Espacios que requiere el escritor

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Presentación de la Colección Formato Portátil (Ediciones La Rana)

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Flor E. Aguilera N.

El pasado 2 de marzo por la tarde, en la Sala José Vasconcelos de la Biblioteca Central Estatal Wigberto Jiménez Moreno, se llevó a cabo la presentación pública de la colección Formato Portátil de Ediciones La Rana, cuyo primer título fue también presentado ese mismo día: Bazar de cuentos de Federico Ojeda Macías. En esa ocasión, la escritora Flor E. Aguilera N. dirigió una alocución a los asistentes, en nombre de todos los escritores seleccionados a manera de saludo de la colección recientemente publicada. Igeteo tiene el gusto de ofrecer a sus lectores el texto de aquella ceremonia, agradeciendo a la autora su deferencia.

Quiero decirles que es un honor para mí ser portavoz de todos los creadores participantes en este proyecto editorial, pues me satisface ser testigo de su crecimiento creativo y de sus aportaciones a la cultura literaria de Guanajuato. Por supuesto que esta colección de obras literarias significa un logro trascendente para todos, pues se trata sin duda de un esfuerzo colectivo de importante relevancia, representa un compromiso con la literatura y con el desarrollo de nuestras sociedades. Sin embargo, es preciso señalar que con la publicación no culmina el compromiso que exige la literatura, la batalla no está totalmente conseguida, pues no se trata de echar al mar una botella con mensaje dentro para permanecer en la incertidumbre del receptor posible, se requiere una adecuada y justa divulgación, la creación de un camino significativo para que cada obra llegue a las manos lectoras que darán sentido a todo este esfuerzo mutuo. Sólo de esta manera la razón de la literatura se concreta, en la comunión con el otro, y la expansión intelectual comienza a ser posible.

A pesar de la celebración de este logro editorial, es oportuno reconocer que los espacios que requiere el escritor, es decir, el escritor que vive en la periferia, en los bordes de los círculos hegemónicos, fuera de las fuerzas acaparadoras de la cultura, cada vez son más reducidos. Me refiero a estos escritores porque los otros, los que juegan en los grandes círculos de renombres y títulos nobiliarios, siempre tienen un campo abierto de posibilidades, a diferencia de aquéllos que, como nosotros, hemos de esperar en la banca a que llegue el momento que se ajuste a la medida de nuestras circunstancias. Esos espacios necesarios, no sólo para la divulgación en solitario sino para la múltiple convivencia de la palabra escrita, son cada menos debido al poco valor que se le da a la actividad literaria, a la poca atención que se otorga al poder de la imaginación, y es que, como dinámica intangible, abstracta, no cuantificable, no redituable, se margina como si se tratara de un hecho de nula importancia para el desarrollo completo de las comunidades. Sin embargo, la creación literaria, en todas sus diversas manifestaciones, contra vientos y mareas se perpetúa, sobrevive a veces a costa de sus propios empeños y de las pocas voluntades, que, como las de Ediciones La Rana, contribuyen a su permanencia, a su propagación, a su imprescindible sobrevivencia como producto cultural que inevitablemente refracta la identidad creativa de la sociedad guanajuatense.

Esos espacios requeridos, buscados por todos, conquistados sólo por algunos, aún permanecen áridos, pero sin duda alguna hoy, con la Colección Formato Portátil de Ediciones La Rana, se abren puertas significativas para el destino de nuestra cultura escrita. Por ello, es justo reconocer este esfuerzo, pero más justo es incitarlos para que este destino sea una fructífera y verdadera enredadera de diálogo literario. Sólo de esta forma, bajo estos presupuestos, quizá la batalla a favor de la creatividad artística sea un hecho a todas luces ganado.

La literatura, decía Octavio Paz, nace de la sociedad y está hecha con palabras que son el alma de la sociedad. Si hay algo colectivo en el hombre es el lenguaje: una propiedad común. Así, la palabra de los autores de la Colección Formato Portátil a partir de ahora se convierte en una propiedad colectiva que debe llegar incuestionablemente a los lectores, para recordarnos que el territorio ideal del escritor es aquel donde la imaginación tenga siempre un lugar de preferencia, aquel donde se privilegie la suprema utilidad de las cosas “inútiles”, como los sueños, la fascinación por la muerte o el amor o como la contemplación desinteresada del mundo.

Por todo ello, no me resta más que felicitar a mis compañeros autores, a Ediciones La Rana y al Instituto Estatal de la Cultura, por este impulso editorial que representa un símbolo de esa apasionante libertad de la palabra que es la Literatura.