Candil de la Calle

El que se fue

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Si has tomado el camino equivocado no sientas lástima por ti mismo, ¡da la vuelta!

Anónimo

Nicéforo Guerrero Reynoso (Foto: Archivo)

Esta frase podría ser empleada para contribuir a la explicación de lo que ha ocurrido con la separación definitiva del cargo de Nicéforo Guerrero Reynoso.

¿Insostenible, inevitable, urgente, necesario, indispensable, errado, visceral, inadmisible? La decisión de quien fue hasta los últimos días de diciembre presidente municipal de Guanajuato capital podría ser merecedora de cada uno o de todos los anteriores calificativos.

Las circunstancias en las que sorpresivamente el Edil efectuó su última gira por la Avenida Juárez donde se coloca un pórfido que llevará además el sello propagandístico de su administración (sobre la cual circulará la multitud de autos que hay en la ciudad) bien ameritan sospechar toda una operación de control de daños para el PRI. El tricolor tiene ante sí un escenario por demás desfavorable y con el inminente y real riesgo de perder la capital por el polémico y poco exitoso desempeño de Guerrero, por decir lo menos.

No son inventos de las mentes febriles de los comunicadores, analistas o contrarios. Las reacciones que han expresado los ciudadanos a través de los diversos foros periodísticos, virtuales o redes sociales han confirmado un marcado disgusto con el estilo de gobernar de Nicéforo, y el placer por el abandono del barco. Las conversaciones de café que antes de todo ello eran la fuente primigenia del rumor y la especulación —que luego daban lugar, en muchos de los casos, a la confirmación— se centraban desde hace meses a chacotear sobre las declaradas aspiraciones del entonces Alcalde, quien anunció su pretensión de ser candidato “a gobernador, a senador o a diputado federal”, anhelo que más parecía ser un afán de ampliar la inmunidad que un compromiso real de mantenerse al servicio de los guanajuatenses desde otra trinchera política.

Las dudas se aclararon cuando, el día en que anunció que se iba, todavía se dio tiempo para declarar que él nunca se había comprometido a terminar su periodo de 3 años como presidente municipal. Dice una frase de algún sabio que lo que la ley no norma, lo dicta la ética. Comentario imprudente para alguien que mucho quedó a deber a los guanajuatenses, los que votaron por él y los que no, porque mucho prometió y porque de él y de sus colaboradores muchas dudas prevalecen sobre el cumplimiento de sus encargos, el ejercicio de los recursos públicos, los compromisos políticos pactados con otros que ahora quieren salir a la palestra como aspirantes, mientras se acumulan entuertos como el contrato para la concesión de las momias viajeras, las pifias o supuestos engaños y daños al patrimonio en el DIF municipal, la aparición de supuestos aviadores de cuya labor todo se ignora.

Pero sobre todo, esa sensación de tener a un alcalde lejos, viajando los fines de semana a la capital del país donde tiene residencia, sin voluntad para escuchar a los grupos y ciudadanos que no pensaban como él o que alguna opinión válida querían darle sobre la administración, y hasta de ofensa porque hubo un trato poco cortés, cortante o ausente, de lo cual hablan algunos que fueron sus amigos y lo acercaron a la candidatura, a quienes ya no escuchaba, ni recibía.

¿Podrá el PRI salir del atolladero con esta “separación” de emergencia y el papel que desempeñe Edgar Castro en los meses que quedan del trienio?

Son más las dudas que las certezas. Veremos.