Una Colorada(vale más que cien Descoloridas)

Camaleones o mercenarios

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“Todo político mexicano tiene un priísta en su interior”, es una frase que se acuñó a lo largo de los últimos 25 años. No fueron pocos quienes a finales de los ochenta se separaron del revolucionario institucional, alegando que “los dinosaurios” estaban traicionando a un pueblo que luchó por garantizar derechos sociales al campesino, al obrero y en general al ciudadano; así como dar certeza jurídica al pequeño propietario y el empresario honesto. El tiempo dio la razón a los pocos congruentes que se fueron o se quedaron, indignados por haber entregado la fuerza popular —como si tratara de una patente sujeta a comercialización— a traidores a la patria, calificados con el común denominador de “tecnócratas”

Con la ciudadanización democrática, grupos tradicionales de izquierda se sumaron a estos calificados de “tránsfugas del priísmo”, muchos de los cuales, para desgracia de México y del IFE, desarrollaron una capacidad inaudita para el mimetismo. Proclamarse de izquierda, pero cobrar abultados sueldos con la derecha, ha pretendido ser audacia en vez de incongruencia. Coludirse con el enemigo con tal de conservar un poder que facilite seguir vendiendo la patria a pedazos, se considera “alianza” y para nada crimen organizado en contra de la nación.

La ideología, que marcaba diferencias entre las opciones que se ofrecían al votante en aras de una llamada pluralidad, ya no es observada, ni siquiera conocida por aspirantes a legisladores, presidentes municipales o gobernadores. ¿Quién además de los escribanos de discursos de cada partido conoce sus documentos básicos? Los candidatos se conforman con repetir eslogans diseñados por publicistas, o sea comerciantes del mercado electoral, sin saber el significado de estos. ¿No es ello peor que no recordar el título de un libro o no asociar este con su autor?

Recuerdo al secretario estatal de un priísmo tradicional que antes de convertirse en subsecretario de gobernación decía que “a los candidatos no se les podía vender como jabón”. Hoy en pleno auge de la mercadotecnia política, iniciada al final del sexenio de López Portillo, y más allá de la frase recomendada para cada aspirante que sin pudor ensucia las calles de ciudades y pueblos, parece haberse impuesto la corrupción de todos, el anhelo de estar arriba para seguir robando hacia adelante y la ausencia de moral aun en la familia. Todo ello en el cómodo y violento escenario de una mediocridad sin límites, que promueve la holganza y la irresponsabilidad, sin más afán que el poder por el poder mismo.

El cinismo ha llegado a tales niveles que no hay empacho en saltar de un partido a otro, con tal de mantenerse en el pandero de la fama y el acceso a los recursos públicos. Una actitud así no se observa ni en las calles de cualquier ciudad californiana famosa por sus “gangas”[1]. ¿Qué movió a Ruth Zavaleta o Héctor Chávez para dejar al PRD y convertirse en íntimos de quienes históricamente han comulgado con la extrema derecha conservadora? ¿Cuáles son los valores de jóvenes imberbes como el actual diputado local del DF por el 27 distrito quien habiendo obtenido esa curul por el PAN ahora busca una federal con el apoyo de la alianza VERDE-PRI? Permanecer se convierte en obsesión para muchachos que jamás han hecho nada por sus representados como el ex asistente de Obdulio Ávila[2], quien busca ahora ser delegado de Coyoacán, pero con un equipo de “ex perredistas”. ¿Estros amarillos, ahora pintados de azul, le han garantizado el voto de los ambulantes y los franeleros? ¿El dicho apoyo, además de dinero supone la garantía de que los líderes de “los informales”[3] seguirán usando las calles de este histórico pueblo como si fuera su comodato gratuito? Si acaso ganara Retiz la delegación de Coyoacán, ¿Cuánto llegará a sus bolsillos, no solo por beneficios de campaña sino por usufructuar 3 años la vía pública? ¿Se lavará las manos sucias acusando a la hora de la verdad a los “áureo-negros”?

Las medias tintas ni manchan decía mi abuela. Se ha puesto de moda el discurso de quienes aseguran “yo no soy político, ni pertenezco a partido alguno, soy ciudadano, pero por favor toma nota de que tales me tienen harto y por eso te invito votar este otro” ¿¡¡¡!!!!? En donde se perdió aquello del humano como un “zoon politikon”? Quienes ejercen la política ¿pierden su categoría de ciudadanos? ¿Multará el IFE a estos simpatizantes, como lo hizo con un boxeador o respetará la patente que les da el ser parte de la familia del duopolio?

En este circo de reptiles cambiantes de color bajo las diferentes influencias, la verdad innegable es que La Política se ha prostituido por la proliferación de mercenarios. Soldados del negocio, el caos y la traición, pagados con el dinero del pueblo; ciudadanos auténticos que ya no tienen de dónde sacar para asumir cargas fiscales y de servicios excesivos, como el agua, luz, carreteras, gas o gasolina, convertidos en barril con doble fondo para que estos mercenarios puedan seguirse multiplicando. ¿Será esto también parte de la delincuencia organizada?

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[1] Dícese en eslang de pochos, a las pandillas de muchachos atrabancados, violentos y hasta delincuentes.

[2] Hoy subsecretario de gobernación, ex candidato perdedor a la delegación de Coyoacán, y ex presidente del PAN en el DF.

[3] Se les llama a los desempleados carentes de prestaciones, seguridad social controlados por ricos y explotadores protegidos por el gobierno.