlo, con su característico traje de tehuana. Al pie de la famosa pintora y pareja de Diego Rivera, se lee un apunte: “Vestirse de mexicana fue una moda casi obligada entre los altos círculos de la sociedad posrevolucionaria que consideraban exóticos y atrayentes lo que pocos años atrás había sido sinónimo de miseria y atraso.

“Otro sector de la sociedad, conformado principalmente por artistas e intelectuales, adoptó la indumentaria tradicional como una postura personal de abierto apoyo al nuevo Estado y sus políticas reivindicatorias del llamado ‘pueblo mexicano’”.

También se destaca la actitud de los retratados, pues alejado del charro montado a caballo, sudoroso, con el tono de mando propio de un entorno rural aún hostil, aparecen caballeros modelando ingenuamente y en forma complaciente con el fotógrafo.

Los niños, ya sea de manera individual o en pequeños grupos, se presentan con toda su inocencia, casi brillan, en contraste con los grupos marginados cuya “esencia” se buscaba emular.

Para los interesados en precisiones históricas, en la exposición se explica que la Tehuana tiene antecedentes del siglo XIX, misma que se considera un símbolo de identidad nacional pero también de encarnar la feminidad mexicana.

“El jicalpextle, el huipil con falda de holanes de algodón, el cabello trenzado y, en especial, el gesto de altivez y orgullo de pertenecer a la región”, según se le notifica al espectador.

De la China poblana, se detalla que el atuendo derivado de un modelo de siglo XIX, caracterizado por el uso de rebozo, la blusa escotada, y los listones; también con cuentas brillantes y lentejuelas bordadas.

Y del característico Charro, se refiere que es una evolución del chinaco decimonónico, habitante acaudalado, propietario de las haciendas mexicanas, símbolo de la vida campirana o rural, de carácter masculino y heroico visualizado a través de chaquetilla, el sombrero, la camisa y el gesto.