
La cronología de manifestaciones juveniles y de forma más específica de universitarios, es amplia y muchas veces distorsionada en aras de la “nota”, la estrategia de apoyo o descalificación de alguno de los grupos o personas actuantes del momento e incluso, el protagonismo de alguno de los actores acostumbrados a pescar a río revuelto.
Es altamente probable, que muchos de los jóvenes veinteañeros que han salido de las aulas a manifestarse durante las últimas dos semanas, desconozcan que el 29 de abril, estudiantes de una preparatoria secuestraron camiones y se dirigieron a las universidades de La Salle y las Américas, causando destrozos sin que haya evidencia de detenidos o investigación alguna. Un día después, otros protagonizaron robos agresiones y desmanes cerca de la preparatoria siete, y el 3 de mayo alumnos de una preparatoria privada, fueron detenidos luego de secuestrar un camión con el único fin de ir a agredir alumnos de la preparatoria seis en Coyoacán. Por supuesto todo esto se consigna en importante testimonio contenido en El estudiante inquieto[1] del maestro Dr. Ernesto Flores Zavala y ocurrió en 1967.
Comprender las expresiones populares, y muy específicamente las de los estudiantes, requiere información, conocimiento del entorno —incluido por supuesto el político sin filias y fobias— y sobre todo una gran capacidad de análisis que nos lleve a conocer quién gana y quién pierde con movilizaciones de personas en etapa formativa cuya amplia capacidad de raciocinio muchas veces se ve disminuida por la búsqueda, la emotividad y la energía juvenil. He escuchado que la generación posterior al 68 fue apática y hasta cierto punto contraria a la política. ¿Será que muchos de los actores —padres de tales jóvenes— de ese importante movimiento que ha trascendido en la historia más por la represión que por el contenido mismo de sus demandas, terminaron neutralizados al constatar que fueron manipulados? ¿Cómo impactó a esos luchadores sociales, el descubrir que quienes patrocinaban sus movimiento eran gente de extrema derecha?
Movimientos como el del 68, no son un chispazo del devenir social. Tres años antes, la UNAM había reelecto al Dr. Ignacio Chávez. Desde su primera designación, el país estaba en la mira de las preocupaciones del imperio. En 1961, la UNAM —de manera muy especial los alumnos de economía— celebraba el aniversario de la revolución cubana. La mañana del 26 de julio, el profesor Ramón Ramírez Gómez impartía una conferencia a propósito de la celebración del octavo aniversario del asalto al Cuartel Moncada. El grupo de alumnos que irrumpió para impedir el desarrollo del evento, justificó su agresión porque supuestamente “velaban por el honor de la Universidad”. Sus líderes, Luis Felipe Coello y Guillermo Vélez Pelayo, estigmatizaron desde siempre al rector de la UNAM como “un hombre de izquierda”, lo cual para el MURO era justificable pues se trataba de un grupo de choque de jóvenes, a efecto de contrarrestar el terror[2] de la izquierda.
Luis Felipe Coello Macías[3] exhortó siempre a luchar contra las “fuerzas oscurantistas y ocultas entre el estudiantado de la universidad”, sembrando la semilla de la caída del Dr. Chávez en 1966, con argumentos tan poco profundos como que la ley orgánica de la UNAM es un instrumento de la junta de gobierno a las órdenes del rector—entonces un eminente cardiólogo que con todo y las vejaciones sufridas es reconocido mundialmente— a quien Coello y la extrema derecha —sobre todo la poblana que logró llevar a la presidencia a Gustavo Díaz Ordaz— consideraban “un importante partidario y solapador de comunistas”, además de promotor de este pensamiento al interior de la Universidad. Antes de lanzarse a la calle, para coartar el legítimo derecho de un ciudadano a participar en el proceso democrático, los alumnos de universidades privadas ¿conocen estos capítulos históricos de los años 1961 a 1966, en los que paradójicamente jóvenes dispuestos a “golpear con la verdad”[4] protagonizaron verdaderas violaciones a los derechos humanos de alumnos y maestros?
Los fundadores del “movimiento Universitario de Renovadora Orientación —doce apóstoles entre ellos Coello y Vélez Pelayo— nunca dejaron de actuar en contra de “fuerzas oscurantistas entre el estudiantado de la universidad”. Con todo y la expulsión de algunos y la posterior muerte de otros, ellos han sido la semilla de organizaciones muy poderosas y siempre con ropajes de democracia y de defensa del derecho, se han mantenido cerca del poder[5], el cual de una forma u otra les protege de las consecuencias derivadas de sus actos delictivos. De su acción para derrocar al Rector Chávez, participamos muchos ingenuos que poco o nada sabíamos de las intenciones imperialistas detrás de los tumultos y vejaciones a maestros tan destacados como Emilio Mújica Montoya quien Carlos Fuentes, Fernando Solana, Armando Ayala Anguiano, Enrique González Pedrero, Jaime García Terrez, Pablo González Casanova, José Luis Ceceña, Enrique Semo, Miguel Ángel Granados Chapa, Dr. Eli de Gortari como rector de la Universidad de Morelia y luego de la ignominiosas expulsión del rector, al Dr Medina Lima quien no tuvo oportunidad de tomar posesión en la Facultad de Derecho. El rector Narro, sabe de qué habla, cuando opina de los estudiantes del siglo XXI, y hace bien en preocuparse.
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[1] Relato del director de la Facultad de Derecho de 1996 a 1970. UNAM, 3ª. Edición, 1993.
[2] Hugo Salinas Price, padre de Ricardo Salinas Pliego.
[3] Hijo de Luis Coello Esponda —a la sazón supervisor general de Telégrafos de la SCT— y dedicado toda su vida a la impartición del curso Teoría del empresario.
[4] Encabezados de El Heraldo y Excelsior.
[5] Es el caso por ejemplo de Guillermo Velasco Barrera —hijo de Guillermo Velasco Arzac, jefe de redacción del PUÑO, promotor del movimiento familiar cristiano las diversas agrupaciones de padres de familia—, secretario particular de la Martha Sahagún.