La importancia del equilibrio interior en la persona del investigador

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Entrevista con Sergio Michel Barbosa

Guanajuato, Gto. 26 de mayo de 2011.- El doctor Sergio Michel Barbosa, doctor en psicología y ex investigador del Instituto de Investigaciones Educativas de la Universidad de Guanajuato, despertó la inquietud entre muchos académicos al referirse a la conciencia. La vertiente de este interés provino de la alusión a la necesidad de preservar el equilibrio personal del investigador como una condición indispensable a tomar en cuenta en el desempeño de su quehacer. Tema alejado habitualmente de la atención pública, ahora sin embargo cobró importancia pues tiene que ver asimismo con la calidad de vida, que no es sino una posibilidad de llevar mejor la existencia y lo que se hace con ella. A ese respecto, el doctor Sergio Michel Barbosa expreso su punto de vista al término del panel en el que participó, “La persona del investigador”, el tercero del Primer Foro Internacional Interdisciplina y espacios sustentables convocado por el Campus Guanajuato de la máxima casa de estudios del estado.

Dr. Sergio Michel Barbosa, participante del panel La persona del investigador

¿Cómo podríamos intentar comprender el origen de este estrés: es el sistema institucional el que presiona, son las personas quienes deciden seguir esta trayectoria de presiones?

Yo creo que los humanos podemos producir desde dos lugares. Hay un lugar que es desde el estrés, desde la competición, desde la exigencia. Y ese lugar, incluso fisiológicamente, se dice que está inundado de la hormona cortisol, del estrés. Por ejemplo, cuando está en el torrente sanguíneo es una razón por la cual es importante también vivir desde otro lugar. Los lóbulos frontales están menos irrigados; entoces hay una parte que es de creatividad, que es de verdadera creación, y que no está al 100 por ciento. Aun así producen. Pero el ideal realmente es que la gente pudiera producir desde el gusto de hacerlo. Un educador contemporáneo ha cuestionado mucho cómo el sistema de premios y castigos tiene un precio muy alto en la calidad de vida. Yo puedo hacer cosas, de retención, como los estudiantes de medicina, puedo pasar exámentes, pasarme así toda la noche; pero cuando yo quiero construir conocimiento, cuando yo quiero hacer conexiones, crear, yo necesito tener mis lóbulos frontales bien irrigados. Este es un simple elemento, y claro que es triste. Aun así producimos y somos creativos. Aunque no tengo el cómo muy claro, me pregunto cómo seríamos si pudiéramos producir deveras por el gusto de hacerlo. Ojalá que la productividad no fuera al costo de la calidad de vida. Este es uno de los retos que tenemos.

En cuanto a la manera histórica de vivir la experiencia académica, con restricciones, aislamiento, penurias, ¿hace falta cambiar la visión que se tiene acerca de cómo se realiza esa actividad?

Creo que de alguna manera sí necesitamos movernos a un lugar de más contacto, con equilibrio, con las diferentes áreas de la persona. Los investigadores, los científicos, los empresarios, se quedan subdesarrollados en aspectos básicos de calidad de vida. Básicamente, sí creo que a través de estar conectados con el otro se da un proceso realmente de transformación de conciencia. Entonces uno dice “¿cómo será eso?” o “eso se lleva generaciones” o “estamos destinados a vivir aquí”. Yo digo que eso es algo muy poderoso. Y este sería uno de los caminos.

¿Toca a las instituciones de educación superior emprender el comienzo de estas nuevas posibilidades de calidad de vida para los investigadores?

Yo creo que esta dicotomía de lo intelectual y lo personal , el desarrollo intelectual y el desarrollo personal, se debe de ir rompiendo. No quiero decir que esto se haga en todas partes, me interesa el espíritu de esta idea, pero por ejemplo en Naciones Unidas hay un lugar donde la gente medita. Hace falta tener un espacio donde podamos tener tantito silencio, tantita paz interior, silencio, bajarle a la competencia. Yo sí creo que en las universidades, los centros de investigación, es importante que haya esos espacios de desarrollo personal. Por ejemplo en un nivel hay conflictos, uno puede decir los conflictos añejos no se hablan. Es una regla que opera en la familia y opera en cualquier grupo de trabajo. Los conflictos que naturalmente se dan, como las pequeñas envidias, que me quedaste mal, que tú perdiste un expediente, todo eso es parte de un ruido que se va acumulando y aunque no se ve va deteriorando la calidad de las relaciones. Y como en las familias, lo que papá y mamá no pudieron hablar, luego lo triangulan hacia los hijos. Y en el trabajo así ocurre: hay proyectos que son triangulados, hay asistentes de investigación triangulados y obviamente hay estudiantes triangulados por problemas de los maestros. Entonces ni siquiera es por una cuestión romántica de llevémonos bien, es que si yo no hablo mis cosas, como un principio de termodinámica, pues la energía no se disipa, se transforma en grilla, en chisme, en corrupción.