Entrevista con Raúl Bravo
Jorge Olmos Fuentes
6 de agosto de 2011
Nacido en la ciudad de México, D.F. (1965), Raúl Bravo es ya un hombre de Guanajuato, donde ha realizado su quehacer cultural. De él puede decirse que es lector apasionado, poeta por convicción, ensayista para satisfacción de su necesidad vital y promotor cultural.
Ha desempeñado diversas funciones gubernamentales relacionadas con la promoción y difusión de la literatura, y al mismo tiempo ha tenido ocasión de escribir textos que han integrado las antologías Primer Concurso Universitario de Poesía (UNAM, 1989) y Poetas de Tierra Adentro III (Conaculta, 1997). Asimismo es autor de dos poemarios Quebrantamientos (1992) y A la orilla de los días (2007), este último publicado en una edición de tiraje reducido. También escribió el libro de minificción La otra cara del cielo (2001) y ha publicado el ensayo “Apuntes sobre un cocodrilo revisitado” en Efraín Huerta. El alba en llamas (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2002).
Esta entrevista fue realizada con Raúl Bravo vía correo electrónico a propósito del libro de poemas A la orilla de los días (Ulyses Editor, Col. La Cicatriz de Odiseo, 2007), volumen del cual publicó apenas un centenar de copias. Un poemario en muchos sentidos diferente a lo que se publica en el estado de Guanajuato, consumado a partir de una polifonía de voces que refiere las incidencias de un viaje, en cuyo trazo es imposible no leer el de Ítaca y también el que escribió Gilberto Owen.
Tú has escrito un poemario casi abstracto. En este sentido, ¿cuál es tu idea de la poesía? ¿Qué es la poesía?
Más que abstracto, yo señalaría que A la orilla de los días es un cuaderno de viaje a varias voces. Ahora bien, por lo que toca a mi idea sobre la poesía, ésta es la manera en que mecomunico con el mundo. Si bien me considero un buen lector de prosa (novela, cuento, relato, crónica, etcétera), sólo mediante la poesía concibo ser y estar en el mundo. Participar en él.
A sabiendas de que un poema es de lo más imprevisible en composición, ¿cómo piensas tú que tiene lugar la integración compositiva de un poemario? ¿Qué la jala o impulsa? ¿Es lícito «componer» un poema, y un poemario?
Un poema es un discurso. Y como todo discurso, una herramienta de expresión. En esa medida la temática, el impulso, la intención, la corriente literaria, son parte de lo que conforma ese determinado discurso: desde el sesgo más liberador (la poesía surrealista, por ejemplo), hasta el rigor culterano (Góngora y Sor Juana, como muestras). En resumen, todo poema es discurso poético. Todo poemario, una manera de acercarse a dicho discurso.
La pregunta inevitable: ¿para qué sirve escribir poesía en este tiempo? ¿Cuál sería tu respuesta inevitable?
Ante una pregunta inevitable, una respuesta inevitable: Para lo que siempre ha servido desde que se escucharon los primero cantos del poema de Gilgamesh: entender que no estamos solos en el mundo, que para crecer y superarnos a nosotros mismos debemos caminar junto a otros en los que nos podemos ver complementados, reflejados y contrariados. En pocas palabras: para la búsqueda de sentido, sea lo que sea que eso signifique.
En tu experiencia como promotor de la lectura, ¿qué ha cambiado en el cultivo de la poesía en Guanajuato en las casi dos décadas que tienes de contacto con ella?
Lo que he percibido es un cambio generacional que no ha sido del todo exitoso. Los poeta de la generación de los cincuenta, son el referente más significativo aún. Pero eso no significa que hayan servido de plataforma para las siguientes generaciones. Esto no es privativo de Guanajuato. De hecho, es muy sintomático en muchas regiones del país. Pienso que tiene que ver, precisamente, con la pregunta anterior, con el papel que juega la poesía en los tiempos actuales, cuando el papel del poeta se encuentra cada vez más alejado de su papel sociocultural. Si la poesía era hasta hace unas décadas el laboratorio más sofisticado de la palabra, actualmente tal función la tiene la narrativa. De ahí que, en el caso de Guanajuato, los ejemplos más representativos dentro del quehacer literarios, son narradores.
¿Cuál sería desde tu perspectiva el asunto aún pendiente de la poesía en Guanajuato?
Tuvo que suceder un hecho por demás lamentable, como fue el caso del hijo asesinado de Javier Sicilia, para percatarnos del papel del poeta en el contexto actual. Si bien, Sicilia renunció a escribir más, no por eso dejó de ser un poeta, y de actuar como tal. En Guanajuato, no se trata de que los encargados de las instancias gubernamentales en la materia se enteren de la noche a la mañana sobre «qué hacer» con los poetas guanajuatenses (lamento decir que aún no lo saben), sino nosotros mismos asumir el rol que nos corresponde. Somos parte del patrimonio cultural de esta entidad, les guste o no les guste a quien sea. Y como parte de ese patrimonio, somos, nos guste o no, corresponsables del desarrollo sociocultural de nuestra comunidades. Ésa es la parte pendiente que tienen tanto los poetas con trayectoria como las nuevas voces, estar conscientes de que la poesía es un asunto mundano, es decir, relativo a las cosas de este mundo.
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Acerca de A la orilla de los días, el poeta Saúl Ibargoyen escribió que Raúl Bravo ha logrado con él alcanzar «lo que todo verdadero poeta desea descubrir o inventar, que para el caso son lo mismo: la fundación de su mythos personal e intransferible, para que alrededor del mismo se instalen diversas voces y diversoso tonos, como el múltiple cántico de la tribu abriendo y cerrando el círculo en torno a la hoguera primordial».