La virtud y el poder supremo nunca van de la mano.
Lucano
NO. No tienes que agarrar lo que te dan y votar por el PAN.
NO. No tienes que llenar una planilla y recibir un depósito en tarjeta de débito para conseguirle votos al PRI.
NO. No es aceptable usar un “voto útil” que le permitiría mantener el registro a un partido satélite como Nueva Alianza, coto de poder —uno de los tantos— de Elba Esther Gordillo.
NO. No tienes que firmarle a nadie para asegurar que te darán las medicinas en las farmacias privadas si el IMSS o el ISSSTE no las tienen, para comprometer tu voto al PVEM.
NO. Tampoco estás obligado a creer a ciegas en una izquierda dividida, o a entregarle un cheque en blanco al cambio verdadero con el PRD, el PT o Movimiento Ciudadano, porque ahí también hay luces y sombras.
En cierto sentido —o en sentido pleno—, en la contienda actual los partidos han secuestrado el proyecto de país, y con él chantajean, presionan, pretenden cooptar, ofenden, manipulan y mienten para que nos conduzcamos a las urnas y avalemos su marca.
Cierto, no todos los partidos, no todos los candidatos, no todos los perfiles son consecuentes en el engaño.
Pero en un porcentaje muy importante la podredumbre prevalece en propuestas, proyectos y compromisos. Mucho de ello está sujeto a pactos, intereses, negociaciones ocultas y oscuras, favores.
Y a ello sumamos, ahora con indicios muy alarmantes, el tema del crimen organizado y de la narcopolítica.
En las campañas que están terminando, hemos visto —sobre todo en las últimas semanas— una serie de elementos que, particularmente en el caso del PRI y del PAN, nos dan la idea de lo cerrado de la competencia en el estado, y en municipios como León, Guanajuato o Celaya.
Las quejas por la residencia de un candidato, por los gastos de campaña, la guerra sucia, el presunto uso de recursos humanos y materiales desde instancias del gobierno estatal para presionar a funcionarios y empleados, y a beneficiarios de programas sociales; la distribución de planillas, tarjetas de débito y para llamadas telefónicas para pagar a población y a operadores electorales el día de la jornada electoral.
Todos asuntos supuestos, comprobados en cierta parte y presuntos en otras. Algunos de ellos, convertidos en denuncias ante el Ministerio Público Federal y del fuero común con la intención de que deriven en la apertura de averiguaciones que pudieran deslindar posibles delitos electorales, penales o de otro tipo.
Los partidos opositores al PRI han exigido que se evite el ingreso a la casilla con teléfono celular porque se cree que serán parte de un fraude. El retorno —si es que alguna vez estuvo ausente— de prácticas como el carrusel es advertido en redes sociales. La amenaza a empleados gubernamentales para votar por el PAN ha sido comentada ampliamente en una ciudad como Guanajuato, donde tanto se depende de esa fuente de empleos. E insisto, el PRD también ha sido cachado en prácticas cuestionables en zonas donde tiene la preeminencia electoral.
La decisión fundamental, sí, es qué proyecto de país queremos. En qué manos quedarán los gobiernos.
Por ahora, eso implica votar por alguno de estos partidos y sus candidatos.
Por ahora.
Hay que pensar.
Hay que votar.