Carlos Olvera
Guanajuato, Gto. 23 de septiembre de 2011.- Miguel Márquez, ex secretario de Desarrollo Social y Humano del gobierno estatal, advirtió que no se meterá a ninguna guerra de descalificaciones con sus compañeros para lograr la candidatura del PAN; al contrario, hará una labor de convencimiento para ganarse la voluntad de los panistas para ser el abanderado al gobierno del estado en 2012.
El aspirante panista afirmó, al término del acto protocolario en el que fue presentado su relevo en el Palacio de Gobierno, que no tiene la menor duda de que será el elegido para competir en la próxima jornada electoral.
Apenas afuera del salón adjunto a las oficinas del gobernador Juan Manuel Oliva Ramírez, donde tuvo lugar el acto de presentación del encargado de despacho de la dependencia, Márquez Márquez se encontró con su esposa María Eugenia Carreño, y dio su primer entrevista en calidad de precandidato.
De entrada, a pregunta expresa, sobre las críticas que le han lanzado los otros precandidatos panistas, porque seguía en el cargo a pesar de reconocer sus aspiraciones, respondió que no entrará “en descalificaciones” con ninguno de sus compañeros “tanto al interior del partido, como de otros partidos”.
“La gente espera mucho de nosotros y hay que hacer un trabajo serio y responsable, para poner a Guanajuato como uno de los mejores estados en este país”, comentó, y en seguida subrayó que Guanajuato merece que los que aspiren a gobernarlo hagan un trabajo “con política de madurez y altura de miras”, y no pueden defraudar a la ciudadanía.
En tal sentido, señaló, lo que sigue para él “es dedicarse de tiempo completo” a buscar la candidatura del PAN, tarea en la cual hay que ganarse la confianza de todos los panistas activos, adherentes y de los guanajuatenses para que una vez dados los tiempos de su partido y de la normatividad electoral se pueda “seguir trabajando en beneficio de todas las familias guanajuatenses, sobre todo las que menos tienen”.
Por último, luego de una ronda de fotos, muy sonriente, en compañía de su esposa, fue bajando las escaleras lentamente, despidiéndose de mano de cada empleado que se encontró en su camino.
