¿Sucedió?

¿Qué onda con el liderazgo?

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Liderazgo y equipo (Foto: Especial)

En entregas pasadas me ocupé de las olimpiadas. El día de hoy quiero relacionar aquéllas con el liderazgo, uno de los elementos fundamentales de la calidad.

Partamos del hecho de que los competidores olímpicos son también líderes en sus diferentes disciplinas y que al llegar a la justa final, el deseo de todos los participantes es convertirse en campeones, es decir en líder total. Vemos también que, salvo excepciones,  ese liderazgo es por diferencias mínimas con respecto al subcampeón y sus otros contrincantes, sin embargo, aún así, la atención y  “los reflectores” están sobre el campeón, el líder. Los demás parecen no importar. Otra situación que se ve es que en algunos deportes, los más competentes contendientes se van turnando en el primer lugar, es decir, que si es difícil “llegar”, lo es más aún “permanecer”.

Los atletas también son líderes en sus comunidades de origen y en los países a que pertenecen se convierten en modelos, sobre todo para las generaciones en formación.

En nuestra historia, el liderazgo se da de una manera eminentemente vertical, no como lo postulan las diferentes escuelas de la calidad, de un modo horizontal, lateral, participativo. Para corroborar lo anterior, simplemente ubiquemos los prototipos del liderazgo en diferentes etapas de nuestra nacionalidad.

En nuestros antepasados españoles aparece la figura del caudillo, que dice: “Aquí mando yo, y si me equivoco vuelvo a mandar”. Por parte de nuestros ancestros indígenas, aparece el tlatoani, quien era adorado y obedecido sacramentalmente. Para entender mejor esta circunstancia, recurrimos al evangelizador Bernardino de Sahagún, quien en su libro  Historia general de las cosas de Nueva España relata cómo los súbditos rendían pleitesía al huei tlatoani: lo hacían humillándose, no podían mirarlo a la cara siquiera, le pedían su protección y le concedían razón en todo, no importaba que se tratara de guerreros consumados o ancianos respetables.

A raíz de la mixtura que propició la Conquista, el caudillo y el tlatoani, dieron lugar al cacique, figura mestiza, quien a veces se comporta como el primero y otras como el segundo, además de otras conductas que desarrolló de manera adaptativa. Una anécdota atribuida al presidente Alemán y a uno de sus secretarios, nos hará comprender mejor este concepto: resulta que en una ocasión le preguntó el presidente a su secretario: “Qué horas son, licenciado”; a lo que el otro respondió: “Las que usted diga, señor Presidente”. El cacique hará lo que sea para que “sólo sus chicharrones truenen”.

Tratando de entender por qué es lo anterior, nos acercamos a Octavio Paz, quien en su Laberinto de la soledad aduce que el comportamiento de los mexicanos se debe a su tremenda inseguridad, que casi es ontológica, esencial; la razón de dicha inseguridad es, también en voz de Paz, la traumática conquista. Dos rasgos nos interesan en función del liderazgo: el autoritarismo y el individualismo a ultranza. Como ya el lector ya habrá deducido de los primeros párrafos de esta entrega, el trabajo en equipo y el compartir el liderazgo con los demás (co-liderazgo) es esencial para producir campeones, sin embargo los comportamientos que se requieren para lograr las metas colectivas son terriblemente difíciles de compaginar en los grupos mexicanos.

Si eso es cierto, entendemos por qué es tan fácil que los mexicanos padezcan pánico escénico y echen a perder oportunidades que a la postre les cuesta el triunfo, veamos el caso del futbol y hagámoslo desde la Programación neurolingüística (PNL): se dice que se falla un penal porque el tirador ve un marco muy chico con un portero que lo tapa casi todo, además de que el balón es de un tamaño tan mayúsculo que difícilmente podría entrar por una de las hendiduras que todavía queden; por otro lado, se dice, que el cobrador exitoso de un penalti ve una portería enorme, con un portero miniatura y con un balón de un tamaño normal, tan conveniente, que casi sin querer se puede anotar.

Seguiremos analizando al liderazgo y a las competencias olímpicas, máxime que el próximo domingo ya habrán iniciado los de Londres 2012.

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O.A. Morales. Esforzado nadador y ciclista ocasional, muy temprano dejó su natal Guanajuato para avecindarse en la delegación Gustavo A. Madero del DF. Su experiencia de más de cuatro décadas, ha girado alrededor de temas de calidad, comunicación y educación,   abarcando los sectores público, privado y social.  Comunicólogo y maestro en Ingeniería de la Calidad, es locutor, periodista y docente en licenciatura, maestría y extensión universitaria. Amante del arte, disfruta particularmente de las artes escénicas y la literatura. Vive enamorado de las palabras y las imágenes.