Una Colorada(vale más que cien Descoloridas)

Criminales y frívolos

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Marcelo Ebrard (Foto: Especial)

Un nuevo ciclo de gobierno está por iniciarse en México y casi simultáneamente para nuestros vecinos del norte. Allá el pueblo simplemente dice que no hay diferencia entre demócratas y republicanos, acá la percepción popular acerca de “los políticos” acumula todos los calificativos negativos que se nos puedan ocurrir. ¿En donde se inmunizaron legisladores y responsables de las políticas públicas contra el dolor que sufren las víctimas del robo a casa-habitación? Ante la inminencia del aumento de este delito en cuando menos 13% en la ciudad de México, a los esbirros de Marcelo solo se les ocurre decir que 60% de esas agresiones se dan cuando los ciudadanos entran a su domicilio y casi 30% de los rateros se introducen al hogar de la víctima, sin violencia y con engaños. Visto de otra manera, el culpable de los robos sería el ciudadano y no una policía que está presente para amenazar, extorsionar o reprimir, que tiene todas las excusas para no actuar y que carece de capacitación y motivación.

¿Alguien se ha preguntado por qué cada vez son más jóvenes los autores de delitos como el mencionado e incluso otros tan graves como homicidio, secuestro o extorsión? ¿Qué papel juega en esta preponderancia criminal el impulso humano de satisfacer necesidades básicas? Parte del avance de la civilización lo fue el invento de la moneda que sustituyó el simple intercambio de productos. En el siglo XXI el dinero —de papel o plástico— se reconoce como un bien necesario para lograr una vida digna sustentada en aspiraciones legitimas; sin embargo, por un lado los súper ricos y por el otro jóvenes —no necesariamente marginados o pobres— que tienen esas riqueza como modelo, han convertido este medio útil en el fin primordial de la existencia. Las maletas llenas de dólares que los medios —sobre todo la televisión y el internet— exhiben y cacarean, son para muchos un valor absoluto.

La apatía de los gobernantes —provengan estos de cualquier partido e incluso los que llevan una supuesta aureola “ciudadana”—  a la prevalencia criminal por sobre la moral, la ética, las costumbres etc. parece estar relacionada con deficiencias educativas y culturales para el manejo de la política; patologías personales —narcisismo, megalomanía y otras— aunadas a una inclinación propia hacia antivalores como: la ambición, la deslealtad: a la patria, el pueblo, los miembros del partido que los postuló e incluso en casos extremos hasta con los amigos, maestros y personas que les ayudaron o impulsaron.

¿Cómo podrían personajes con estas características dejar se de ser indiferentes a resultados fatídicos para la gente por el dominio de reglas del mercado? ¿Qué les produce en su interior la cifra de casi 150 mil millones de dólares que han salido del país en este sexenio? ¿De verdad se creen el cuento de una perversa ave migratoria, que selectivamente infectó con virus, a gallinas de granjas en el estado recientemente perdido por el partido en el gobierno? ¿De dónde vino esa única ave migratoria con tal infección que obligó a la importación libre de aranceles de millones de toneladas de huevo? ¿Cómo es que apareció y desapareció tan súbitamente? ¿Qué tanto conocía la tal ave migratoria de la tan arraigada costumbre mexicana del año de Hidalgo? ¿Se merecerá esta ave migratoria una capillita por haber dado al Jefe de gobierno la oportunidad de otra más de sus acciones populistas?[1] ¿Cómo es que hasta ahora el Señor presidente se acuerda de la tiendas Diconsa como una instancia de abasto popular?

Pero los indolentes e indiferentes rayan en la frivolidad, cuando a la par de estas supuestas acciones de beneficio, le recetan a la gente aumentos de impuestos basados en argumentos pueriles como el que la casa que usted compró hace 40 años o heredó y con casi un siglo de construida tiene más metros de los asentados en su escritura; le aumenta centavos cada mes en la gasolina, o indican a los lecturistas que alteren el funcionamiento de medidores para hacerlo caer en rangos de consumos que nunca había tenido. Nuevamente para estos señores feudales de la modernidad, el culpable es un pueblo que merece ir a la cárcel por evadir impuestos[2], tirar basura —con lo cual se provocan inundaciones—, desperdiciar agua —aun cuando este líquido se maneje en casas de gente decente, con medidas de reuso que ellos ni se imaginan— y consumir luz, como si se tuvieran 40 árboles de navidad todo el año.

Para estos cínicos, que han logrado encumbrase con engaños y corrupción de familias a las que les regalan —vía dos becas de jóvenes estudiando, un apoyo como madre soltera, dos ayudas para ancianos entre otras cosas— un ingreso de 8 a 10 mil pesos al mes sin mas ocupación que llevar 20 o 30 personas a los mítines, informes de delegados o las votaciones aun de partidos opositores. ¿Por qué a ellos no se les aplica La Ley? ¿De qué privilegios gozan, para incumplir sentencias y seguir impunes? Son ellos quienes merecen la cárcel, solo extirpando ese cáncer tenemos la posibilidad de seguir existiendo como nación.

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[1] De pronto se empezó a vender huevo almacenado en la central de abasto a 20 pesos el kilo; pero poco sabe la gente del poder de Collins, subordinado de Marcelo desde el incidente de los linchados de Tláhuac, quien lejos de respetar las leyes del mercado, extorsiona, cierra bodegas y facilita el comercio de productos no necesariamente legítimos.

[2] Es la amenaza del GDF, que está circulando en la ciudad de manera muy específica en las colonias de clase media y media alta.