Las cosas como son

Visión personal y empresa

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Recientemente, una persona encargada de un área de recursos humanos preguntó, teniendo a la vista el modelo (digamos que óptimo en cierto sentido) de su organización, del cual dijo que era claro y evidente, por la manera de hacer algo con la visión interior de las personas respecto de la misma organización, del orden y jerarquía que deben establecerse entre los miembros de la misma.

Antes de llegar a ese punto, hace falta comentar que un cuerpo directivo, un conjunto de trabajadores, no siempre tiene claro dónde debe estar y qué debe y puede hacer desde ese sitio, si bien muchas de las veces el éxito es inevitable y sobreviene aun con este desacomodo. La experiencia muestra que de modo espontáneo las personas dentro de una organización tienden a colocarse teniendo al jefe como centro o bien sienten que deben mantenerse apegados por completo al objeto o al sujeto de su acción (llámese clientes, proveedores, utilidades, logística) sin ocuparse mucho de lo que hay detrás de ellos.

Cuando estas configuraciones se presentan, lo cierto es que se pierde la visión completa del suceso del cual se es parte (y esta pérdida incluso puede apoyarse con estrategias orientadas a fomentar la “autonomía”, que puede ser entendida como un disfraz del distanciamiento), pueden sobrevenir conflictos entre los trabajadores o los directivos, y también síntomas de competición entre pares en el intento de hacerse con un mejor lugar, de quedarse con esa parte de la dinámica de la empresa y aun de agrandar la propia valía.

Pero en todos los casos deja de verse lo primordial, que es el cometido de la empresa, el objetivo real con que se crean todas las empresas, que es hacer por la vida, promover su incremento y su mejora, incluso si se declara explícitamente que se tiene el propósito de hacer dinero. En este camino, bastante conocido por cierto, de modo un tanto general, puede decirse que hay varios aspectos de una empresa que no dejan de tomarse en cuenta: lo primero es el producto, se llame como se llame, pues el posibilita todo: que haya trabajo, que se genere riqueza, que una marca sea conocida, en fin. También es decisivo el capital, pues con él se puede tener un producto, instalar una empresa, comprar productos, contratar empleados, y un largo etcétera. Y desde luego hacen falta los colaboradores, la gente encargada de elaborar el producto, de ocuparse de los procedimientos para llegar a él, de administrar, de vender, y todo lo relativo al ramo.

Lo que sigue también es invariable: hacen falta clientes, gente que quiera adquirir el producto, destinatarios del servicio, a través de lo cual se fomenta el intercambio; proveedores, más gente, de otra empresa, que aporta lo que no tenemos, y por supuesto más capital, resultante de la producción y del intercambio.

Ahora bien, cada empresa monta una estrategia para ocuparse de cubrir esos aspectos de acuerdo con sus condiciones específicas. Por eso hay algunas que tienen grandes dependencias encargadas de la administración, otras que son enormes en la fabricación, unas más que no requieren espacio físico, por ejemplo las que brindan servicios, empresas con miles de empleados y personas físicas que hacen actividades empresariales. Cada quien a su medida y según sus posibilidades. ¿Y ahora?

Ahora hace falta mantener el objetivo a la vista y clara la manera de proceder para conseguir los objetivos, a través de los cuales se conquista el objetivo de la empresa. Es cuando se constituye la empresa como un sistema, pero un sistema de sistemas cuyo engranaje conviene mantener lubricado y en la mejor condición posible. Para ello se requiere una organización, un desglose de actividades o de procesos, los cuales van encomendándose uno a uno a este o a aquel departamento para su realización. Se espera, obviamente, que la contribución de todos, organizada y jerarquizada, traiga consigo resultados, buenos resultados, más otros que no es esperaban o no se pudieron calcular.

¿Qué le queda entonces a la persona en este esquema? Tener claro de qué se trata en la empresa u organización o agrupación donde se encuentra, reconocer la magnitud exacta de lo que hace y sus límites y posibilidades, poner al servicio de la organización (que lo compensará a su tiempo en los términos pactados) la iniciativa, la experiencia, la creatividad propias; asentir a la responsabilidad que se asigna y asumirla con todos sus efectos y consecuencias, entre muchas otras cosas. Si ella hace esto, el sistema de que forma parte hará lo suyo en el ensamblaje mayor de sistemas que es la empresa.

¿Y la visión interior de las personas respecto de la empresa, del orden y jerarquía de la misma? Pues esos solo se consiguen ajustar haciendo que la persona se mantenga (y ella misma tiene que ocuparse de ello) en el puesto que le corresponde, sin interferir en otro ni acatar interferencias, nada que no sea ayuda consentida o requerimiento explícito. Sólo eso: manteniéndose en su puesto, recordando con exactitud por qué está allí, y haciendo bien lo que le corresponde .Eso cambia la visión interior sobre la empresa y ayuda a que el acomodo exterior rinda frutos.