Lo arraigan por secuestro y homicidio; hoy quiere limpiar su nombre

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Carlos Olvera

Guanajuato, Gto. 27 de octubre de 2010.- Luego de estar arraigado por 70 días en la ciudad de México, acusado de secuestro y homicidio, Alfredo Ibarra Lozano, un trabajador de alumbrado público del gobierno de Guanajuato capital, quedó en libertad.

Alfredo Ibarra Lozano

Según el propio ex trabajador del gobierno capitalino, de 34 años de edad, el juez les dijo que podían retirarse porque no encontraron nada en su contra y a pesar de que la primera ocasión al salir de la casa de arraigo fue detenido de nueva cuenta acusado de otro secuestro, extorsión y posesión de arma larga, 48 horas después el juez indicó que se podían retirar porque no encontraron nada en su contra.

Ibarra Lozano, quien acudió a la presidencia municipal para entrevistarse con el líder sindical de los trabajadores del municipio, dijo que quiere recuperar su trabajo y que se limpie su nombre, aunque reconoció que tiene temor de andar en la calle y que lo vuelvan a confundir.

En entrevista, narró que lo detuvieron el 13 de agosto pasado y no se enteró del motivo hasta que estuvo custodiado por federales “supe que me inculpaban de un secuestro y un homicidio”, comentó.

Contó que estuvo arraigado en la ciudad de México “por parte de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), 70 días bajo investigación y ahora yo quiero limpiar mi nombre porque estoy libre, aquí me ven, estoy con mi mente sana y quisiera que todos los que tuvieron desconfianza mía, yo aquí estoy presente mostrando mi inocencia”.

La Procuraduría lo detuvo, a mediados de agosto, por secuestro y homicidio en contra de un ingeniero, presuntamente en una casa de seguridad en la capital y se le vinculó con el grupo de secuestradores Los Fabila y supuestamente estaba encargado de cuidar a las víctimas y negociar su rescate.

El ex trabajador de Alumbrado Público dijo que él iba a su trabajo el 13 de agosto y “de repente se me dejan venir 4 personas vestidas de civiles no identificadas todavía hasta el momento, me encañonaron con armas, me tiraron al piso, me pusieron las esposas y diciéndome con palabras mayores porqué venían”.

“Me detuvieron con lujo de violencia, me subieron al carro con golpes y tortura todo el camino hacia la ciudad de México diciéndome que aceptara lo que yo había hecho, yo les decía que no sabía por lo que se me culpaba y ellos diciendo que aceptara y que si no aceptaba iban a hacer lo mismo a mi familia” narró el trabajador.