Candil de la Calle

Niños incómodos

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Niños incómodos (Foto: Especial)

Prohibido prohibir.

Dos videos que comenzaron a circular hace un par de semanas en los sitios web, en portales de varios medios de comunicación, elaborados y promovidos por la organización civil “Nuestro México del Futuro” conmocionaron a la opinión pública.

“Niños incómodos”.

Estos niños caracterizados como adultos actuaron y escenificaron las imágenes de la cotidianidad en muchas ciudades y pueblos de México: corrupción, violencia, crímenes, pobreza, tranza, tráfico de indocumentados, secuestro.

No hay demasiada diferencia de edades entre los niños que actuaron estos papeles de adultos en la descomposición social del México nuestro, y los miles de jóvenes que hoy forman parte activa de los grupos del crimen organizado, o que han sido víctimas —por comisión o inocentes— de la violencia de cada día.

En parte por ello la reacción ciudadana fue ampliamente solidaria con el propósito y el contenido de fondo de los mensajes.

Pero estos videos levantaron sendas ámpulas entre los dirigentes de los partidos políticos, por la directa, ácida, cruda realidad que, con los niños mexicanos como personajes, echaron en cara a los gobiernos.

Los “niños incómodos” se dirigen a los candidatos, con un deprimente preámbulo de la realidad nacional, y les exigen no sólo prometer, sino comprometer y cumplir.

Solucionar. Actuar.

El primer video de los “Niños incómodos” fue visitado o reproducido en tres millones de ocasiones. La segunda versión, en cien mil ocasiones en menos de 24 horas, antes de que, inexplicablemente, la organización civil que los auspició y divulgó los “bajara” de la red.

Diputados del PRI y del PT habían exigido que estos videos fueran cancelados —censurados, es decir— por “grotescos”.

Un argumento utilizado por estos legisladores y por algunos otros detractores de los videos es el que alude a una presunta violación de los derechos de estos menores al hacerlos protagonizar escenas de violencia y fingir la comisión de delitos como si fueran adultos.

Finalmente, los dos videos fueron “bajados” sin explicación alguna por la organización civil.

En un intercambio de opiniones con colegas y amigos, sale a relucir en primer término la indignación por la facilidad con que se subestima la conciencia e inteligencia que los niños y niñas de este país asumen y tienen acerca de la realidad en que viven, de las situaciones de sus propias familias, de sus compañeros de escuela —cuando asisten a una— de sus amigos, de sus conocidos, de sus gobernantes.

Luego, hay que poner en tela de juicio la forma en que se pretende limitar la libertad de expresión y de opinión.

No hay más que decir sobre este punto.

Pero quizá lo más ofensivo es que representantes de los partidos aludidos y señalados por estos “niños incómodos” se rasguen las vestiduras por una manera más en que la sociedad civil, los ciudadanos de a pie, les hacen saber sus desacuerdos, les piden hechos y compromisos concretos y realistas, honestidad y fin a la impunidad… y en contraparte, guarden un ominoso, culpable, cobarde y estúpido silencio ante tantos otros niños, niñas, jóvenes, mujeres y hombres muertos en los enfrentamientos entre los grupos o entre las fuerzas armadas, corporaciones y criminales; por los desaparecidos, secuestrados, esclavizados, amenazados, torturados y hasta por los tantos “chivos expiatorios” de esta guerra sin cuartel.

Que los niños reclamen.

Mucho les debemos por todo lo que los adultos hemos cometido, propiciado, permitido, callado.

Prohibido prohibir.

*

Verónica Espinosa es periodista. Ha desarrollado una importante trayectoria en medios impresos y electrónicos de la región desde hace ya varios lustros. Actualmente es corresponsal del semanario Proceso en el estado. Con más de una década de emisiones radiofónicas a sus espaldas, Candil de la Calle, prestigiada columna de opinión, análisis y crítica política ahora llega cada miércoles a través de igeteo.mx por escrito, para descubrir la desnudez de la política y la observación acerada sobre la cosa pública.