“Tranquila”: teatro de humor, teatro de muerte

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Benjamín Pacheco López

Guanajuato, Gto. 28 de octubre de 2010.- Enfrentar la muerte con humor, a pesar de que en reiteradas ocasiones intente cernir sobre las personas su velo negro, forman parte de Tranquila, puesta en escena de la directora y creadora Avital Dvory y su Teatro Visual.

Para la edición 38 del Festival Internacional Cervantino (FIC), la titiritera y especialista en técnicas clown para personas hospitalizadas (terapia de la risa o risa-terapia) retoma la historia de una enferma que está a punto de perder una pierna por una trombosis venosa profunda, pero que se aferra a la vida al crear un mundo fantástico.

En la obra, merecedora del Premio Fring Competition 2009 por su singular lenguaje escénico y visual, combina acrobacias, marionetas, disciplina clown e incluso magia, participan cinco actores quienes construyen en el Teatro Cervantes un viaje caracterizado por sus metáforas visuales.

La imaginación es estimulada por la presencia de la muerte, representada por una marioneta, cuya presencia es de las más tensas de la obra; un caballero que da esperanza a la moribunda, su diálogo sentimental con la luna, y e incluso la metamorfosis de su cuerpo en árbol, hojas y pájaros.

La atmósfera es agridulce, pues el espectador goza por un lado del humor de los doctores, un “psiquiatra”, y una inolvidable enfermera, así como el drama de tener que enfrentar a la muerte en un lugar lejano del hogar casero, que en este caso es Israel.

Un punto destacable del montaje es la reflexión metafísica que se presenta en varios pasajes: los actores, quienes hablan en español, inglés y hebreo, interactúan con el público para explicarles algunas de las funciones del cerebro.

También para referirles los casos de pacientes fallecidos en clínicas, quienes reviven y posteriormente narran que vieron desde arriba la forma en que eran atendidos. “Incluso ciegos”, afirmó una de las actrices.

Esta condición es representada en la obra, pues durante una operación de emergencia, la actriz principal trepa por una cuerda —en alusión al más allá— y posteriormente cae para escenificar su regreso al mundo.

Al final, Tranquila de Avital Dvory deja esa sensación en el espectador: una obra poética, enmarcada en el humor terapéutico, mientras aprecia la relación entre fantasía y realidad para enfrentar una situación amenazadora como las limitaciones físicas.