Uno de los postulados de la calidad es hacer bien las cosas a la primera y ello es muy conveniente para tener satisfechos a los clientes y conservar su favor.
Las competencias olímpicas nos recuerdan ese panorama, pues la hora de la verdad se da una vez y es en ella cuando el atleta tiene que demostrar de qué está hecho; si no aprovecha la oportunidad, todo el entrenamiento previo, toda la dedicación y demás serán en vano, no habrán servido para aquello que pretendían alcanzar. No hay segundas oportunidades, parece decir el camino que lleva a los campos deportivos. Es ahora o nunca, continúa gritándole el camino al competidor, mientras se acerca a la hora cero.
Lo mismo pasa con la organización de cualquier actividad humana, como es el caso de los eventos, y para no ir más lejos, eso pasó con la inauguración de los juegos olímpicos de Londres, hace unas horas tan solo. ¡¿Quién no vio la inauguración de los juegos olímpicos correspondientes a la XL olimpiada?! Tenían que aprovechar la ocasión y hacerlo bien, no había lugar para errores, y menos como el que protagonizó el comité olímpico organizador, hace nada más que dos días, cuando confundió las banderas de Corea del Norte y Corea del Sur, el dislate dio la vuelta al mundo y seguirá dando de qué hablar.
Alguien tal vez diga que no es hacerlo bien a la primera, el hacerlo después de ensayarlo tantas veces. Pero es que el concepto de hacerlo bien a la primera no implica que la gente tenga que saber hacer todo de manera natural, instintiva; pues si así fuera, no se estaría ante ningún reto, sino ante el comportamiento natural de los individuos.
No, lo que el concepto indica es que la primera oportunidad que se tenga para mostrar las destrezas, deberá ser aprovechada al máximo; que la primera opción que haya para demostrar la superioridad con respecto a otros competidores, deberá conseguirse la victoria. Sin importar que para ello se haya tenido que ensayar innumerables veces, en un lapso mayúsculo.
Por ello importa que todos nosotros, emulando a los organizadores y a los atletas olímpicos, tratemos de practicar muy bien todos nuestros desempeños, para que cuando exista la posibilidad de exhibirlos ante clientes o autoridades, lo hagamos con el mayor de los éxitos y obteniendo su aprobación.
Mientras damos oportunidad a que el comité organizador de los juegos olímpicos de Londres coloque en el lugar definitivo el pebetero, después de haberlo encendido en la mitad del estadio, seguiremos cavilando acerca de las implicaciones de equivocarse y no hacer las cosas bien a la primera.
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O.A. Morales. Esforzado nadador y ciclista ocasional, muy temprano dejó su natal Guanajuato para avecindarse en la delegación Gustavo A. Madero del DF. Su experiencia de más de cuatro décadas, ha girado alrededor de temas de calidad, comunicación y educación, abarcando los sectores público, privado y social. Comunicólogo y maestro en Ingeniería de la Calidad, es locutor, periodista y docente en licenciatura, maestría y extensión universitaria. Amante del arte, disfruta particularmente de las artes escénicas y la literatura. Vive enamorado de las palabras y las imágenes.