Muestra virtuosismo Orquesta de Cámara de Wratislavia

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Benjamín Pacheco López

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Guanajuato, Gto. 7 de noviembre de 2010.- La intensidad y matices de la música clásica polaca, llena de fuerza y romanticismo, fue recreada por los músicos virtuosos de la Orquesta de Cámara de Wratislavia y el pianista Wojciech Kocyan, durante su participación en la edición 38 del Festival Internacional Cervantino (FIC).

Orquesta de Cámara de Wratislavia y el pianista Wojciech Kocyan

El conocido ensamble de dotación mozartina al que suelen ingresar únicamente músicos selectos y reconocidos a nivel internacional, realizó su presentación en el Teatro Principal, donde fueron dirigidos por el clarinetista polaco Jan Jan Bokun.

El programa se basó en el trabajo de compositores vivos como Romuald Twardowski (1930) y Wojciech Kilar (1932); y los que han trascendido desde hace un par de siglos como Mieczyslaw Karlowicz (1876-1909) y Fryderyk Chopin (1810-1849).

Jan Jan Bokun inició con Serenata para cuerdas, de Twardowski, pieza caracterizada por crear una atmósfera de paso vivo, luego descender el ritmo, y finalmente cerrar llena de energía.

Le siguió la participación de Wojciech Kocyan, músico alabado por la crítica por su inmensa técnica, hermoso sonido, maravillosa musicalidad y auténtico individualismo, para la pieza Concierto para piano en mi menor Op. 11 (arreglo para piano y orquesta de cuerdas).

Kocyan irradia tranquilidad y alegría. Muy propio, llega al escenario, saluda y se sienta. Después, comienza a mecerse mientras la sala se llena de intensidad gracias a los violines, violas, cellos y contrabajo.

En eso se suma para ejecutar los arreglos cristalinos de Chopin y dominar con facilidad pasajes muy veloces y de larga duración. El pianista toca sin partitura, lo que refiere también el alcance de su memoria musical.

De esta manera, Kocyan entrega a la audiencia una Ronda vivace similar a la caída de la lluvia en un bosque con lago, y evoca atmósferas que obligan a estar atentos a su ejecución.

La primera parte cerró con un encore musical potente por parte del pianista: la vibrante Polonesa Eroica, de Chopin, en la que se apreció un notable manejo en la mano izquierda que le valió ovaciones de pie por parte del público.

Para la segunda parte del concierto, Jan Jan Bokun seleccionó Serenata para orquesta de cuerdas Op. 2, de Karlowicz, y Orawa para orquesta de cuerdas, de Kilar.

También se puso de manifiesto el humor del director, pues bromeó con el público al colarse al interior del teatro los gritos de los tunos que pasaban frente al edificio. «Es aniversario de la Revolución Mexicana», dijo.

Las piezas evocaron noches cálidas o la pureza del amor, así como atmósferas tensas debido a pasajes amplios con violines, detalles del violonchelo, y demás arreglos que demandaron esfuerzo por parte de los músicos.

La orquesta concluyó Orawa con un grito, que emocionó a los presentes y los hizo aplaudir de pie.

Para el encore de esta segunda parte, tocaron Preludio de las Bachianas Brasileiras No. 4 de Heitor Villalobos y Danza de una obra de Mariacki, donde resaltó el manejo de la técnica de pizzicato para crear un juego que los músicos se tomaron muy en serio.