Juan José Araiza Arvizu
Soledad:
estás en mí
como un responso
de eterno madrigal
a mi pasado.
Vivo en ti,
y en ti presiento
el distante momento
en que el olvido
agostará el numen
florecido
con el aire sutil
de su presencia.
*
Te busco, soledad,
en el paisaje
donde habita en la sombra
mi poesía,
y te encuentro
allí,
inmanente,
como brisa ancestral
que en su caricia
proyectara atavismos
de conciencia.
*
Te contengo, soledad,
en la amargura;
como viento salobre
incapaz de agitar
con mis palabras
ignorado trigal
donde ella siega,
serena,
la mies
en que has brotado.
*
Te diré:
que eres fecha de amor
perdida con el viento
en las horas
de silencio;
que eres flor de ansiedad
nacida de mis manos;
que eres llanto
vertido en mis océanos
donde espuma salada
te liberta;
y sé que estás muy lejos
para oir el verbo
ritual
que el mar conjuga
en los bajos
añiles
de mi fondo.
*
¡Si tan sólo oyeras
mi palabra;
si pudiera decírtela,
y tú oirme
en el viejo lenguaje
que está ausente,
le darías, tal vez,
la voz presente
como eterna heredad
en tu elegía!
Ciudad de México, 1954.
El poema aquí publicado proviene del libro de uan José Araiza Arvizu, Estancias. Poemas reunidos (1936-1998). La 1a edición fue obra de Ulyses Editor y la Dirección Municipal de Cultura de Guanajuato. En Guanajuato, México, sábado de 2005, pp. 57-59