Enciende pasiones Roby Lakatos

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Benjamín Pacheco López

Guanajuato, Gto. 23 de octubre de 2011.- Roby Lakatos, músico húngaro conocido como el “violinista del diablo” y quien desafía todas las clasificaciones debido a su habilidad e ingenio, encendió las pasiones con motivo de su presentación en la edición 39 del Festival Internacional Cervantino (FIC).

Roby Lakatos Ensamble en concierto en el Teatro Juárez (Foto: Especial FIC)

Acompañado de su ensamble con el que ha conquistado los grandes recintos y festivales musicales en Europa, Asia y América, el heredero de una famosa familia de gitanos ejecutó un concierto de alrededor de dos horas de duración en el Teatro Juárez.

De saco rojo a cuadros, porte desenfadado y un par de manos que se vuelven incendiarias al momento de tocar el violín, Lakatos cautivó al público por medio de la mezcla estilizada entre el jazz, lo clásico y la vitalidad del folklor de Hungría, donde nació en 1965 y desde los nueve años demostró virtuosismo para el violín.

El programa constó de 12 piezas que impresionaron a la audiencia; la primera parte fue: First dance Gypsy Bolero Cickom Paraphrase; Papa, can you hear me?, A night in Marrakech, Olvido, Deux guitares y Le grand blond avec une chaussure noire.

Para la segunda parte, el ensamble tocó SK. Capricio, El vuelo del abejorro, Honeysuckle Rosa, I´ve met you/Mama, Érase una vez en América y Csárdas.

Además del deleite que implica apreciar a Lakatos, sus músicos también demostraron estar a la altura del maestro, los cuales constantemente improvisaban o realizaban prolongadas ejecuciones en solitario, como el caso del cimbalista Jenö István Lisztes y su impresionante versión de El vuelo del abejorro.

Igual para el guitarrista Lászlo Balogh, el violinista Lászlo Bóni y el pianista Kalman Cseki, quienes también tuvieron la oportunidad de demostrar sus dotes musicales frente al público, al grado que les fue reconocido el trabajo con múltiples ovaciones.

De esta forma, el recinto del Teatro Juárez se convirtió en aldea de paso reunida en torno a la música, donde el fuego primordial y unificador provenía del violín del genio húngaro.

Lakatos propone un viaje cultural donde crea la ilusión de que el violín —desde su caja— comparte su historia, sus penas y arrebatos, con sonidos similares a una mandolina o un rasgueo seco, donde conviven de manera intensa y armónica el sonido clásico, la fuga jazzística y la magia gitana.