Candil de la Calle

Lo que sigue

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Aprendí que no se puede dar marcha atrás, que la esencia de la vida es ir hacia adelante. La vida, en realidad, es una calle de sentido único.

Ágata Christie

*

Lo que pudo haber sido y no fue.

Lo que es.

Lo que sigue.

“Lo que estuvo y lo que estará en juego”, tituló el politólogo y analista Lorenzo Meyer su artículo publicado en Proceso, para plantear las preguntas que muchos nos hacemos sobre el futuro de México.

Porque está claro que aunque el PRI salió de Los Pinos, de donde lo expulsó Vicente Fox escoltado por el PAN, nunca se fue.

Se refugió en sus cotos de poder —Estado de México y Veracruz, los principales—; lamió sus heridas, se reagrupó y alimentó de sus propios cacicazgos y de las alianzas que pudo hacer con poderes fácticos como las grandes televisoras.

Porque está claro que en el otro lado, desde donde se enfrentó la vertiginosa debacle panista que no alcanzó —y no quiso— consolidar pasos democráticos como poner freno a los monopolios y reducir la pobreza y la desigual distribución de la riqueza en este país, problema esencial, hubo una izquierda relativamente unida sólo por un hombre: AMLO.

Pero dividida por casi todo lo demás. Con sus visos de corrupción también desatendidos.

Escribe Lorenzo Meyer:

“Así pues, la tarea inmediata de quienes se identifican con la democracia política como el mejor sistema para México es resistir la inevitable tendencia del PRI a ser fiel a sus orígenes y a su historia autoritaria. Y que nadie se escude para no actuar aduciendo que el PRI actual ya no es el que fue y que se ha transformado en algo diferente del original. La impunidad de Montiel en el Estado de México, los acuerdos bajo la mesa para meter a la televisión a jugar y a fondo al lado de EPN en estas elecciones, la forma como buscó terminar con la protesta social en Atenco y en Oaxaca, la manera ilegal e ilegítima en que manipuló los recursos públicos de Coahuila, son sólo ejemplos recientes de que el tigre ni quiere ni puede desprenderse de sus rayas…”.

El politólogo, a quien reconozco su serenidad al exponer su análisis sin los apasionamientos que a otros nos ganan en esta coyuntura del momento histórico, también escribió de la manera tan poco digna en que el panismo concluyó su breve ciclo. Y añadiré que breve pero con saldos enormes, particularmente para Felipe Calderón, a quien podrían esperarle sendos reclamos ante los organismos internacionales (¿en el México del presidencialismo priísta se podrá?) por tanta narcoviolencia, tanta impunidad, tantos muertos, tantos desaparecidos, tantos desplazados.

Hoy escribe Meyer sobre la tarea inmediata de una sociedad que no está dispuesta a resignarse a la restauración y que no tiene pretexto, no lo tenemos, para dejar de defender “el terreno ya ganado por la democracia, sostener y, de ser posible, ensanchar el incipiente pluralismo”.

Lo importante: enfrentar al narcotráfico y sus derivaciones sin tanta sangre. Lo grave: la pobreza en que viven más de cincuenta millones de mexicanos, la economía creciendo a ritmo lento que dejó un creciente desempleo, el sistema educativo “secuestrado por un sindicalismo corrupto e incapaz de preparar bien a niños y jóvenes para que enfrenten con éxito el reto de este siglo del conocimiento”, y más monopolios.

Y en ésas vamos todos: los partidos ganadores de la presidencia, de las alcaldías, del gobierno del estado, de los congresos. Y quienes por ellos votamos